La capacidad transgresora del erotismo nos pone en conflicto con nosotros mismos, nos impulsa a hacer lo que otros tantas veces imaginaron, pero al final no osaron a realizar. Lo transgresor nos muestra lo profano, y a veces lo impuro, y por lo tanto, lo condenado por el decoro y el qué dirán.
Aun así, lo transgresor es lo que nos impulsa a dejarnos llevar por el momento, y en ocasiones, por nuestros instintos, a recuperar una juventud que se fugó entre los dedos de la mano, y volcarnos en una pasión teñida de temeridad, pero a la vez liberadora.