El Centro Jurídico Tomás Moro (CJTM) ha solicitado al Ministerio de Sanidad un cambio en su errrada estrategia de lucha contra el VIH, subraya los malos resultados con los que ha cerrado el año 2010: al incremento de la denominada violencia de género, entre menores, se suma el preocupante incremento de menores afectados por el virus de VIH/SIDA. La tasa de positivos que están dando a la población entre 13 y 20 años ha pasado del 1,8% en 2004 al 9,7% en 2009, datos que no han sido negados por el Ministerio de Sanidad.
Este preocupante aumento, que amenaza con convertirse en una auténtica epidemia entre la juventud española, merece una respuesta adecuada. Lo correcto sería diseñar nuevas campañas que favorezcan la abstinencia y la fidelidad. Pero no parece que el Ministerio de Sanidad esté por un cambio en la estrategia. De hecho, en su escrito de contestación llega a afirmar que no existe evidencia científica de que la información a menores de edad sobre el uso del preservativo y su mayor accesibilidad favorezca la promiscuidad. El propio Ministerio se contradice cuando sólo unos párrafos después refiere el incremento del número de abortos que se producen entre la población juvenil.
Las campañas de uso indiscriminado del preservativo entre menores tienen 3 consecuencias claras: Incremento de infecciones del VIH-SIDA; aumento de violencia de género entre las menores de edad y aumento del número de abortos. según el Registro de Interrupción Voluntaria del Embarazo, en 2008, 14.939 chicas de entre 15 y 19 años abortaron, es decir, de todas las mujeres que abortaron a sus hijos, el 12.89% de ellas tenían menos de 19 años.
Cierto que el preservativo reduce el riesgo, pero no lo elimina. Hay que tener en cuenta lo que los expertos en Salud Pública denominan compensación del riesgo: cuando se introduce una medida preventiva tecnológica, la población general acaba reduciendo la percepción de riesgo. La gente suele bajar la guardia y acaba desinterándose de otras medidas preventivas que sí son seguras. La existencia de este fenómeno hace que sea prioritario la adopción de otras estrategias para cambiar comportamientos sexuales.