Revista Arte

Error de cálculo

Por Loracueto

ERROR DE CÁLCULO: Consejos efectivos para eliminar lo que molesta.
Por: Eduardo Lora Cueto - @loracueto

ERROR DE CÁLCULO

Así, pero con un peso en todo el cuerpo me sentía.

Cuando algo siente que no pertenece a ese lugar, busca la manera más brusca de salir; aplica para cualquier circunstancia de la vida, pero en este caso, ese lugar es mi propio cuerpo. Desde el año 2008 vengo presentando –en algunas épocas del año- unas molestias muy extrañas en la parte baja de la espalda, aunque a veces es en la ingle o incluso muy cerca de las costillas. Cuando el dolor ataca, por arte de magia una parte de mí comienza a pesar más de lo normal y es cuando mi mente asegura que así como al lobo de Caperucita Roja, un cazador rajó mi barriga y me la llenó de incómodas piedras de más de 20 kilos.
Según un médico general de una de las EPS más paupérrimas de Colombia, este es el segundo dolor más fuerte en el mundo de los dolores, el primero es sin duda, afirma él con vehemencia, el dolor de parto (Como si hubiera parido para levantar tal juicio). Yo, por mi parte no he sentido –ni sentiré, ni quiero sentir- el dolor de parto, tampoco un dolor en el corazón, mucho menos molestias por el nervio ciático, ni una ruptura de hueso, ni dolor en el colon, apéndice, migraña o un mordisco de un perro furioso, pero lo que sí he sentido y puedo dar fe de ello es del molestoso y castigador cólico por cálculo renal.
Todas mis “recaídas” han sido muy peculiares, la primera fue en un cumpleaños de mi difunta abuela en donde por no querer perderme la fiesta tomé pastillas para disipar el dolor, otra me atacó en la madrugada, otra un medio día donde el dolor era tan fuerte que me hacía vomitar. Me ha dado también mientras veo televisión, después de una placentera relación sexual y hasta en medio de una clase universitaria, por suerte siempre he tenido amistades y familiares que me acompañen en el cruel momento en donde mi cuerpo quiere volver a adquirir aquella posición fetal que tanto gusto nos causó en el vientre, pero que en esta ocasión, sirve para controlar esas punzadas que da este dolor.
La más reciente vez fue estando en un congreso laboral, de donde me tocó correr en un taxi a una clínica, no sin antes dar dos vueltas a la manzana y embucharme de agua porque pensaba que esta era la receta más asertiva que iba a permitirme expulsar por mi órgano sexual masculino él –o los- incómodo(s) cálculo(s) renal(es).
Después de pasar casi un mes incapacitado intentado buscar cuál era la mejor solución, intenté probar una y mil recetas que la tradición popular caribeña asegura que era la verdadera solución. Aquí las menciono buscando poder encontrar al menos una excusa para poder referirme a este tema sin dolor alguno:
1. “Niño, tómate la cola de caballo”, me decía todo el mundo sin encontrarle explicación alguna a tener que cortarle la melena a un pobre caballito, pero, por suerte, en este lapso aprendí que los parecidos en la naturaleza sí existen, y que una planta tan similar a la melena de dicho animal, recibe bien su nombre. Me la tomé y parecía que tomara arena.
2. “La barba de maíz es efectiva”, y mi mente empezaba a maquinar una gran mazorca disfrazada de Papa Noel amarillo con una inmensa barba que me daría un abrazo y me curaría el dolor. Pero no fue así, tampoco me sirvió.
3. “La concha de piña con anís es deliciosa”, afirmaba mi tía que con todo su amor me la preparaba a diario, y aunque me encanta la piña y también el anís, después de más de 15 días con la misma pócima, no quería saber de ninguno de los dos.
4. “Mijo, el pepino… o el pepinillo”, me dijo aquel vecino desprevenido que se aferró a la frase ‘confunde y reinarás’, ya que me recomendó tomar jugo de pepino, pero luego decía que no estaba seguro si la receta era con pepinillo, y para no quedar mal o disimular su confusión terminó con un profundo: “Mijo, tómese los dos y pruebe a ver”.
5. “La milagrosa ¡Esa es!”. He probado todo tipo de hierbas y esta me pareció de las más desagradables, ya que sentía que literalmente estaba probando lodo. Y por más que la tomaba de día, noche o madrugada, nada que hacía su milagrito.
6. “San Gregorio te quita esa vaina”. En mi proceso de investigación acerca de las hierbas curativas de cálculos, no pude definir si la “San Gregorio” es la misma “Milagrosa”, no lo sé y necesito alguien que aclare de una vez por todas mi duda. De todos modos, también la tomé, obligado, pero la tomé.

ERROR DE CÁLCULO

Por momentos llegué a sentirme yerbatero. 

7. “El agua que vende El Chavo”. También probé agua de Jamaica (la misma que vendía algunas veces El Chavo a las afueras de la vecindad) y pude comprobar su gran efecto diurético, pero nada, mi problema no era por falta de orina, ya que el exceso de sal en mi cuerpo hizo que el cálculo se aferrara tanto a mí al punto de rastrillarme y provocarme expulsar en vez de orina, unos grandes chorros de agua roja, y no de Jamaica precisamente.
8. “Aceite de oliva apenas te levantes”, recordaba cada mañana. Antes me parecía terrible tomar una cucharada de aceite de oliva en ayuna, pero hoy día lo tomo como agua porque dicen que lubrica la uretra y permitirá que el/los cálculo/s salga/n sin dolor. Y como al ser humano no le gusta el dolor, entonces bienvenido seas aceite.
9. “No, aceite de oliva solo no, es con limón”, me regañaban por otra parte. Quienes me conocen de verdad saben que soy un frenético amante del limón (en todas sus presentaciones), tanto, que me como en ocasiones la cáscara, y por eso probar aceite con limón me sentaba bien, pero nada, pasaban los días y ni el limón ni el aceite me hacían efecto.
10. “Es que es aceite de oliva con semilla de níspero”. Recuerdo muy bien que esta receta la conocí por mi padrino de confirmación, receta que alguna vez me hizo efecto inmediato, esta vez la repetí 14 veces pero nada, y la esposa de mi padrino afirma que no preparamos bien la semilla. Es un arte esto de cocinar recetas curativas, al parecer, la semilla debe ser de níspero maduro y debe hervirse antes de triturarla, y se debe triturar bien, o una cruel tos aparecerá de un momento a otro; lo digo por experiencia propia.
11. “Cerveza negra, caliente, en ayuna y trucu-trucu”. Siempre he sabido que la cerveza sirve para orinar, e incluso lo he comprobado, pero esta vez no pude demostrar que sería el efecto sanador, ya que mi cuerpo estaba tan lleno de medicamentos químicos, que temíamos mi familia y yo un daño colateral. De todas formas, el hecho de tomarme la cerveza negra caliente y en ayuna, me parecía escalofriante, pero lo haré, prometo que lo haré y describiré segundo a segundo mi experiencia.
12. “Agua, mucha agua y ya”. El agua siempre ha sido bendita y más para un paciente con cálculo, de hecho, se tengan cálculos o no, no está de más tomarla. El Urólogo que pudo encontrar la cura a mi problema, afirma que debo tomar 14 vasos de agua diarios, agradezcan los pobres mortales que apenas les toca beberse 8.
13. “El agua con bicarbonato es más efectiva”, me insistían. Lo intenté, pero por otro lado me decían que si me habían prohibido la sal, el bicarbonato es malo también ¡Ay Dios! Por si las moscas, solo tomaba agua.
14. “50 limones exprimidos en dos huevos criollos”. Da la casualidad que dos conductores de taxi de los más de 12 taxis en los que me transporté en mi incapacidad me recomendaron esta fórmula secreta. La idea era dejar por 8 horas fuera de la nevera dos huevos criollos con cáscara, bañados en un zumo compuesto por 50 limones, y mágicamente, los huevos amanecerían sin cáscara y yo debía tomarme el agua que aquel efecto destilara. Gracias señores taxistas, pero para ser sincero, no lo hice y no creo hacerlo.
15. “Limón purito”. También me sugirieron el limón puro, y este sí lo hice con gusto. No me desagrada ni siquiera en ayuna.
16. “El llantén sí”, y lo probé. Es otra de las hierbas esas extrañas que vengo oyendo de un tiempo atrás, tomé más de 5 litros de esta poderosa planta, pero nada que salía mi cruel nuevo habitante.
17. “Lo que comen los pájaros”. Esta receta la probé bastante y no me hizo cantar mejor ni tampoco hacerme volar, pero debo admitir que no supo mal. Con todo lo que probé puedo llegar a pensar que el agua de alpiste es de los sabores menos desagradables.  
18. “Patilla y melón”. Las frutas diuréticas siempre ayudan y estas dos me encantan, así que no tenía problema en comerlas a toda hora.
19. “El chancapiedra”. Todo el mundo me decía que tomara este popular y natural remedio, estuve a punto de hacerlo hasta que mi novia notó que dicho medicamento no tenía Registro INVIMA y con eso que soy alérgico a la penicilina y a otras cosas más, preferí creer en los comentarios negativos de internet.  
20. “Un poco de yoga”. Y para terminar, ver y hacer tutoriales de ejercicios de yoga para curar dolores renales ayudó bastante. No solamente por lo necesario que fue para el cuerpo y las posturas que adquiría involuntariamente, sino también para tener ratos donde la mente se despejara y olvidara que algo no estaba del todo bien.
A las personas que me dieron las recetas ¡Gracias! Espero no tener que recurrir a ellas jamás, porque ese dolor es tan fuerte que se vuelve indescriptible, y también agradezco por cada oración, visita y mensaje durante mi recuperación. Podría sonar dramático, pero es que en realidad este dolor me hacía ver en ocasiones una mínima luz y un extraño túnel.   
Para terminar, debo confesar que de todos modos es clave seguir las recomendaciones médicas y conocer muy bien tu organismo, cuando esto pasa, ya sabes qué comer y sobre todo, qué es en realidad lo que te hace daño, aunque nos duela rechazarlo. Para quienes quedaron con la duda de cómo termina esta historia de terror, debo admitir que solamente pude expulsar con la uretra dilatada 1 de los 11 cálculos que estaban en mi cuerpo, aunque algunos los he visto triturados por la orina, por eso ansío mi ecografía en el mes de enero para saber cuántos quedan en realidad y seguir luchando con este error de cálculo que los médicos aseguran que será de por vida. De todos modos, este tipo de errores ocurren y lo importante –al menos por ahora- es que hay fuerzas, familia y muchas amistades para seguir luchando las inesperadas batallas que nos toca vivir.

ERROR DE CÁLCULO

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