Debió ser un error del sistema de alertas. Lo cierto es que ayer en Valencia los anticuerpos salieron de las mazmorras y se equivocaron a la hora de identificar el elemento extraño. En su lugar, atacaron las células saludables, mientras los violentos, los antisistema y los incívicos permanecían dentro, guarecidos de la trifulca, con su propia trifulca interior, encantados de sentarse en un escaño y no en un banquillo. Estamos acostumbrados a creer que la calle es el espacio natural de los que atentan contra lo ajeno, así que es relativamente normal que los anticuerpos erraran. Se trata de que no vuelva a suceder, y no de que por mucho repetirlo se convierta en habitual.
El 15-M ha venido a ser un antídoto contra ese colesterol que amenaza con provocar el colapso, pero habrá que intensificar la dosis para que los órganos no se constituyan a base de bacterias y tejidos cancerígenos y que los anticuerpos de seguridad identifiquen sin equívocos el elemento extraño que está poniendo en jaque el sistema, aunque se escude detrás de un crucifijo.