Si has decidido leer el artículo es porque piensas que seguramente la mantequilla es buena para mantener a raya a los cientos de parásitos que están deseando colonizar nuestro intestino. No te defraudaré.
La mantequilla ha sido... Repudiada, odiada, acusada de favorecer el exceso de triglicéridos en sangre, aumentar el colesterol y sobre todo engordar. En cambio, nadie se ha parado a pensar sus desconocidos beneficios y que un consumo regular de la misma, podría sernos de gran ayuda para mejorar la salud de nuestro intestino.
Muchos son los médicos que desaconsejan consumir grasas saturadas en la dieta, especialmente el exceso. Yo me doy por aludido también, pues cuando inicie mi camino por el mundo de la alimentación y la salud, una de las primeras cosas que te enseñan, es que el exceso de grasas es malo. Afortunadamente, ser juicioso y pecar de curiosidad, me ha abierto la mente en muchos aspectos, uno de ellos es desmitificar que las grasas son malas, incluidas las saturadas.
La mantequilla y su mala reputación
Hoy en día, prácticamente toda la población, huye de las grasas saturadas como la mantequilla, el tocino del jamón o el aceite de girasol. Algunos también, desinformados, se acercan a otros productos como las galletas integrales, el pan sin sal o las margarinas ligeras. Parece curioso y sobre todo, porque muchos medios de comunicación nos incitan a esto último, evidentemente por un interés económico más grande que la catedral de Santiago.
La mala reputación de la mantequilla ya no hay quien la levante y aunque es cierto que procede de la leche ( y ya sabéis lo que opino de la misma), es una opción interesante en casos de parasitosis o infecciones bacterianas, siempre y cuando sea una mantequilla de calidad. De esto quiero hablaros, pero antes hay que aclarar varios aspectos en relación a la mantequilla.
- No confundir con margarina. La margarina contiene grasas transaturadas (culpables de alterar muchos procesos celulares) debido a los procesos de hidrogenación durante su elaboración.
- La mantequilla no tiene porque engordar, salvo si lleva sal añadida y la acompañamos de pan, pues la cosa cambia drásticamente.
- Contiene muy buenas cantidades de vitamina A y D.
- Proviene de la leche, uno de los alimentos que más controversia ha generado en los últimos años, sin embargo, a no ser que seamos intolerantes a sus proteínas, podemos consumirla sin problemas.
- 210 mg de colesterol en una porción de 100 gramos de mantequilla parece una pasada, pero para aquéllos que sepan que el colesterol es una de las sustancias más importantes de nuesto organismo, sino el que más, la luz cambia en pro a la salud.
Yo nunca la he tenido en consideración la verdad, hasta hace unos meses que descubrí su papel antibacteriano y es por ello por lo que he querido disculparme un poco con ella. En todas mis observaciones y afirmaciones procuro ser neutro y jamás la he tenido como un alimento insano. No obstante, tampoco forma parte de los superalimentos, vale la pena aclararlo.
Ácido butírico regula el crecimiento de parásitos
Hay mucha evidencia científica que sugiere una relación íntima entre el cerebro, la conducta humana y los microorganismos que habitan en nuestro intestino. Muchas de las enfermedades de hoy en día relacionadas con el cerebro, tienen una profunda etiología bacteriana, aunque no sea el culpable principal. Es nuestra misión mantener y preservar la flora intestinal en virtud de una salud óptima y libre de enfermedades. Uno de los nutrientes que nos va ayudar es el ácido butírico, presente en buena cantidad en la mantequilla casualmente.
Los ácidos grasos saturados de cadena corta como el butírico (4 carbonos) o el caprílico (8 carbonos) se sintetizan de manera endógena en pequeñas cantidades en el intestino, a través del consumo de fibra dietética. La fibra dietética no es digerible por nuestras enzimas, por lo que las bacterias que viven en simbiosis con nosotros metabolizan (mediante fermentación) cierta cantidad de la misma, generando estos ácidos grasos saturados, realmente beneficiosos.
Bien, según este estudio, que nos brinda una excelente revisión crítica sobre la literatura que circula alrededor del butirato, nos acerca a su papel preventivo de muchas patologías en el tracto intestinal, y consecuentemente, de cáncer. El ácido butírico, según el estudio, tiene la capacidad de regular las funciones inmunitarias de la persona, previniendo multitud de enfermedades.
Un aspecto interesante de estos ácidos grasos de cadena corta, y por lo que yo creo que exigen una atención especial, es porque inhiben unas enzimas llamadas histonas, exactamente las deacetilasas (HDAC). El nombre es raro y no vamos a hablar de ellas. Únicamente saber que estas enzimas son encargadas de regular la expresión de muchos genes en nuestro organismo. Gran cantidad de microorganismos, como Clostridium, son capaces de producir ADN muy similar al nuestro, pudiendo alterar infinitas secuencias del mismo. Esto sugiere que muchas bacterias podrían estar involucradas en mutaciones celulares, cuando actúan fuera de la vigilancia del sistema inmunológico.
Dicho esto, el ácido butírico, colabora con nuestras defensas actuando como regulador de estos procesos, sin olvidar que sirve como fuente energética para los colonofitos (células de colon). Resulta realmente interesante aportar ciertas cantidades de él en la dieta, algunas investigaciones lo aconsejan además. Debido a que nuestra flora interna, está constantemente amenazada por los químicos y productos refinados que están en nuestra dieta, no podemos confiar en que toda la fibra dietética que consumamos, vaya en parte a producir metabolitos o sustancias beneficiosas, como el ácido butírico. Bueno, en realidad, vitaminas como la B12 o la propia serotonina, dependen también de que mantengamos saludable la microbiota del intestino.
Por tanto, para terminar, es objeto también de esta entrada recomendaros incluirlo en la alimentación. Es posible mediante suplementos, pero si apostáis por lo natural, en la mantequilla o el aceite de coco, encontramos buena cantidad. No debemos esperar a sufrir una parasitosis o alguna infección, ya que en la mayoría de los casos, una alteración de la población bacteriana que poseemos, suele ser imperceptible, hasta que aparece la enfermedad claro.
Procuraré dar más información en futuras entradas compañeros/as. Respecto a la mantequilla, me gustaría hablar más sobre ella, pero no quiero que se haga muy largo. Así que, en principio, apostad por una de buena calidad, que no lleve sal añadida y sin acompañarla de pan, pues sus efectos lipogénicos, de esta manera, seran menores.
Espero que os sirva de ayuda. ¡A seguid sanos/as, no lo olvidéis!