No sé porqué, pero ya hace algunos años me olvidé de la existencia de la televisión nacional. Mi (precaria) relación humano-tele encuentra sus límites en los 4/5 canales de series que el Santo Cable nos ofrece. (Bueno, también hago mis paradas en los canales de documentales, pero que no se divulgue!)
Así, cada vez que las series que sigo a rajatabla se toman vacaciones y a mí me ataca el aburrimiento voraz, me entretengo con esas series que no sigo pero que siempre están. Son esas series que, no importa lo que pase, se mantienen estáticas. Los personajes secundarios pueden cambiar, de a poco o de golpe, pero ahí están. Fijas. Iguales. Entretenidas.
Están ahí, siempre, no importa lo que pase. Se pierden un poco en el fondo, pero sobreviven.
¿Alguna vez te diste cuenta que no importa la hora que sea si prendes Universal Channel te encontras con algún episodio de La Ley y el Orden? Tantos episodios y tantos spin-offs que a veces hay que esperar al separador que llega antes del spot publicitario para saber bien qué serie estás mirando. (A mí mucho no me importa claro… siempre hay un crimen. Siempre se investiga. Siempre se encuentra al sospechoso. Siempre se soluciona).
Siempre me entretiene.
o… ¿Alguna vez te percataste de la cantidad de CSIs que hay? Yo creo que ya perdí la cuenta, pero no pierdo el sueño. Si no hay otra cosa que ver, nunca me defrauda.
¡Todos los años sale uno nuevo!
Tengo esta misma relación desamorada con NCIS, Bones, Two and a Half Men, The New Adventures of Old Christine. Me gustan, pero no tanto como para seguirlas y no tan poco como para dejarlas ir…