Me encantan las manualidades. Generalmente no me gusta empezar nada nuevo porque con lo obsesiva que soy, casi cualquier tipo de actividad crafty que me pasan por los ojos se convierte en obsesión.
Cuando empezamos con Colores hacíamos muchas cosas manuales para las bodas (nunca olvidaré las 420 flores de papel de ocho capas de papel de seda de nuestra querida Ana ni los sarpullidos de la arpillera de esas benditas banderitas, meseros y cositas varias que cosía escrupulosamente con mi recién estrenada máquina de coser que pocas veces después he vuelto a tocar). Ahora ya tiramos, como decimos las tejedoras, de stash jajajaja Y aunque nuestras decos siguen llevando muchas cositas handmade, tenemos muuuucho en propiedad y además hemos conocido gente maravillosa que, SI, lo vende!!!!. Ahora son raras las ocasiones en las que coso, tejo, adorno, escrapeo, monto pompones o cualquier cosa que se le parezca para las bodas.
Pero eso no quita que no haya adquirido otros hobbies o no termine de dejar los que ya traía de serie. Me dio por el scrap y ya no sé ni qué hacer con tanto papel decorado o las decenas de troqueladoras. Me dio por el packaging creativo y casi puedo poner una tienda de washi tapes, baker’s twine, cuerdas y adornos varios.
Pero lo que de verdad me quita el sueño los últimos meses (y es absolutamente literal porque hay noches que me he acostado a las cinco de la madrugada…) es el punto. Aaaayyyy el punto. Rescatado, retomado y ampliado hace un par de años, ahora es mi vicio absoluto.
No sé si empezar por la odisea calcetinera (no, no entiendo el talón boomerang de los toe-up) o por los KAL en los que me apunto y abandono desmoralizada porque he tenido que destejer 23 centímetros de capa jajajajaja. El caso es que tengo lana para calcetines para amueblar los piececillos de todo mi barrio, ovejas apadrinadas que no hacen más que mandarme el fruto de su pelambrera para la que no tengo patrones útiles, agujas rectas de todos los tamaños, sí, del 2 al 20, hasta que descubrí las agujas circulares y entonces, claro, las rectas han quedado relegadas junto con las de doble punta. Esto sin contar con los cientos de patrones descargados de internet que no sé si tendré vida para tejer o los mil ovillos que pululan por casa. Cada vez que llego con algo nuevo mi marido me mira atónito con la pregunta “Nuri, ¿más lana?” jajajaja. Pero no lo podemos evitar y vamos comprando en momentos como estos: “Huuuuy esta, para un gorro”, “Necesito tal tipo para el próximo KAL de Irene” (que no sé de dónde saca el tiempo esta mujer para estar a tanta cosa) o “Huuuuy esta, para un cuello precioso que vi el otro día en Ravelry”….Y mira que decía que si me metía en una red social más me sacaba los ojos, pero es que Ravelry es…para hacer otro post jajajaja.
Al final los problemillas los tengo por inconsciente y no fijarme, pero bueno, es lo que más me relaja en el mundo. Y parece mentira pero estoy esperando el momento del día en que pueda coger las agujas y avanzar con algo, y aunque suele ser pasada la medianoche, me hace falta ese ratito de aislarme con mi patrón y mi proyecto y desconectar de todo. ¿Hay tejedoras en la sala?, ¿a que sabéis de qué hablo? jejejeje
¡Qué tengáis un feliz finde, chicas!.
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