El antropocentrismo es la teoría que sitúa al ser humano como medida de todas las cosas.
“Así la naturaleza humana, su condición y su bienestar –entendidos como distintos y peculiares en relación a otros seres vivos– serían los únicos principios de juicio según los que deben evaluarse los demás seres y en general la organización del mundo en su conjunto”.
Esta corriente de pensamiento lleva fustigando al ser humano desde el siglo XVI (yo creo que mucho antes, pero es lo que ponen los libros). Los tiempos cambian, las mentes evolucionan y los nuevos científicos del siglo XXI se actualizan en sus doctrinas. ¿Eliminamos el antropocentrismo y el principio antrópico?. No, mejor lo extendemos a todo el universo observable y nos actualizamos ya del todo.
Últimamente abundan los artículos que defienden lo especial que es nuestro rincón del universo y la gran cantidad de leyes físicas dirigidas solamente con el propósito de que el ser humano exista.
Un equipo de científicos de la Universidad de Nueva Gales en Sydney han analizado la luz proveniente de cuásares lejanos usando datos del Very Large Telescope (VLT) y una de las conclusiones que han sacado es que una de las constantes de la naturaleza parece ser diferente en distintas partes del Cosmos, afirmando que nuestro Sistema Solar está situado en una zona del Universo que es propicia para la aparición de la vida.
La suposición de que una de las constantes de la naturaleza cambia según en el lugar del Cosmos donde nos encontremos va en contra del principio de equivalencia de Einstein que defiende que las leyes de la física son iguales en todos los lugares del Universo.
Lo que se ha encontrado tiene que ver con la constante de estructura fina, una constante física fundamental que caracteriza la fuerza de la interacción electromagnética.
Según John Webb “el hallazgo es una verdadera sorpresa para todos”. Los cambios en esta constante parecen tener una orientación, creando una especie de “eje” que atraviesa el Universo.
“Después de medir alfa (valor de la constante) en 300 galaxias distantes el valor no es el mismo que el obtenido en la Tierra” dice Webb.
“Las implicaciones para nuestro entendimiento de la ciencia serían muy profundas. Si los valores de las leyes físicas pasan a ser locales en vez de generales, significaría que nuestro lugar en el Universo favorece la presencia del ser humano” sigue explicando Webb. “Si estos resultados se verifican claramente necesitamos nuevas teorías de la física que los expliquen”, martillea en mi mente Webb, digo… continua diciendo Webb.
Como defendemos el método científico hay que decir que estos resultados ya se obtuvieron con el telescopio Keck en Hawaii. Los datos sugieren que el valor de alfa es ligeramente menor cuando la luz del cuásar fue emitida, hace 12.000 millones de años, que el valor que actualmente podemos medir en nuestros laboratorios terrestres si usamos los datos del telescopio Keck situado en el hemisferio norte. Ese mismo valor es ligeramente mayor que el obtenido en la Tierra cuando los datos provienen del VLT, situado en el hemisferio sur.
Cada hemisferio mira hacia un lado opuesto del universo observable. Si los valores obtenidos por ambos telescopios fueran iguales significaría que la constante no varía miremos donde miremos. La existencia de una variación mínima de menos de una parte en cada 100.000 es la raíz del problema, el universo parece tener un alfa mayor en una dirección y una menor en otra.
La Tierra parece situada en algún punto medio de esta gradación, un sitio donde la fuerza de la interacción electromagnética permite las reacciones químicas tal como las conocemos (un crecimiento de alfa de solo un 4%, por ejemplo, no permitiría a las estrellas formar carbono impidiendo que existiera toda nuestra base estructural).
Y vosotros os preguntaréis, ¿cuánto tiempo más va a seguir escribiendo estos resultados y va a perder los modales? Pues ya.
Los resultados hay que ponerlos porque ahí están, son fruto de una investigación desde 2011 y la ciencia se basa en mediciones, y si tienen razón pues yo cojo cierro el blog y sigo con mis quehaceres normales (que varias entradas a la semana durante casi dos años lleva su trabajo, además si hay un poco de suerte no sé si podré mantener este ritmo dentro de un tiempo).
Pero varias datos acuden a mi mente que pueden hacerme sospechar que los datos simplemente son incorrectos. Son cientos (sino miles) los experimentos que han refutado las teorías de Einstein acerca del principio de equivalencia (las leyes de la física son las mismas aquí que en el otro extremo del universo). Si es verdad que solo en nuestra parte del universo las reacciones químicas son viables ¿qué hacen nuestros radiotelescopios detectando carbono, azúcares y hasta ron en diferentes puntos del cosmos?. ¿Qué hacen todo esos sistemas planetarios orbitando alrededor de todo tipo imaginable de estrellas?, (hasta se forman sin estrellas oye). ¿Qué hacen algunos telescopios detectando en la luz que obtienen de las atmósferas de esos planetas patrones compatibles con la existencia de metano y de silicio?
¿Todas esas mediciones son incorrectas? ¿O puede haber algún factor que no hayan pasado por alto a la hora de medir la constante de estructura fina?
Somos una especie única y maravillosamente extraña. Millones de factores han concurrido para que existamos. No hay duda de eso. Pero cuanto más conocemos del universo que nos rodea menos dudas tenemos que esta excepcional singularidad, que es la vida, se repite una y otra vez en todos los lugares del cosmos donde tiene la más mínima oportunidad.
El antropocentrismo tiene una tratamiento muy simple, el tiempo.
“No se si existen o no, pero es todo caso, el Universo es enorme. Y si solo estamos nosotros… ¡¡Cuanto espacio desaprovechado!!” (Contact, Carl Sagan)