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¿Es posible heredar los recuerdos de los padres?

Por Davidsaparicio @Psyciencia
Unsplash / Pixabay" href="https://i0.wp.com/www.psyciencia.com/wp-content/uploads/2016/07/recordar_1468963404.jpg?fit=1280%2C845&ssl;=1">RecuerdosUnsplash / Pixabay

Se sabe bien que de los padres se heredan infinidad de características debido a los 23 cromosomas que aportan para generar la célula que desarrollará la vida. Se recibe por ejemplo, el temperamento y, en algunos casos, cierta variabilidad cromosómica que culmine en un síndrome. Pero la ciencia estudia la posibilidad de que sean los recuerdos los que pasen de una generación a otra.

La epigenética es una disciplina que pone el tema en el campo de juego. Se trata del estudio de los cambios heredables en el ADN e histonas, que modifican la estructura y condensación de la cromatina, afectando la expresión genética y el fenotipo. En otras palabras, la variabilidad cromosómica y su manifestación en el individuo.

La revista Nature publicó un artículo donde se expone una investigación realizada por Bryan Dias y Kerry Ressler (Universidad de Atlanta, Georgia) en la que la pregunta inicial era si la vida de los antepasados, sus vicios o su participación en la guerra, tendría efectos claros en las posteriores generaciones.

Dias, pasó horas experimentando con ratones y observó cómo el miedo asociado a un olor puede afectar a los animales y dejar una huella.

Expuso a ratones macho a acetofenona (químico de olor dulce utilizado para hacer fragancias) luego de darles un ligero golpe en los pies. Los animales fueron expuestos a este proceso cinco veces al día durante tres jornadas. El resultado fue que empezaron a presentar miedo a la acetofenona aún sin recibir el golpe.

El investigador permitió que los roedores se aparearan con hembras sanas. Sus crías resultaron ser especialemente sensibles a la acetofenona. Lo mismo pasó con sus nietos. El información ambiental fue heredada.

Ahora se le conoce como Herencia Epigenética Trasgeneracional. Las experiencias traumáticas quedan grabadas en el ADN y, al reproducirse, puede afectar el sistema nervioso central de los hijos.

El tema no deja de ser controvertido y ha habido respuestas ante tal investigación. Incluso la misma revista propone que una de las razones por las que continua el escepticismo es que el mecanismo por el cual esta herencia sería funcional es aún misterioso y que se requiere una inmersión profunda en la biología reproductiva para demostrar cómo las señales relevantes pueden ser formadas en la línea germinal.

“Nuestros resultados proporcionan un marco para abordar cómo la información ambiental puede ser heredada transgeneracionalmente en los niveles comportamental, neuroanatómico y epigenético”, argumentaron los investigadores en su informe.

La epigenética nació en la década de los 90 a partir de la pregunta: ¿Existe una conexión entre las reacciones químicas que regulan la expresión de los genes y los mecanismos por los cuales se instalan los recuerdos en la memoria? Sus pioneros son el neurólogo Michael Meaney y el genetista Moshe Szyf. Se pretede explicar que se pueden heredar ciertos rasgos sin que se modifique el ADN.

Las plantas también

La selección natural no es cosa primitiva, los seres vivos se enfrentan día con día con peligros que le hacen adquirir rasgos defensivos, como el de las plantas frente a los animales herbívoros (las espinas son un claro ejemplo). Sin embargo hay “recuerdos” en las plantas que han sido consumidas parcialmente por animales, por lo que generan una inducción de defensa química cuando ven de nuevo el peligro acecha. Generando que el consumidor vea reducida la calidad de su ingesta, lo que lo invita a retirarse.

El fenómeno se llama “Imprimación” o “troquelado” y tiene un parecido, aunque superficial, con la mejora de las defensas de los animales con los patógenos después de haber tenido una experiencia con ellos.

En su artículo “A vueltas con los vestigios: recuerdos que se heredan”, el biólogo sevillano Carlos M. Herrera explica lo que el llama Memoria Defensiva. El propone que las plantas tienen “marcas epigenéticas” debidas a la metilación del ADN (la cual controla la expresión y regulación de los genes), que son heredadas y pasan inalteradas de una madre a hijo.

Quiere decir que la defensiva ante el peligro, puede ser trasmitida a sus descendientes sin que estos tengan que sufrir un ataque, antes de poder defenderse de los fitófagos.

Jung y el inconsciente colectivo

El psiquiatra suizo Carl Jung (1875-1961), propuso la existencia de un inconsciente colectivo, compartido de persona en persona por herencia en lugar de experiencia personal. Por ende el contenido heredado es similar aunque dos individuos afronten diferentes experiencias en la vida y en distintas etapas de la historia. La forma es simbólica y al material en crudo se le conoce como arquetipo (Cloninger, 2003).

Jung soñó en su momento con un lugar profundo dentro de una casa de dos niveles, a su vez dentro de ese lugar el descubre un lugar más profundo, en el cual se encontraban vasijas rotas y mucho polvo (elementos que le significaban restos de una cultura primitiva). También descubrió dos cráneos humanos semi-destruidos y muy antiguos (Cloninger, 2003).

El psiquiatra interpretó esta eventualidad como un diagrama estructural del alma humana que todos llevamos sin importar la cultura (Cloninger, 2003).

Jung descubrió semejanzas entre las experiencias de sus pacientes psicóticos y los símbolos del arte y la mitología en la era antigua, por ejemplo (Cloninger, 2003).

En otras palabras, el psiquiatra determinó que el inconsciente colectivo, inconscientemente nos moldea por las experiencias remotas de la especia humana y se va trasmitiendo a través de la herencia genética.

Después de todo, un ave que ha crecido en aislamiento, hará un nido sin que nadie se lo haya enseñado cuando esté a punto de empollar.

La epigenética aún tiene un largo camino por recorrer, y aunque no ha determinado si pueda recordarse a cabalidad un hecho vivido por los antepasados, da luces de que, por lo menos, las respuestas de los estímulos establecidos en generaciones anteriores pueden presentarse iguales en sus descendientes.

Por otro lado, la humanidad comparte simbolismos, tales como el dragón en China o la serpiente emplumada en Mesoamérica, o como el arquetipo universal de la figura de la madre. Todo esto puede ser una memoria, quizá universal, como lo dijo Jung.

Las herencias, siguen estando ahí, decidiendo, inconscientemente, por nosotros.

Referencias:

Cloninger, S. (2003). Teorías de la Personalidad (Tercera Edición ed.). México: Pearson Educación. Prentice-Hall.

Dias B., Ressler, K. (), Parental olfactory experience influences behavior and neural structure in subsequent generation

Herrera, C. (2014), A vueltas con los vestigios: Recuerdos que se heredan


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