“Nuestra verdadera naturaleza es estar fuertes, sanos, felices y libres” – Erwan Le Corre. MovNat
¿Hay una forma mejor de estar en contacto con la naturaleza que meter el pie en un río?
El sol apenas asomaba por las montañas. Desde luego no hacía frío, pero tampoco calor. Lo que mejor se podía escuchar era la tranquilidad. ¿Hacia dónde voy? Vi una pista que llevaba hacia el bosque. Me pareció un buena opción. No quería correr para batir un record, solo para disfrutar. De repente, la pista se convirtió en un sendero estrecho. Mejor. Así podría jugar a esquivar las ramas y los troncos del suelo. ¿Por qué no coger uno? Era pesado, pero ¿hacía cuánto tiempo que no levantaba un objeto natural? Ni lo recuerdo. Luego vi una tapia de piedra, ¿por qué no correr por encima? Iba fijándome dónde poner los pies, alerta, pero divirtiéndome. El corazón me latía cada vez más fuerte. Tuve que parar. Decidí seguir andando para recuperar, hasta que encontré el lecho del río. ¿Por qué no correr por aquí también saltando de piedra en piedra? De nuevo lo aleatorio, lo divertido. Y llegué a la charca…
La Charca de la Nieta, una gran poza de agua de río. Por supuesto, fría. Estaba solo. ¿Y si me doy un baño?¡Claro que sí! Eran las 8 ó 9 de la mañana y tenía la oportunidad de nadar con toda la tranquilidad del mundo. El agua estaba helada, pero no me lo pareció tanto como la primera vez que me bañé allí. Nadé a crawl, a braza, me dejé flotar. Mi cuerpo se relajaba…
Aquella mañana había decidido hacer un poco de ejercicio. Ir a correr. Acabó siendo la sesión de entrenamiento más gratificante que he tenido en mucho tiempo. Lejos de gimnasios, lejos de carreteras o carriles bici, sin pesas, sin prisas. Yo solo.
Con el tiempo, reflexionando, he descubierto por qué. Echaba de menos el contacto con la naturaleza.
No estoy hablando de ir a pasar un día al campo. Estoy hablando de contacto real, de sentirla. De disfrutarla en toda su amplitud, de acercarnos a nuestros orígenes como especie. Cuando no teníamos tanta regularidad, cuando no había rutinas establecidas para tantas cosas. Uno corría pero no existía el cronómetro, nadaba y no sabía lo que era una serie, hacía pesas pero no sabía lo que era un pesa.
La mayoría de la población mundial vive en las ciudades, y cada vez lo hará en mayor número. Y cada vez más tendremos un sentimiento extraño, nos faltará algo. Nos faltará la aleatoriedad que nos ofrece el contacto con la naturaleza.
¿Hace cuánto que no pasas un día entero en un bosque, o en una montaña o en un lago? Si la respuesta es mucho, casi seguro que tengas un buen nivel de estrés, cierta insatisfacción personal y no sepas por qué.
No lo digo yo, lo dice este estudio que encontré aqui:
“Modern lifestyles disconnect people from nature, and this may have adverse consequences for the well-being of both humans and the environment. In two experiments, we found that although outdoor walks in nearby nature made participants much happier than indoor walks did, participants made affective forecasting errors, such that they systematically underestimated nature’s hedonic benefit. The pleasant moods experienced on outdoor nature walks facilitated a subjective sense of connection with nature, a construct strongly linked with concern for the environment and environmentally sustainable behavior. To the extent that affective forecasts determine choices, our findings suggest that people fail to maximize their time in nearby nature and thus miss opportunities to increase their happiness and relatedness to nature. Our findings suggest a happy path to sustainability, whereby contact with nature fosters individual happiness and environmentally responsible behavior.”
Es decir, a medida que nos alejamos del contacto con la naturaleza, no solo dejamos de lado las experiencias placenteras que esto nos provoca, sino que además perdemos la sensación de necesidad de protegerla. No se puede proteger lo que no se conoce o lo que no se aprecia.
¿Conoces el movimiento MovNat de Erwan Le Corre? Su forma de entrenar es fascinante. Solo usando su cuerpo (atención chicas) y la naturaleza para un acondicionamiento completo y funcional. No solo en lo físico, sino también en lo sensorial, psicológico y ¿por qué no? en lo espiritual. ¿Te crees muy fuerte porque tiras con 60 kilos en un gimnasio? Prueba a subirte a un árbol como en este vídeo y me lo cuentas:
Para “estar en forma” los anglosajones usan la palabra “fit” que también significa adaptado. ¿Conocéis un mejor ejemplo de estar en forma o adaptado?
Mientras siga la tendencia actual a vivir en grandes ciudades, veremos a la naturaleza cada vez más como una carga, algo que hay que “proteger” en vez de algo que nos protege a nosotros, y que nosotros necesitamos más, no ya desde un punto de vista económico como demuestra la ecología, sino también desde un punto de vista psicológico y emocional que quizá no tengamos tan en cuenta.
¿Habéis llevado a un niño a la naturaleza? No a una granja escuela, a la naturaleza. Cada dos metros se tiene que parar a explorar. Es frustrante si ibas a hacer una ruta, pero absolutamente fascinante si no tienes otro objetivo que dejar que pasen cosas. Mirar este vídeo:
Fueron casi 3 horas de marcha hasta la Chorrera del Lanchón en Gredos. Todo un reto para una niña de 4 años, pero allí estaba. No se quería perder la posibilidad de ver la cascada, y la vimos. Y pisó piedras, y se tropezó y se levantó y se hizo pupas y disfrutó.
¿Hace cuánto que no estás en contacto con la naturaleza? Hazlo por tu bien y por el de tu entorno.