"… En un lugar de la Mancha…" ( de cuyo nombre os vamos a hablar…)
Es inevitable al escuchar la frase anterior, que venga a nuestra mente la imagen del hidalgo caballero que creó en su magistral obra Cervantes, y su compañero Sancho Panza. Y si uno piensa en ellos, casi de forma instantánea, los molinos acompañan la estampa, como en un contraluz, las siluetas se dibujan en la cima de las colinas castellanas, con las grandes aspas, de esos gigantes imaginarios, en movimiento…
La ficción y la realidad una vez más viajan de la mano, y si bien Don Quijote quiso luchar contra los molinos, en Consuegra nosotros podemos acercarnos a sus pies y ser testigos de un paisaje clásico que muchas personas fuera de nuestras fronteras solo pueden imaginar como parte de una obra de arte literaria pero, que en este caso, el escenario no es ficción, es realidad.
En la 'Ruta del Quijote', sobre el Cerro Calderico (en el municipio de Consuegra, en la provincia de Toledo) a 704 km de altitud, se erigen actualmente doce de los trece molinos que existieron. Están rehabilitados y alguno es visitable y funcional, formando un perfil castellano que casi todos los españoles, de alguna manera, sentimos nuestro.
La función de estas construcciones era de moler el trigo y convertirlo en harina (alguno aun mantiene la maquinaria original) pero han pasado a la Historia con mayor relevancia por ser inspiración para los escenarios en los que se ambienta la Obra de Don Quijote de la Mancha.
Cierto es que, desde el Cerro Calderico, se obtienen panorámicas de los campos de Castilla muy inspiradoras. Comparten esta crestería, que durante años fue la responsable de unir el centro de la Península Ibérica con el sur, los molinos junto con el Castillo Medieval, que en nuestra visita estaba siendo restaurado.Decir que, junto con Consuegra, existen dos localidades, Campo de Criptana y Mota del Cuervo, que tienen las mayores concentraciones de molinos de viento de la Península Ibérica.
Pero volviendo a nuestro destino, nos centramos en Consuegra y sus doce molinos, cada uno bautizado con un nombre vinculado a la obra literaria 'Don Quijote de la Mancha'. Destaca el molino de Sancho con una maquinaria original del s. XVI que se pone en marcha en 'la Molienda de la Paz y el Amor' y que se abre el día de la fiesta de la Rosa del Azafrán, que para los interesados, se celebra el último fin de semana del mes de octubre. Una fiesta llena de eventos relacionados con las tradiciones.
Bolero (Oficina de Turismo), Clavileño, Rucio, Espartero, Vista Alegre, Cardeño, son algunos de los nombres de los molinos que podréis encontrar.
Desde el municipio, una carretera lleva hacia el cerro, existiendo un aparcamiento para estacionar el vehículo y continuar a pie. El paseo es agradable y va ofreciendo diferentes imágenes con las que poderse deleitar.
No podemos olvidar el Castillo del Consuegra, también llamado Castillo de la Muela, que lo encontramos en el ascenso al cerro. Su origen se sitúa entre los siglos X y XIII. Sus inicios, en época del Califato de Córdoba, hacen que la fortaleza pase de manos cristiana a árabes con cierta asiduidad. Formó parte de una dote matrimonial y fue arrebatado en la batalla de Consuegra con los almorávides, dónde murió el hijo del Cid Campeador. Idas y venidas de unos tiempos de luchas insaciables por el dominio cristiano y musulmán.
En el s.XII pasa a ser recuperado definitivamente por los cristianos y entregado de mano de Alfonso VII, junto con todas las tierras que incluían al pueblo, a la orden de San Juan de Jerusalen, que hicieron de Consuegra la capital del priorato de la Mancha. En esta etapa el castillo tomo su apariencia actual.
Posteriormente, el castillo es víctima de la invasión napoleónica, y en el s. XIX, como otros tantos edificios, de la desamortización de Mendizabal, donde se piensa que se perdió un valioso archivo, entre otras muchas cosas, del que disponía. Tras este último suceso, el castillo quedó en el abandono hasta ser recuperado por el ayuntamiento y sometido a restauración.
Consuegra se ocupa bastante del turismo, existen visitas guiadas, teatralizadas y hasta nocturnas para dar a conocer su patrimonio. En el molino “Bolero” habilitado como oficina de turismo, os podrán informar sobre todo ello.
Por otro lado, a los pies del castillo y los molinos, la población descansa, muchas veces invisible para el visitante que concentra su atención en los protagonistas de los que os hemos hablado.
Pero entre las callejuelas conviven otros edificios con su propia historia, como, por ejemplo, la Iglesia de San Juan Bautista, la Iglesia de Santa María la Mayor o la Iglesia del Santísimo Cristo de Veracruz.
La plaza del ayuntamiento está asentada en el antiguo foro romano. En esta plaza confluyen estilos muy diversos en las fachadas que la rodean. Lo más llamativo quizá sea el edificio de “Los Corredores” del s. XVII, con una arquitectura típica castellana y que a lo largo de la historia ha tenido diferentes funciones, hasta actualmente albergar el museo arqueológico del lugar.
Pero la realidad es que desde el núcleo urbano, quieran o no, los molinos y el castillo siguen siendo el centro de atención, sobresaliendo al final de las callejuelas, como si estuvieran vigilándolo todo. Al caminar, podrías escuchar el eco de las callejuelas:
(…)—¿Qué gigantes? —dijo Sancho Panza.—Aquellos que allí ves —respondió su amo—, de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas —Mire vuestra merced —respondió Sancho— que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.—Bien parece —respondió don Quijote— que no estás cursado en esto de las aventuras: ellos son gigantes; y si tienes miedo quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla (...)
Capítulo VIII Don Quijote de la Mancha (Miguel de Cervantes)
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