Escapada de la semana

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Hay lugares todavía en nuestro país que permanecen inalterables al paso los siglos, donde es posible viajar sin ningún tipo de maquina del tiempo a otras épocas pasadas con el solo hecho de pisar su suelo. Calatañazor, un pequeñísimo pueblo de la provincia de Soria es uno de esos lugares donde me he sentido viajar siglos atrás, debido al excelente estado de conservación de sus calles, casas, entorno y urbanismo, solo su Castillo en ruinas nos avisa del tiempo en el que estamos. Todo ello conforma una verdadera Joya Medieval, irresistible para el visitante y con un carácter mágico, sobre todo si se visita en pleno invierno y a primera hora de la mañana (como tuve la oportunidad de hacer), donde como mucho nos cruzaremos con algún habitante madrugador.

¿Cómo llegar?

Está situado a orillas del río Milanos, al suroeste de la capital, de la que dista 32 km. Tiene alrededor de 70 habitantes. Comprende las pedanías de Abioncillo y Aldehuela.

La vía de acceso es la N-122 de Soria a Valladolid ,a 25 Km de Soria se toma el desvío por la SO-P5026. La distancia desde la capital es de 33 Km.

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¿Donde “Almanzor perdió el Tambor”?.

Calatañazor (Soria). Regreso al Medievo.

Busto de Almanzor en una de las plazas de la localidad.

Según este dicho popular, en Calatañazor, el famoso Caudillo Musulmán, Almanzor (Al-Mansur), azote de los ejércitos Cristianos fue derrotado y muerto en la Batalla que supuestamente ocurrió en esta localidad en el 1002, aunque esto no esta nada claro, es mas, se cree que esta Batalla no dejo de ser mas que una pequeña escaramuza y que el propio Almanzor murió sin ser nunca derrotado. Se cree que esta leyenda se originó en las filas cristianas para animar a las tropas, muy desmoralizadas por las continuas y devastadoras victorias del conocido como “martillo de Ala”. El propio Menendez Pidal afirma:

“Almanzor hizo la última expedición de su vida, dirigiéndose a través de Castilla, hacia San Millán; fue una expedición victoriosa como todas, pero tuvo que retirarse al sentirse muy enfermo. Se hacía llevar en litera… agobiado por crueles dolores… repasó la frontera y llegó a Medinaceli, primera plaza de armas musulmana; murió el 10 de agosto del 1002“.

Queda claro pues la falsedad de la historia, aunque la frase haya llegado intacta hasta nuestros días.

Restos del Castillo de Almanzor

El Medievo a nuestros pies.

Todo en Calatañazor huele a Medievo, todo parece inalterable desde hace siglos, las calles empedradas con canto rodado, casas con paredes de tapial de barro y paja o mampostería de piedra, puertas protegidas por postigos de media altura, cubiertas de teja sobre las que se alzan las genuinas chimeneas cónicas típicas de la zona y que tan característico hacen al pueblo, rodeado como está de su impresionante muralla cuyos lienzos y cubos cubren todo su perímetro, con excepción de la zona oriental.

Su ubicación, sobre una roca y su finalidad defensiva han marcado fuertemente su urbanismo, que se reduce a una empinada calle que constituye el eje del pueblo. En la zona superior se ubica la plaza mayor, que acoge su “Rollo de Justicia” y que aglutina el Castillo y el Ayuntamiento, desde donde se contempla la llanura hoy llamada Valle de la Sangre, en recuerdo de la supuesta Batalla entre Cristianos y Musulmanes.

Los restos de su gran Castillo, con dos iglesias, una Gótica, Nuestra Señora del Castillo, (Actual iglesia parroquial) otra Románica (La ermita de la Soledad) y con una tercera en ruinas de origen Románico (San Juan Bautista).

Todo ello le valió Calatañazor la declaración de Conjunto Histórico-Artístico Nacional en 1962.