Nikko está a unos 125 km al norte de Tokio, en la región de Kanto, a unas dos horas y media en tren. Los billetes se sacan en la estación de Asakusa. Nosotros nos sacamos el billete “Nisha-Ichiji”, con el que se pueden ver dos santuarios y un templo por dentro, e incluye el billete de ida y vuelta en tren por 2.000 yenes por persona.
Un poco más al norte de Nikko, también se pueden visitar unas cascadas y los típicos onsen naturales (aguas termales de origen volcánico). Para ello hay que pasar una noche por esta zona, cosa que tuvimos que dejar pendiente.
Básicamente, Nikko es un complejo de templos en un entorno natural, en la montaña, con miles de cedros, muchos de ellos centenarios. Tiene a su entrada el Puente Shinkyo, realizado en madera y pintado de rojo.
Puente sagrado Shinkyo
El resto son templos y santuarios, muy parecidos a los que vimos en Tailandia, ya que estos también son budistas. Lo especial de estas construcciones, al menos para mi, es el entorno en el que se encuentran y la concentración tan numerosa en lo alto de las montañas.
El símbolo de Nikko son los tres monos sabios: " No escuches ningún mal, no hables ningún mal y no veas ningún mal" (como los emoticonos del whatsapp,..jajaja). Se convirtieron en su símbolo por la gran cantidad de estos animales que había en la zona. Nosotros no vimos ni uno... el excesivo turismo???.
La verdad es que la zona es muy bonita, aunque nosotros pasamos más frío que robando hielo. En primavera debe de ser mucho más impresionante, además de más agradable de ver y pasear (casi nos tienen que amputar un dedo...).
Nikko no tiene nada que ver con Tokio, guarda todavía la apariencia de ciudad antigua, debido a que no sufrió los ataques de las guerras, conserva aún numerosos templos y pagodas.
Bajamos a comer a la calle principal del pueblo, muy cerca del complejo de templos, en un sitio que vi en "tripadvisor", y que tenía muy buenas críticas. La verdad es que estábamos sólo nosotros y una australiana, aunque creemos que actualmente se había convertido en una turistada. Aún así nos gustó, la comida estaba buena y el lugar era muy acogedor y curioso. Estaba lleno de anotaciones, firmas y lo que se te ocurriera escribir y colgar en la pared del pequeño restaurante.
Restaurante Hippari-Dako en Nikko
A lo largo de la calle principal, hay muchas tiendas de antigüedades, láminas, pinturas y otras cosas curiosas. En Nikko vimos las únicas geishas de nuestro viaje. Son mucho más frecuentes en Kioto.
Llegó la hora de coger el tren y volver a Tokio. Nos despedimos de Nikko pensando que es muy bonico y con esta vistas del Monte Fuji.