En una época en la que las situaciones, personas y comentarios te superan, encontrar una vía de escapada es el único modo de seguir adelante. Cada papel en blanco, no importa la calidad, es un universo por crear, un horizonte por descubrir, y cualquier garabato, un amigo con el que sentirse a gusto. Las imágenes en estos papeles se agrupan, solapándose sin orden ni concierto, pero ayudándome a crear. Los recuerdos de excursiones al campo que duermen en el fondo de mi mente afloran en esos momentos en que doy rienda suelta a mi mano, conectada por tendones a los músculos, esclavos del cerebro creador. El problema surge cuando no hay papeles en blanco a mano y el único modo de aguantar es respirar hondo y dar un paso al frente, sin mirar atrás, como cuando vuelves del monte a oscuras prácticamente, después de haber estado escuchando la llamada del Gran Duque.