“Eres esclavo de lo que dices y dueño de lo que callas”. La primera persona que me dijo esta frase fue mi madre. No recuerdo el contexto, pero imagino que en alguna ocasión en la que me pasé de bocazas y aquello trajera consecuencias dolorosas para mí. En ese momento me pareció una revelación, algo así como si mi madre me hubiera contado la gran respuesta a todas las preguntas que la ciencia y la filosofía se han venido haciendo durante siglos y, aunque está claro que no tiene tanta relevancia es evidente que encierra una enseñanza muy útil para desenvolvernos en las relaciones con los demás y, esto es muy importante, en cómo nos movemos y qué decimos a través redes sociales, blogs y espacios como este “Rincón de pensar”.
Lo primero que me gustaría hacer es animar a la gente a que se exprese, a que diga o escriba lo que piensa y sobre todo lo que siente, a lo mejor no está bien que yo lo diga pero eso de “pensar” está sobrevalorado. Normalmente cuando tenemos la necesidad imperiosa de comunicar algo es porque nos lo dicta más el corazón que la razón. Aunque seas dueño de aquello que no expresas animo a todos a no callarnos. No podemos tragarnos el veneno que supone el doblegarnos ante situaciones injustas o cuando somos maltratados sobre todo cuando lo hacen los poderosos, podemos terminar pasando por el aro por necesidad o por la adaptabilidad que caracteriza al ser humano (no creo en el “antes partía que doblá” aquel que entonó Magdalena Álvarez cuando era ministra de Fomento. Un viento poderoso puede arrancar de raíz un árbol y no molestar al flexible junco) pero al menos que sepan que lo sabemos, que no nos engañan, “venceréis pero no convenceréis” que dijo Unamuno.
Dicho esto tampoco quiero que se interprete que lo que propongo es soltar lo primero que te suba por la garganta como si fuera un eructo sin medir las consecuencias que pueda tener. A veces hay determinados foros de opinión en internet que son más parecidos a las puertas de los wáteres de los talleres y las barras de los bares donde la gente se dedica al insulto gratuito y a lanzarse verdaderas puñaladas verbales unos a otros alrededor de temas que ni en mis más delirantes pesadillas hubiera podido imaginar que desataran semejante oleada de violencia verbal. A veces me pregunto qué pasaría si dejaras encerradas en una habitación a esas personas durante una hora, ¿se matarían?, ¿nada?, ¿o se harían amigos del alma?
Para evitar estas situaciones lo mejor es utilizar la asertividad. Esta es un forma de comunicación que nos permite expresar aquello que sentimos y no nos queremos ni tenemos por qué tragarnos sin necesidad de herir ni de insultar a nadie. Además el mensaje quedará mejor explicado y entendido ya que nuestro interlocutor, en comunicación personal, o interlocutores, si escribes en un medio social, siempre estarán más receptivos ante una comunicación tranquila. Todos nos ponemos a la defensiva cuando nos atacan, es natural.
Cuando escribimos en medios sociales tenemos que tomárnoslo tan en serio como si estuviéramos subidos en el quiosco de música de la plaza del pueblo delante de todos los vecinos. Sabemos que si decimos algo inconveniente podemos ir de cabeza al pilón, que por algo está justo al lado del quiosco de música, aunque si son fiestas y la gente va como va podemos ir al pilón igualmente aunque de mucho mejor humor. Recientemente se ha producido la primera condena por acoso y amenazas a través de Whatsapp (o guasap) y es conocido el caso del Barón Robert Alistair Mc Alpine, que fue miembro del gobierno de Margaret Thatcher y acusado sin pruebas de acoso a menores. Dos cadenas de televisión (BBC e ITV) tuvieron que indemnizarle con grandes cantidades y sus abogados exigieron disculpas y compensaciones económicas (unas y otras en función del número de seguidores) a unos diez mil tuiteros que dieron por ciertas las noticias que difundieron dichas cadenas y que además se dedicaron a insultar y a hacer chistes sobre el expolítico británico y sus aficiones sexuales.
Dicho todo esto lo primero que quiero hacer es aplicarme el cuento. Por ejemplo, yo aquí no podría decir “¡el Rajoy es un ladrón y lo tenían que meter en la cárcel a él y a toda su cuadrilla de ladrones que se han estado llevando los sobres del Bárcenas!” porque no puedo asegurar que eso sea verdad, por lo tanto no lo digo. Igualmente tampoco podría decir, “¡el Partido Popular está en manos de corruptos que se han llenado los bolsillos con las comisiones y las mordidas que le pedían a constructores y empresarios a cambio de obras y servicios públicos mientras que a nosotros nos funden a impuestos y nos obligan a apretarnos el cinturón!”, como tampoco tengo pruebas de esto último tampoco lo digo, bueno, de lo de fundirnos a impuestos y lo del cinturón sí que puedo decirlo. Podría estar toda la mañana escribiendo frases llenas de supuestas verdades, cargadas de rabia e insultos y que la única consecuencia que podría traerme sería una denuncia por calumnias o el enfado de alguien que me lea y sea simpatizante del PP y se sienta insultado por que yo haya utilizado un lenguaje demasiado agresivo. Entonces voy a lo que creo que sí puedo decir. Exijo (ojo, no pido, exijo) desde esta modesta plataforma la comparecencia del Presidente del Gobierno de España para que dé explicaciones en el Parlamento y ante toda la ciudadanía, los que le votaron y los que no, de todas las informaciones que se están publicando y que presuntamente le implican en financiación ilegal de su partido, cobro de sobresueldos, etc…
¡Hay que ver las vueltas que he dado para soltarlo!
P.D. Escribí esta entrada a comienzos de esta semana y he estado pendiente a lo largo de la misma de comprobar si el presidente seguía callado, a lo suyo, o cumplía con su responsabilidad de, como mínimo, salir a dar la cara. Si hubiera salido habría tenido que modificar por lo menos el final. Hubiera preferido tener que hacerlo.
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