¿Pero qué puedo hacer? No lo decidí yo, lo decidieron sus abrazos, sus miradas cómplices, su mano tendida y su simple presencia cuando a mi alrededor todo era vacío. Fueron sus palabras de aliento en la adversidad, el saber que no hay distancia que consiga separarnos.
Supongo que aunque me sienta frágil y vulnerable, en el fondo tan sólo soy un frágil y vulnerable privilegiado, porque como diría Dexter:
Hacen que parezca tan fácil conectar con otro ser humano. Es como si nadie les hubiera dicho que es lo más difícil del mundo
Me temo que no le falta razón, cuando uno es joven se piensa que lo más sencillo del mundo será conectar con otra gente, pero el paso de los años se empeña en mostrarnos la cruda realidad, se empeña en mostrarnos que tan sólo serán unos pocos los que consigan robarnos el corazón. Quizás sea por eso por lo que me siento tan privilegiado de que alguien hace tiempo me lo arrebatara.
No pretendo sonar pedante y correré el riesgo de que la arrogancia se apodere de mis palabras, pero que quieren que les diga, es mi mayor orgullo y orgulloso estoy de que la mayor de mis condenas consista en ser por el resto mis días esclavo de sus sonrisas.