Revista Libros

"Escribir con caca" - Luis Felipe Fabre

Por Marapsara

Cuando entras en la web de la editorial Sexto Piso, puedes elegir entre el sitio mexicano o el español. Esta editorial da voz a autores de ambas nacionalidades, y no es de extrañar que hasta España nos llegue un ensayo sobre un autor, Salvador Novo, que aquí no es demasiado conocido pero que en México es todo un referente desde hace algunas décadas.
A la obra de Novo se la describe como escatológica, desvergonzada, vitalista, sin filtro en el lenguaje, feísta. Pone en la cara de la sociedad todo aquello que no desea ver y precisamente esa es la clave de su éxito, la originalidad a la hora de saltarse todos los protocolos eufemísticos.
Literatura homosexual
Bueno, hablemos claro. ¿Qué quiere decir este título? “Escribir con caca” no es una alusión a cambiar la tinta por otra sustancia menos convencional, sino una metáfora a plasmar en el papel (¡con palabras!) una realidad que no puede hacerse desaparecer sólo por mantenerla oculta. Precisamente, Salvador Novo establece el ano como pieza clave (o esfínter clave) en torno al cual gira todo su discurso, usándolo indudablemente como símbolo de la homosexualidad.
Pág. 70
Vuelvo a morir
tan sólo de pensar en compartir una eternidad
en compañía de Diego y Frida.

En “Escribir con caca”, el crítico Luis Felipe Fabre, que conoce bien la obra de Novo, se ha documentado al respecto y ha investigado la representación de la sodomía en la literatura, y cita algunas obras clave como “El deseo homosexual” de Guy Hocquenghem que publicó la maravillosa editorial Melusina junto a “Terror anal” de Beatriz (hoy Paul B.) Preciado. En este sentido, todos estos trabajos resultan muy enriquecedores debido a la escasez de publicaciones existentes al respecto, más aún teniendo en cuenta la generación a la que pertenece Salvador Novo (1904-1974), años en los que resultaba mucho más estigmatizante hablar de este tema que en 2018 todavía no se ha superado. Así que desde aquí destaco y aplaudo la reivindicación en ese sentido, esta obra podría recomendarse ya sólo por eso.
Divertido y descarado
Este libro es un homenaje divertido a la obra de Novo y también a su personalidad: breve, conciso, con espíritu gamberro y lenguaje descarado, soez a la mínima ocasión. Me gusta la visión que aporta sobre los tabúes en el arte, y la necesidad de escandalizar a la sociedad biempensante para que a través de ese choque cambien y actualicen una personalidad caduca y trasnochada.
Pág. 53
Hay en el panteón de los dioses mexicas una deidad que me resulta particularmente fascinante: Tlazoltéotl, la señora de las inmundicias, la dama de los desperdicios, la devoradora de basuras. Solía representársele con los labios pintados de negro a la usanza de las ahuianime, las prostitutas, a las que estaba vinculada. Se decía que quienes nacían bajo su influjo estaban destinados a ser ladrones o “malas mujeres”. A ella se le atribuían el adulterio y los excesos carnales aunque también la fertilidad y la purificación. Capaz de provocar enfermedades venéreas era de igual modo capaz de remediarlas a través de la medicina y los baños en el temazcal que era también uno de sus atributos. Tlazoltéotl, la que engullía las suciedades y los desperdicios y los transmutaba en abono, era, por supuesto, una diosa de la tierra. A veces, pocas, Tlazoltéotl también era un dios.
Salvador Novo sabía de Tlazoltéotl. Al menos la menciona una vez en su obra dramática La guerra de las gordas: “Los sacrificios a Tlazoltéotl han dado su fruto”, dice uno de los personajes. Con el paso del tiempo su devoción por la historia de la Ciudad de México, de la que fue nombrado cronista oficial en sus últimos años, lo había convertido en un prehispanista amateur pero ferviente.

Los libros de Novo
Es difícil encontrar los libros de Salvador Novo en las librerías españolas, las ediciones son fundamentalmente mexicanas. Pero se pueden encontrar algunos (la mayoría muy antiguos, ya descatalogados y de segunda mano), y además se puede acceder a un buen puñado de sus poemas navegando por la red.
La edición de Sexto Piso es especialmente elegante, a juego con el contenido sicalíptico: el diseño de tapas azul grisáceo combinado con negro es obra del Estudio Joaquín Gallego. Las guardas son de un circunspecto y discreto negro, y está impreso en Ciudad de México.
Es palpable la conexión y la admiración de Luis Felipe Fabre con respecto a la obra de Salvador Novo: está muy bien documentado, se notan sus conocimientos y además transmite lo mucho que se ha divertido escribiendo esta semblanza, ya que continuamente juega a imitar ese tono escatológico y desvergonzado, pretendidamente grosero, que se hace evidente en fragmentos inolvidables como éste:
Pág. 49
Aquella mañana del 18 de septiembre de 1968 Salvador Novo estaba contento: había cagado espléndidamente. De esas veces en que la mierda sale larga y firme y de una sola pieza.
Sentado en el escusado Novo no era ya el bufón de la corte en que se había convertido sino un inspirado poeta en su escritorio y una reina en su trono: la puta poeta reina de la mierda. Hubo un momento particularmente feliz mientras cagaba, mientras la mierda comenzaba a asomarse ―pero aún no― por la boca del culo como una lengua gorda, monstruosa, grosera. Más que un momento, su inminencia. Un escalofrío. Ah, esa sensación de ser fecundado al mismo tiempo que parir como cuando se está escribiendo un poema de verdad. Otro escalofrío. Ah, esa sensación de parir al mismo tiempo de ser fecundado como cuando de verdad te están metiendo la verga bien adentro y ya no se sabe si es dolor o placer y no importa y ya no se sabe si te vas a venir o te vas a cagar y tampoco importa y ya no se sabe y Novo ya no supo.

Definitivamente, no es una obra para estómagos delicados, ni para mentalidades homófobas (en el segundo caso les invito a no visitar nunca más mi blog). Pero si están leyendo sobre la homosexualidad en la literatura o les interesa todo lo relacionado con el ensayo de género, sexualidades no hegemónicas, feminismo y similares, quizá les interese darle una oportunidad. Es informativo y además la lectura se hace muy amena y original, no le puedo poner peros.
Pág. 81
¡Tanto leer a Wilde para acabar así!


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