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Escribir una entrada

Por Miguelmerino

A la hora de escribir una entrada para este blog, es importante, conveniente, iba a decir necesario, pero quizás no esté en razón, elegir un tema sobre el que hacerlo, decidir si lo voy a hacer en prosa, en verso, desde un punto de vista humorístico, serio, en forma de diálogo, de narración, combinando ambos, etc., etc., etc.

Una vez elegido el tema y la forma que le voy a dar, lo paseo por mi cabeza o sobre un borrador y poco a poco va apareciendo el artículo, lo repaso, lo corrijo, elimino redundancias, sustituyo aquellas  palabras que me parece que no expresan con exactitud la idea que pretendo por otras que me parece que si lo hacen, para ello consulto diccionarios, coloco una cita, un latinajo o alguna palabra en desuso pero que me dé esa pátina de persona leída. Un “sine qua non” por aquí, un “quid pro quo” por allá, un “como dijo Baroja” por acullá, o un “ya lo dijo Aristóteles” para terminar. Eso viste mucho un artículo. Y habla muy bien de la cultura literaria e incluso filosófica (Recuerden: filosofía = Amor a Sofía) del escritor.

A veces, sólo a veces, me siento delante del ordenador con la malsana intención de escribir, sin tener una idea predeterminada. En esas ocasiones, lo primero que se me ocurre es sacar la ametralladora y ponerme a disparar, y a fe que lo hago. Luego, reflexiono, o algo ligeramente parecido, y empiezo a disimular el escrito, para que no se reconozca a quien disparo, incluso para que no se reconozca que estoy disparando. Y a veces se obra el milagro y donde sólo hubo ráfagas del 7,65, aparece un campo de trigo salpicado de amapolas. Oh, Che cosa bella prospettiva!

Y he aquí, que con cuatro pamplinas, perdón, tres, acabo de  hacer una entrada. Casi mejor inhabilitaré hoy la opción de dejar comentarios.


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