¿Qué define a un texto como “místico”? ¿Es una cuestión de autoría, de contenido, de estilo? ¿Y cómo se articula esa palabra, inestable y desbordante, que trata de decir lo que no se puede decir?
Estas preguntas están en el centro del trabajo de Sergio Badules Rodríguez, El marco escritural del Carmelo descalzo, presentado en julio de 2025 como Trabajo Fin de Máster en la Universidad Complutense de Madrid. El estudio propone una lectura filosófico-literaria de la mística del Siglo de Oro, con especial atención a la producción textual del Carmelo descalzo. El resultado es una aproximación lúcida, rigurosa y sugerente, que reivindica la escritura mística como forma de pensamiento radicalmente moderna.
Escritura y experiencia: lo místico como necesidad expresiva
El punto de partida del autor es claro: no todo lo que habla de mística es texto místico, ni todo texto escrito por un místico lo es. Lo que define la escritura mística es la urgencia de comunicar una experiencia que desborda el lenguaje común, una experiencia de unión con lo divino que rehúye toda lógica ordinaria.
En este sentido, los escritos teresianos y sanjuanistas son paradigmáticos: nacen de una experiencia subjetiva e inefable, buscan guiar a otros en el camino espiritual (dimensión mistagógica), y están marcados por un lenguaje simbólico, paradójico, lleno de oxímoros, repeticiones, silencios y desbordamientos semánticos.
La poética del viaje y el espacio interior
Uno de los hilos conductores del estudio es la metáfora del viaje: el alma como peregrina, el cuerpo como morada, el itinerario espiritual como proceso de vaciamiento. Desde la estructura de Las Moradas hasta la Noche oscura de san Juan, la tradición carmelitana construye una topología espiritual en la que la interioridad se convierte en espacio sagrado.
Este viaje no es sólo geográfico o literario: es ontológico. Supone un despojamiento progresivo del yo, un vaciarse de sí para dejar espacio al Otro, entendido como Dios. En este contexto, la clausura no es mero retiro físico, sino condición necesaria para la emergencia de una palabra nueva, nacida en el silencio.
Lenguaje transfigurado: oxímoron, símbolo, alegoría
El estudio dedica especial atención al tratamiento del lenguaje. Frente a la racionalidad discursiva propia de la filosofía sistemática, la escritura mística opera por intensidades, desgarros, imágenes que rozan lo indecible. El oxímoron (“noche luminosa”, “música callada”) aparece como figura central: no como juego estilístico, sino como intento de nombrar una experiencia que sólo puede ser dicha a través de lo contradictorio.
Del mismo modo, el símbolo místico (huerto, castillo, espejo, jardín cerrado…) no remite a una realidad unívoca, sino que abre un espacio de resonancia interior, en el que lo invisible se insinúa, sin agotarse nunca.
El místico como logoteta: fundación de una lengua nueva
Una de las aportaciones más sugerentes del trabajo es la aplicación del concepto barthesiano de “logoteta” —el que funda lenguas— a Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz. Para Badules, ambos reformadores carmelitas crean una lengua nueva: una lengua natural, no mimética, que surge del silencio, del vaciamiento, y se ordena según una métrica interior que articula grados, moradas, fases del alma.
Este lenguaje místico no pretende comunicar información, sino generar transformación. No busca convencer, sino conmover. De ahí su carácter performativo: es un lenguaje que actúa, que toca, que abre.
El discurso de la sustracción: callar para decir
En última instancia, la escritura mística del Carmelo descalzo se construye como un discurso de la sustracción. La palabra no aparece como afirmación rotunda, sino como balbuceo, tanteo, tentativa. La noche, el silencio, la ausencia, el deseo insatisfecho son sus coordenadas esenciales.
Como señala el autor, el místico se convierte así en alguien que escribe “desde la nada”, que se hace eco de una voz que no es suya, y que funda, en ese vacío, un lugar posible para el encuentro con lo Absoluto.
Puedes consultar el trabajo completo aquí: Descargar PDF: El marco escritural del Carmelo descalzo (Sergio Badules Rodríguez)

