Oír sonidos inexistentes o escuchar voces no es algo tan raro. Generalmente son fenómenos que se asocian a trastornos mentales como la esquizofrenia, pero un porcentaje no desdeñable de la población general los experimenta en algún momento por diversas causas.
Percibir voces, sonidos o melodías que en realidad no existen es más habitual de lo que se suele pensar. De hecho, las alucinaciones auditivas no siempre se asocian a trastornos psiquiátricos graves y hay casos en los que ni siquiera están producidas por una enfermedad mental leve y pasajera. La estigmatización de este tipo de fenómenos ha contribuido a aumentar el sufrimiento de quienes los padecían y ha llevado a muchas personas a ocultarlos.
Ha habido honrosas excepciones. Según expone Ana Moreno, jefa del Servicio de Psiquiatría del Hospital Príncipe de Asturias, de Alcalá de Henares (Madrid), a lo largo de la historia, “no siempre han sido abordados como algo extraño o que se debía evitar”. En este sentido, recuerda que en la Grecia clásica “el oráculo de Delfos se consideraba la manera en la que los dioses se ponían en contacto con los hombres y era un privilegio oír esas voces”.
En los últimos tiempos ha evolucionado la apreciación social de los trastornos mentales, aunque aún queda mucho camino por recorrer. Movimientos como los escuchadores de voces, que se constituyen como grupos de ayuda mutua en los que se comparten experiencias, ayudan a normalizar unas manifestaciones que tradicionalmente se han considerado como un signo de la mal llamada locura. Las alucinaciones solo se asumían con cierta benevolencia en aquellos genios a los que se suponía que servían como inspiración de sus creaciones más brillantes.
La eliminación del estigma no debe llevar, no obstante, a infravalorar algo que en un amplio porcentaje de casos causa gran sufrimiento por la persistencia, la intensidad y el contenido de las voces o sonidos. “Oír una voz, si no se acompaña de ninguna otra sintomatología y no es vivida por el individuo con angustia, no tendría mayor repercusión”, comenta Moreno. El problema es que en multitud de ocasiones no es así.
Alucinaciones auditivas más frecuentes
Una alucinación acústica o auditiva se puede definir como la audición de voces o sonidos que no se corresponden con ninguna realidad física, es decir, son percepciones que se producen sin ningún estímulo externo que las provoque. “Se puede escuchar música, pasos y otros ruidos”, indica Marina Díaz Marsá, vicepresidenta de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica. Y, en concreto, “en los trastornos mentales -esquizofrenia, trastorno bipolar, trastornos de la personalidad…- una de las más frecuentes es oír voces”.
Moreno abunda en la idea de que las alucinaciones auditivas “más asociadas a sufrimiento psíquico intenso se producen en forma de voz que comenta la actividad de la persona, la increpa o le ordena hacer algo”. En estas situaciones, el contenido puede plasmarse, entre otras cosas, en insultos o en impulsar a ese individuo a lesionarse o hacer daño a otros.
La jefa de Psiquiatría del Hospital Príncipe de Asturias desvela que alrededor “del 70% de las personas que en la vida adulta tiene experiencias psicóticas -las voces son una de las más frecuentes- han sufrido en la infancia experiencias traumáticas, como abusos sexuales, violencia, trato negligente…”. Y explica que estos síntomas psiquiátricos pueden considerarse como “respuestas con sentido (que se mantienen en el tiempo más allá de la amenaza o se convierten en la única forma de respuesta que tiene la persona y acaban siendo desadaptativos) ante las amenazas que suponen situaciones invivibles”. En otras palabras, serían intentos de recuperar el control.
En cambio, cuando las percepciones acústicas no están producidas por un trastorno mental, sino por una patología orgánica cerebral (epilepsia, tumores, lesiones en las áreas del cerebro implicadas en la producción y procesamiento del lenguaje…), se trata con mayor frecuencia de alucinaciones musicales o de otros tipos.
Las psiquiatras resaltan que las cifras de prevalencia revelan que las alucinaciones auditivas van mucho más allá del ámbito de la enfermedad mental. Según algunos estudios, hasta el 9-10% de la población general podría tenerlas. “Fundamentalmente, niños y adolescentes”, precisa Díaz Marsa.
Junto a las causas de tipo psiquiátrico y neurológico, cabe citar otros posibles orígenes. Por ejemplo, se pueden oír voces en los momentos de duermevela, al quedarse dormido o al despertar. Es lo que se conoce como alucinaciones hipnagógicas e hipnopómpicas, que según revela Díaz marsá “no son tan raras: aparecen en el 6-10% de la población”.
Cuando acudir al médico de familia o al psiquiatra
La vicepresidenta de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica describe las características que sirven para diferenciar las alucinaciones auditivas patológicas de las no patológicas y consultar al médico de atención primaria o especializada:
- La gravedad e intensidad.
- La persistencia en el tiempo.
- La angustia y disfunción que causan en la vida del afectado.
La psiquiatra comenta que, habitualmente, las voces suelen presentarse en el contexto de otros síntomas: angustia, desorganización de la conducta, alteraciones del ánimo, otros síntomas psicóticos…
Tratamiento de las alucinaciones auditivas
En la medida en la que escuchar voces constituye un motivo de angustia en la gran mayoría de los casos, el objetivo del tratamiento psiquiátrico es eliminarlas “para que el individuo no sufra y tenga una vida funcional”, señala Díaz Marsá.
Las terapias actuales son una combinación de distintas herramientas. “Se trata de ofrecer un tratamiento integral que aborde la sintomatología que presenta la persona (que tiene relación con las voces, con la angustia) y con la repercusión en su vida, muchas veces en forma de una intensa soledad y aislamiento y dificultades para desenvolverse en áreas diversas de la vida”, resume Moreno.
Las estrategias más eficaces son el tratamiento farmacológico, que ayuda a reducir tanto las voces como la angustia, y las intervenciones psicosociales, que incluyen la psicoterapia. Pero también hay, según relata la psiquiatra del hospital de Alcalá de Henares, “intervenciones muy útiles en las que las personas encuentran el sentido que tiene esa voz dentro de su propia historia y, de alguna manera, aprenden a convivir con estos fenómenos”.
Los expertos en salud mental consideran imprescindibles los tratamientos que abordan las dificultades de la persona para desenvolverse en algunos aspectos de la vida cotidiana, como los que se llevan a cabo en los centros de rehabilitación psicosocial, en los hospitales de día o en las minirresidencias.
Asimismo, los afectados encuentran un gran apoyo en los grupos de ayuda mútua, que les permiten compartir aprendizajes y vivencias con otras personas que escuchan voces. Moreno señala otros dos aspectos fundamentales: el apoyo de los familiares de pacientes con trastornos mentales y las iniciativas encaminadas a acabar con el estigma social. “Pensar que las personas que padecen estos trastornos son raros o peligrosos abunda en un mayor sufrimiento para los pacientes y sus familias y vulnera sus derechos como ciudadanos”.
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