Revista Videojuegos

Escudriñando Brütal Legend

Publicado el 11 febrero 2010 por Elrosso

George Lucas decía en una entrevista que el sonido y la música son el cincuenta por ciento del entretenimiento en una película, afirmación que comparto y me atrevo a asociar también a los videojuegos. Una ambientación sonora adecuada hacer que la experiencia de juego varíe por completo, máxime si tenemos cierta afinidad con lo que escuchamos. Resulta que la última genialidad de Tin Schafer bebe de esa idea, y es que salvando aquellos juegos en los que interactuamos directamente con la música, pocos títulos juegan con tocar tanto la fibra sensible en ese ámbito. Y es que el buen rock y heavy metal de hace un par de décadas es una baza que si nos convence, nos tiene a los pies de este Brutal Legend.

Escudriñando Brütal Legend

Los tiempos de Lucasarts quedan muy lejos, pero Tim Schafer no se aleja de sus principios. Tras una carrera dedicada a las aventuras gráficas, probó suerte con otros palos desde que fundó su propio estudio, Double Fine Productions, donde ya pudimos ver que el humor y genialidad marca de la casa puede aplicarse a casi cualquier cosa, primero con esa gran aventura que supuso Psyconauts y ahora con este auténtico popurrí de géneros que tenemos entre manos.

La carta de presentación deja a cualquier aficionado de la buena música completamente deslumbrado. Con un personaje protagonista interpretado Jack Black y unos invitados del renombre de Ozzy Osbourne, Rob Halford o Lemmy Kilmister, las intenciones están bien claras, ser un homenaje a esa música y los hábitos de promovían todos esos grandes como Kiss, Black Sabbath, Motley Crue y demás leyendas del metal.

Escudriñando Brütal Legend
“Jack Blackeddon!”

No me queda más que aplaudir una propuesta así. En estos tiempos tan conservadores es de agradecer recurrir a fuentes menos trilladas que las habituales, aunque quizás podríamos hablar de una interesante estrategia aprovechando el auge del rock de la vieja escuela en los videojuegos con tantos Guitar Hero y demás simuladores con instrumentos de juguete. Mis gustos musicales suelen repeler automáticamente cualquier cosa que tenga menos de quince años de macerado, por lo que he recibido con los brazos abiertos un juego que utiliza la música que suelo ponerme en el coche asiduamente como caballo de batalla, y es que ya estaba un poco harto de que la ambientación sonora de casi todos los juegos tirara por el rap, el hip hop y la música electrónica como ganchos de irreverencia y afinidad con el consumidor. Vamos, no me jodas, donde se ponga Kickstart my heart que se quite lo demás.

Escudriñando Brütal Legend
“El Ozzy sanote de un mundo paralelo”

Hablando del juego en sí, es bien sabido que no ha recibido muy buenas críticas dada la expectación que estaba causando. Siempre estamos buscando innovación y nuevas experiencias jugables, y cuando nos las topamos, añoramos las paridas de siempre. Me estoy refiriendo al hecho de que la propia demo del juego vislumbraba un juego de tortas del montón, y todos se frotaban las manos por echarle el guante. Resulta que esa suposición acabó a medias, y resulta que Brutal Legend puede definirse como un sandbox con un cierto componente de exploración y misiones que alternan y cohesionan el hack and slash con una estrategia en tiempo real bastante simplificada. Cágate lorito.

Sin ningún tipo de prejuicios, me hice con el juego atraído fuertemente tanto por el hecho de pertenecer a la escuela Schafer como valerse de una ambientación que me ponía cachondón, y he agradecido enormemente esa desilusión del público general por no ser otro juego más del montón, pues gracias a ello he vivido una experiencia diferente que me ha tenido enganchado de cabo a rabo. Como ya sabéis, suelo remarcar que los diferentes apartados de un videojuego no pueden ser analizados por separado. Brutal Legend no destaca demasiado en sus gráficos, ni en la profundidad de cada uno de los géneros que toca, ya que la estrategia que nos plantea no radica mayor dificultad que la que nos podría ofrecer la saga Overlord, por citar alguna, mientras que la variedad de movimientos de nuestro protagonista no es tampoco demasiado extensa dados los juegos de mamporros que vemos hoy en día. Pero una vez que estamos inmersos en materia, unos diálogos hilarantes, el enorme carisma de los personajes y por supuesto, la ambientación general que constantemente reafirmo hacen que cada sesión de juego provoque un buen puñado de risas y buen rollo que por desgracia se está perdiendo en el sector.

Escudriñando Brütal Legend
“A mí, soldados del glam!”

Gran parte de esta atmósfera la consiguen los personajes al estar interpretados por gente como la que ahí arriba menciono, a los que se suman otros tantos profesionales como Tim Curry, Kyle Gass (El compañero de Jack Black en su grupo Tenacious D) o la diva del heavy Lita Ford. En el doblaje del juego al castellano, la única voz reseñable es la del protagonista del título, interpretado por el mismísimo Santiago Segura, quien realiza una labor nada desdeñable, pero que no alcanza ni mucho menos el labor de los dobladores originales, y más cuando todos tienen unos papeles tan personales e intransferibles haciendo de ellos mismos o poniendo gran parte de su personalidad en la mayoría de los casos.

Escudriñando Brütal Legend
“El metal produce  tortícolis”

La duración del juego peca quizás de ser un poco corta, desaprovechando el enorme entorno de juego que podremos recorrer a libertad en todo momento, llevándome unas 11 horas el completarlo con el 90% del juego desbloqueado, pues existen decenas de elementos a encontrar por los escenarios en forma de bocetos, nuevos ataques y mejoras para el prota o canciones. Y es que es en este último punto donde vemos el mayor aliciente de todos, poder desbloquear las 107 canciones de 75 grupos distintos que dispone el juego para poder ponerlas en todo momento mientras vamos de un lado a otro del mapeado en nuestro vehículo. Hablamos de gente como Scorpions, Motorhead, Manowar o Judas Priest, con concesiones a gente más moderna como Marilyn Manson o Rob Zombie, o incluso de ese himno reciente para dedos inquietos que es el Through the fire and flames de los DragonForce. Hay metal para todos.

En definitiva, un juego que no aboga por intentar convencer a todo el mundo de sus virtudes. El público que se sienta atraído por lo que ofrece encontrará un soplo de aire fresco en el catálogo de esta nextgen. El que no, que se compre el último fps que ha salido y nada, a pegar tiros y a escuchar a El canto del loco, con todos mis respetos al señor Dani Martín.

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