Hace unos días le pegué un repaso al historial de videojuegos relacionados con los Transformers, y el balance no se puede decir que sea precisamente bueno. Tratar cualquier a cualquier producto relacionado con la franquicia con desprecio por ser simplemente “juguetes para críos” es tamaño error, y más cuando hablamos de estos juguetes ya han pasado por las manos de más de una generación y poseen un valor nostálgico de peso. Es por eso que tan solo por el hecho de que Transformers: La guerra por Cybertron sea una obra realizada desde el respeto hacia el fan acérrimo pero sin descuidar al público ajeno ya merezca prestarle un poco de atención.
Sirva como nota esclarecedora el hecho de que soy un Transfan de pura cepa, de los de la vieja escuela, y es que como bien comentó el maestro Viru, Transformers es equiparable a Star Trek en cuanto a la media de edad del seguidor, habiendo ya más de una generación que ha disfrutado de la franquicia. Actualmente vivimos un revival de la franquicia a causa del mancillado legado que nos han dejado las películas de Michael Bay, pero hay que verle el lado positivo al asunto. Posiblemente no hubiéramos visto el juego que tenemos entre manos si no se hubiera realizado.
En Transformers, como en Mujeres, hombres y viceversa, la estética lo es todo. Volviendo a los films, la revisión de esos robots de pocos vértices hacia entresijos de piezas maleables es más que evidente aquí. Realizando un sabio mestizaje entre los modelos de Generación 1 y los más modernos, casi puedo afirmar que los modelos presentados son los mejores que se podían haber realizado. Más allá de que Optimus sea blaugrana y Bumblebee recupere sus cuernecitos, se puede identificar a cada Transformers perfectamente, y lo que es mejor, se mantiene la personalidad de cada uno. Starscream sigue dando la brasa para intentar derrocar a su líder, Ironhide es un viejo cascarrabias y Soundwave es un puto nerd que sigue a ciegas las órdenes de Megatrón.
El párrafo anterior le habrá sonado a turco a que sea ajeno al mundillo, pero es que aquí el factor nostálgico llena mucho. Quitando las capas argumentales y estéticas de la franquicia, nos encontramos con un juego de acción en tercera persona de la vieja escuela, con ademanes jugables de los que vemos cada dos por tres en esta generación, cámara a media distancia, un botón para apuntar con algo de zoom, un indicador de la dirección desde donde nos han atacado y checkpoints en el modo campaña. Para alegría de un servidor, existen ciertas variaciones que lo sitúan en una posición más añeja. Aquí no hay sistema de cobertura de ningún tipo, y no nos curamos instantáneamente si no nos atacan (al menos no del todo), teniendo que recoger ítems para recuperar salud. Habiendo echado unas cuantas partidas en multijugador, la sensación que me ha dado es la de estar en un Quake 3 protagonizado por robots. Aquí cada uno que decida si ello es bueno o malo.
La campaña se pasa en un suspiro, unas 8 horitas. En ella, se nos narran las guerras cibertronianas que tuvieron lugar entre Autobots y Decepticons antes de que abandonaran su planeta natal y acabaran en la tierra. Los guionistas han hilado bien fino, de forma que lo que vemos encaja perfectamente tanto con la vertiente clásica de la franquicia como con lo narrado en las películas, así como muchas reminiscencias a los tebeos más modernos de IDW. Veremos al Prime que precedió a Optimus, el por qué de que abandonaran su planeta natal así como las relaciones entre los miembros de cada facción.
El plantel de personajes es bastante holgado, pudiendo controlar a un buen puñado de personajes, con los que avanzaremos en trío pudiendo controlar a uno solo de ellos. Esto es así porque se da la posibilidad de jugar el modo campaña online con otros dos coleguitas, modo la mar de fresquito que nos inducirá a pasarnos el juego más de una vez. Optimus, Bumblebee, Silverbolt o Ratchet son algunos del bando Autobot, mientras que Megatrón, Starscream, Soundwave o Barricade del bando Decepticon. Mención aparte para los secundarios y “bosses”, donde se alcanza una dimensión del copón en cuanto a tamaño. Si hablamos de Omega Supreme o Trypticon, los más entendidos sabrán a lo que me refiero.
Los modos de juego están bien servidos. Además del modo campaña y su vertiente cooperativa, tenemos un típico modo multijugador con el que darnos de tortas, en el que a medida que juguemos subiremos de nivel y podremos añadir mejoras a nuestros personajes. Existe también un modo “escalada” en el que resistir a oleadas de enemigos con un sistema de juego calcado al que pudimos ver en el extra “Zombies Nazis” del Call of Duty World at war. En ese sentido vamos bien servidos.
Algún punto negro habrá que buscarle al asunto, aunque estos sean obviedades dependientes de los gustos de cada uno. No hay ninguna novedad en cuanto a las mecánica jugables de un juego de esta índole. Tiros, tiros y más tiros en el modo campaña pueden resultar repetitivos para el que busque nuevas experiencias. Aun así, hay muchos capítulos en los que realizaremos tareas más originales, giranto todo en torno a la capacidad de transformarse en cualquier momento. Persecuciones en modo vehículo o incluso algún nivel totalmente orientado a la batalla entre naves espaciales hacen algo más ameno el camino, pero ya digo, si la movida Transformers no te llama, estamos ante un juego del montón.
Poco más que añadir. Si le queréis dar un tiento al juego está la demo multijugador disponible en sendas redes online de PS3 y Xbox 360, aunque ahí no apreciaréis la verdadera chicha del asunto en cuanto al argumento de la campaña y el visionado de nuestros personajes fetiche. Como siempre, aquí somos francos, por lo que mi veredicto es que si queréis darle un tiento rápido a la campaña, os lo alquiléis, y si queréis haceros con él, en unos meses lo tenéis a 30 pavos, precio más que merecido para lo que puede aportar el juego. Eso sí, que no os quepa duda, estamos ante el mejor videojuego de Transformers que se ha realizado hasta la fecha, lo cual puede resultar fácil dado el historial que ya comenté en otro artículo, peor aun así, el mimo y respeto que le ha dedicado High Moon Studios se nota, y tan solo el hecho de que en los créditos suene una nueva canción de Stan Bush hace que merezca todos los halagos del mundo y más.
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