Los etruscos, que habitaron la zona entre Florencia y Roma en Italia desde el siglo VIII hasta el III a.C., realizaron esculturas de sus dioses en terracota a tamaño natural, así como figuras humanas reclinadas sobre las tapas de los sarcófagos de terracota. También realizaron soberbios vaciados en bronce, como la Loba capitolina (c. 500 a.C., Museo del Capitolio, Roma), que se convirtió en el símbolo de Roma.Los romanos fueron ávidos coleccionistas e imitadores de la escultura griega. Los historiadores modernos conocen los originales griegos perdidos gracias a las copias realizadas por ellos. La contribución característica de los romanos al arte de la escultura fue el retrato realista, en el que registraron hasta los detalles faciales menos atractivos. El sentido de la importancia de los hechos históricos que poseían los romanos queda reflejado en las esculturas exentas y en los relieves. Entre los monumentos conmemorativos de Roma se pueden citar el arco de Tito (81 d.C.), la columna de Trajano (c. 106-113) y la estatua ecuestre de Marco Aurelio (c. 175). Ésta última se convirtió en prototipo de la mayoría de las esculturas ecuestres posteriores. Véase Civilización etrusca: Arte y arquitectura; Arte y arquitectura de Roma.
3.6 Escultura paleocristiana
Los ejemplos que se conservan de la escultura paleocristiana datan del siglo IV; y, por su estilo, estas obras ya no se corresponden con el ideal clásico de belleza. En el sarcófago de mármol de Junio Basso (c. 359, Grutas Vaticanas, Roma) se representan diez escenas bíblicas; los personajes tienen proporciones extrañas y llevan ropajes que caen en pliegues con una excesiva monotonía. Este estilo, llamado a veces ‘antiguo tardío’, es tal vez el resultado de las influencias de las invasiones germánicas y del trabajo de artistas menos cualificados. Con el paso de los siglos, la prohibición bíblica de esculpir imágenes hizo que disminuyera la importancia de la escultura. En vez de una estatuaria a tamaño natural se hicieron esculturas a escala reducida: retablos de marfil transportables, dípticos (dos paneles de marfil tallados unidos por bisagras) o pequeñas urnas esmaltadas al gusto bizantino. Ejemplo de éstas últimas es el relicario de Limburg (Limburg an der Lahn, Alemania), relicario de plata con joyas y esmaltes del siglo X. La escultura se utilizó como ornamentación de superficies hasta bien entrada la edad media. Véase Arte y arquitectura paleocristianas; Arte y arquitectura bizantinas.3.7 Escultura escandinava y carolingia
En el norte de Europa los artesanos escandinavos fueron maestros en la metalurgia y en el tallado de la madera al principio de la edad media, sobre todo entre los siglos IX y XII. Decoraban los tajamares y los codastes de los barcos vikingos, los trineos y otros objetos de uso diario, con figuras de animales que fueron transformando en diseños lineales semiabstractos. Las iglesias noruegas (siglos XI y XII) están profusamente decoradas con esos mismos diseños en madera tallada. Ese estilo, que combina formas naturales con formas abstractas, tuvo también mucha importancia en el arte celta-germánico (véase Arte celta) como puede verse en un relieve del siglo VIII que representa una escena de la crucifixión muy primitiva (Museo Nacional de Irlanda, Dublín).Del periodo carolingio nos han llegado muy pocas esculturas, a pesar del gran interés que Carlomagno (Carlos I) tuvo por las artes y el resurgimiento del clasicismo. Una estatuilla de bronce del siglo IX le representa a caballo con su corona, su espada y un globo imperial que demuestra que el artista conocía la escultura romana. El libro de los Evangelios de Lindau, con tapas de oro y joyas en las que se representa la crucifixión (c. 870, Biblioteca Pierpont Morgan, Nueva York), demuestra más influencia clásica que céltico-germánica.