En los últimos años en la Educación, todo resulta "novedoso e innovador" y diferentes propuestas educativas como invertidas aulas, gamer educativos, aprendizajes móviles, storytelling o narradores de historias, se nos presentan maremóticamente ahogándonos muchas veces en las aguas de la creatividad educativa.
El Aprendizaje Basado en Proyectos o ABP o Project based learning es, sin lugar a dudas, una de las propuestas más interesantes en esta vorágine de cambios en "las nuevas" metodologías que se nos presentan en el mundo educativo.
Vengo de una educación en la cual, muchas veces la letra entraba con sangre, y esta, lógicamente, era la mía; con esto no busco victimizarme, ni abrir un proceso judicial contra los profesores que marcaron esos once escolares años de mi vida regidos, principalmente, en una educación memorística y repetitiva, y sumen a esto: castradora de sueños que es lo más cercano a los proyectos de vida que un adolescente empieza a plantearse en esa edad llena de convulsión y acné. Pero, en defensa de las escuelas que mis padres optaron en brindarme podría decir que hubo veces - algunos etéreos y poéticos días de iluminación didáctica de mis profes - en que la pasaba bien, y sentía que el estar allí sí servía, empezaba a cubrir esa cuota de colegio particular de media tabla que prometía en su publicidad sacar a futuros ladrillitos de la pared floydiana.
Si son observadores habrán notado esas cachosas comillas en novedoso, innovador y las nuevas, porque soy un convencido de que la gran mayoría de estas propuestas que se consideran, casi revolucionarias o "disruptivas" siempre han caminado por allí, muy temerosamente en esa carceleta que era el sinónimo más cercano a nuestro mundo escolar y solo muy pocos docentes tenían esas ganas de explorar y soñar cual adolescentes en dejar su protagonismo y darle el verdadero valor al protagonista principal de esta película que se llama vida escolar.
El Aprendizaje Basado en Proyectos siempre ha estado allí, siempre ha estado presente en los docentes atrevidos que decidieron dar pequeños pasos de cambio en las escuelas de hace 40 o 30 años atrás, alejándose de esas clases que alcanzaban dosis diazepanescas, trocando el día en noche y con este el sueño generalizado: un alumno protagonista no significa que él haga lo que le dé la gana, sino más bien, interprete lo que el docente ha dicho para que tome decisiones y promueva en ellos ese aprender a aprender que lo llevará a investigar para saciar esas ganas de saber que él mismo ha generado al aceptarse como protagonista de su aprendizaje.
Las escuelas de hoy deben invitarnos a entender que la vida, sin bien es única y nadie es igual al otro, se basa en colaboración, a trabajar en ese grupo que muchas veces no nos gusta, con ese compañero que es "diferente" a nosotros y sacar adelante el proyecto, porque si no es así: jalamos o no cobramos el sueldo y para alcanzar esto debemos ser hábiles -personal y socialmente- de otra forma no funciona, y aunque no lo crean, alcanzarán eso que llamamos satisfacción ante el trabajo realizado: la meta lograda.
Saquemos esas comillas que generan duda en los aportes de las nuevas metodologías, usémoslas de manera efectiva, variemos a cada sesión, no caigamos nuevamente en esos errores que tanto criticamos de nuestros docentes y entendamos que el Aprendizaje, es en realidad, un proyecto a largo plazo, casi tan largo como nuestra propia vida.