Este señor que aparece en la foto enseñándonos un par de rebanadas de cerebro humano es Javier de Felipe, el neurobiólogo más importante de España y una autoridad mundial en su campo. Le entrevistó ayer Julia Otero y, aunque me incorporé tarde a la entrevista, me enganchó lo que decía (transcribo de memoria):
- En contra de lo que piensan algunos de mis colegas, sí creo que algún día llegaremos a conocer el funcionamiento de nuestro cerebro. Somos un ejército de científicos y el cerebro, en comparación con el universo, es abarcable en una mano. Solo pesa 1400 gramos.
Nuestra verdadera naturaleza, todo lo que somos, el recuerdo de lo que fuimos o vivimos, aún de lo más remoto y olvidado, el ansía de lo que tenemos la ilusión de ser, todo eso, reside en nuestro cerebro, nuestra propia esencia, la naturaleza permanente e invariable de nuestro irrepetible yo.
Le preguntó la periodista, espontáneamente, por la fecha en la que pudiera ser una realidad, al igual que otros trasplantes, por el de cerebro y el científico respondió de manera sencilla:
- No tiene sentido trasplantar un cerebro. El cerebro y cada uno de nosotros es la misma cosa. Trasplantar un cerebro a otro cuerpo es cambiar de caja, el receptor al contrario que en el resto de los trasplantes, dejaría de existir y sería el donante quien perviviría.
En ese momento, periodista y científico, descubrieron que quizá sí tuviese sentido para algunos (ricos, influyentes, desaprensivos, poderosos, peligrosos) sobrevivir en el cuerpo de otros (pobres, indefensos, marginados, infelices, doblegados).
- ¿Y cuántos años pudiera llegar a vivir un cerebro humano?
- Hay cálculos que intentan llegar a predecir el ciclo de vida de un corazón o de un cuerpo humano, máquinas en cierto modo, pero un cerebro, es difícil de decir, quizá 500 años.
Y todo esto me parece mucho más terrorífico si tenemos en cuenta que no dentro de muchos años pudiera llegar a ser real.
Luis Cercós (LC-Architects)
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