Un almuerzo típico valenciano. Fotografía: TT
Abandono Valencia. Determinadas noticias e informaciones me han llegado los últimos días que han hecho que decida levantar campamento durante un buen periodo. El suficiente como para poder cambiar de aires e investigar nuevas tortillas. Me han hablado de un ejemplar bueno, buenísimo, que campea a sus anchas por tierras leonesas. Voy a darle caza. No importa que sea Navidad. En cuestiones tortillológicas no existen fechas ni fiestas, no hay descanso que valga. Hay que mantener alerta la guardia porque nunca, repito nunca, se sabe dónde va a saltar la liebre, en este caso, la tortilla de patatas. Por eso, he decidido escribir este post mientras me encuentro en el tren camino de Madrid, primera parada obligatoria. Y es precisamente en el vagón restaurante, a casi 300 kilómetros por hora, cuando reflexiono y medito. Por mi cabeza pasan tortillas y tortillas, algunas buenas y otras peores. Siento cierta nostalgia de Valencia. Ahora, sólo puedo pensar en una tortilla, por más señas valenciana: la del bar El Rogle.
El local en cuestión. Fotografía: TT
No, ante vuestra primera pregunta, no tengo ni idea, no sé qué significa “rogle”; o qué es. Tampoco me he decidido a preguntarlo a la camarera. No me he armado de valor suficiente para hacerlo y cualquiera que conozca el sector hostelero valenciano sabe a lo que me refiero. Aunque si hemos de ser justos, el trato de El Rogle es buenísimo, algo inusual en las tascas y locales de la tierra.Escribo, como ya he comentado más arriba, desde el tren. En concreto me encuentro en sitio 7B del coche 05 del tren AVE que une Valencia con Madrid, hora prevista de llegada 18:50. Justo en este momento alcanzamos los 300 kilómetros por hora mientras atravesamos en la oscuridad la provincia de Cuenca. En la televisión, un capítulo en inglés de los Simpson. He decidido hacer lo que hacen muchos de los ejecutivos y trabajadores, todos ellos elegantemente trajeados y peripuestos (no es mi caso), y sacar mi ordenador para escribir estas tonterías. Es verdad que mi pequeño notebook desentona con los ipad que orean orgullosos todos los hombres de negro que frecuentan el tren y la cafetería, pero esto no me da dinero (a no ser que encuentre un patrocinador en breve, por ejemplo, Mahou). La distancia que pongo con Valencia, a una velocidad supersónica, me hace acordarme cada vez más de mi casa, mi segundo ciudad, el sol, la playa, el Calabuig, el Polp, el Lorenzo y demás sitios que frecuento. Y en especial me viene a la cabeza un último almuerzo en El Rogle. Y cuando se habla de un almuerzo valenciano, se habla del ALMUERZO por excelencia…La tortilla en cuestión. Fotografía: TT
¿En qué consiste un almuerzo valenciano en El Rogle?De primero, dos platos: uno con “cacaos” (en castellano, cacahuetes) y otro con “olivas” (en castellano, aceitunas). Eso sí, con las bebidas, Coca – Cola (patrocinio), agua, vino, cerveza, lo qué sea… Después viene el plato fuerte. En la imagen se puede observar el bocadillo de sepia a la romana. Fantástico y delicioso, no apto para personas con problemas de colesterol. Y por supuesto, la tortilla. ¡Dios, qué descubrimiento! Justo al lado de El Rogle hay otro bar y dice la leyenda que allí se hace una de las mejores tortillas de patatas de España a la que ya nos referiremos en su momento exacto. Y precisamente esta cercanía ha hecho que la cocinera de El Rogle tuviese que esmerarse para conseguir esa delicia que decidí tomar para almorzar. Una de las tortillas de patatas más buena, más sabrosa y más jugosa de todas las que he tomado por tierras valencianas. Qué consistencia en su exterior, qué delicadeza en su interior. Era todo un primor. Cada vez estoy más lejos de Valencia… ¿encontraré alguna tortilla así en mis nuevas aventuras? Veremos…