Revista Medios
CLAVADA EN LA retina tengo aún la imagen del fotógrafo de EL PAÍS Álvaro García (enhorabuena, por cierto Álvaro, por el premio FotoCAM), mostrando cómo los periodistas siguieron el lunes desde el exterior la asamblea de trabajadores de Metro, después de que el comité de huelga les prohibiera la entrada. Periodistas confinados detrás de una valla y a pleno sol, como si fueran vulgares apestados.
A nadie le importan las penalidades de los informadores para hacer su trabajo. Unas veces pisamos alfombras y otras mordemos el polvo, y no seré yo el que pretenda convertir en noticia un hecho irrelevante para el oyente o lector. Pero en la vida los gestos importan mucho y no tuve por menos que sublevarme cuando me contaron el tratamiento, no exento de insultos y menosprecio, con el que fue tratada la "canallesca". Cuando a ellos le interesó abrieron las puertas a los informadores en un gesto que les honra, aunque no debieron quedar muy satisfechos con la imagen que ofrecieron. Ahora, en cambio, que vienen mal dadas, se permiten impedir el paso de los medios de comunicación. Dicen que lo hicieron para evitar "enfrentamientos" entre periodistas y trabajadores tras "ciertas manipulaciones de los medios". Pues muy bien, muchas gracias por velar por nuestra seguridad. ¡Como si fuéramos nosotros los culpables de su pésima estrategia! Tan importante como tener razón es saber tenerla.
Paradojas de la vida, la mayoría de los periodistas confinados el lunes tras ese muro de la vergüenza no ganan ni la mitad que un conductor de Metro. Claro, que esa es otra historia.