Esos locos maravillosos

Parte del equipo de Naukas. Crédito: Wicho.

Ya lo anuncié por aquí hace un tiempo. Y tengo que confesar que ha sido más agotador de lo que esperaba. ¿Cómo se puede aprender tanto en tan poco tiempo? Dos días me he pasado viajando entre partículas, debatiendo sobre internet, aprendiendo de física, de biología, viendo lo último en biotecnología para mejorar la calidad de vida de las personas, disfrutando de cómo trabajan algunos profes (ya me hubiera gustado a mí tener alguno así), babeando con las mates, aprendiendo a salvar a alguien tras un infarto, intentando bucear en la mente de nuestros antepasados para saber qué era eso que dibujaban en sus cuevas, descubriendo qué tenemos detrás de los ojos, cómo funciona nuestro cerebro engañoso, lo que cuesta hacer una vacuna contra el SIDA, cómo podríamos viajar a Marte, por qué nos gustan los sonidos armónicos, si existe la eterna juventud o es una falacia, galaxias arremolinadas en mi mente que bullía divertida y deseosa de seguir, de saciar mi curiosidad… Es un formato nuevo. A veces, me agoto.

Pero si a alguien le dices que la sala de 500 personas estaba hasta la bandera, si cuentas por ahí que un viernes y un sábado el público llenó la sala (se tuvo que habilitar otra con una pantalla)… y si añades que era para disfrutar de pequeñas charlas de ciencia… Señoras, señores: no todo está perdido. No. Y lo que quiero, lo que deseo desde el fondo del alma, es que cunda el ejemplo. Hay que llevar la ciencia a la gente. ¿Repiten conmigo? “¡HAY QUE LLEVAR LA CIENCIA A LA GENTE!”. Gracias, Naukas, por dar estos pasos. Estoy segura de que seguirán muchos más. ¿Se imaginan que dentro de diez años haya veinte grupos como Naukas por toda España? ¿Saben lo que significaría eso? Que la gente estaría tan bien informada que podría decirle al gobierno: “No, ni se te ocurra recortar de ahí: es nuestro futuro”.