1297000No le había puesto cara y por fin, esta semana, despejé la incógnita. Fue el martes, en el programa Versión Española de la 2. Allí estaba él, uno de los grandes de este país, uno de los cámaras que han hecho historia y que lo más seguro no le reconozcan salvo por sus trabajos. José Luis Márquez era el alter ego de Arturo Pérez Reverte en su época de reportero de guerra. Y a él dedicó su trabajo Territorio Comanche, que llevó al cine Gerardo Herrero. Me atrajo la dureza de su rostro, serio, olfativo, sincero, hosco, veraz, sin dobleces, y con unos ojos de un azul intenso que sigo sin poder olvidar. Son de esos ojos que traspasan la pantalla como en su momento lo hizo con el visor de su cámara impasible ante la desgracia. Porque, como él mismo afirmó, era su trabajo.
Quién sabe, a excepción de él, cuántas imágenes se habrán quedado en su retina. Cuántos sufrimientos ha tenido que combatir a golpe de botellas de whisky. Y aún así, no concibió su vida sin estar en una guerra, sin mostrar al mundo la rudeza de un conflicto. Sudán, Etiopía, Vietnam, El Salvador, Bosnia o la plaza de Tiananmen fueron alguno de sus destinos. Es de la vieja escuela y desde luego no deja indiferente. A Carmelo Gómez, quién hizo de él en la peli se le nota el respeto que le profesa y a mi me siguen persiguiendo esos duros ojos azules
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