Hace muchos años, cuando solo había un canal de televisión, con muchas cosas malas, pero con cosas buenas también, como aquel siempre recordado “Estudio 1”, vi precisamente aquella obra, dicen que cumbre en el llamado “Teatro del absurdo”, “El rinoceronte” de Ionesco, con un colosal José Bódalo.
Según el argumento, resumiéndolo al máximo, hay una especie de plaga en el mundo en el que poco a poco todas las personas se van convirtiendo en rinocerontes.
Ocurre que últimamente que se predica "igualdad", la única igualdad verdaderamente alcanzada es la manera de hablar. Un día descubres una palabra, o un dicho, y a los pocos días te das cuenta que hasta lo dicen por televisión o en tu programa de radio favorito.
De un tiempo a esta parte, por ejemplo, ya es común esa expresión que cuando pides una opinión a alguien, en lugar de contestar directamente, te dicen eso de “...no, lo siguiente”.
Preguntas: ¿Te gusta eso? Y te contestan: No, no me gusta, lo siguiente. No dices nada pero piensas, dentro de tu lógica: Si es algo más que gustar, sería, por ejemplo, que le chifla. Hasta que te das cuenta que gran parte del día, esa persona en cuestión utiliza el mismo cliché. Ya es un rinoceronte completamente perdido, y sin remisión. Y tú ya tienes miedo de que te haya contagiado ese virus, porque te vas pesando “Ese no es tonto, sino lo siguiente”.
Mención aparte merecen esos anglicismos que ya nos han invadido hasta lo más íntimo. Hoy mismo, en un negocio donostiarra, he visto que en su publicidad, era una pastelería, anunciaban pasteles “home made”. Y he llegado a la conclusión de que la diferencia entre “casero” y “home made” seguro que indefectiblemente está en el precio, mucho más caro.
Y ya lo último, y que me ha motivado a escribir este post es esa manía en la que últimamente, los periodistas deportivos especialmente, pero que hoy ya lo he oído en otro tipo de ámbito, cada vez que entablan una comparativa dicen que algo es “muy favorito”. Que este vecino del mundo sepa, favorito solo puede ser uno, por eso precisamente lo es, por lo que “muy” sobra.
He tomado una determinación; ya no voy a salir a la calle nunca más, porque la calle ya está llena de rinocerontes. Y, por supuesto, he quitado los espejos de casa… Más que nada, por si veo uno… *FOTO: DE LA RED