Revista Cultura y Ocio
Tienes todos los espacios inundados de tu ausencia, inundados de silencio.
-Maná.
Desde aquél día, te has quedado un poco vacía, te has ido un poco de ese cuerpo. Al principio no lo notaste, entraste en una espiral de hiperquinesia, tomaste mil caminos a la vez, erraste y volviste a empezar. Hasta que, una tarde, te detuviste en la habitación oscura, levantaste la mirada y lo notaste. El pensamiento entró en tu mente con la fuerza de un huracán y destrozó tus cimientos. Te sorprendiste cuando la humedad en tus mejillas delató el llanto inconsciente, rebelde.
Ya nunca sería igual, lo supiste. El mundo había dejado de ser el que era, tenías que afrontarlo. Y no pudiste. No quisiste. Tu cuerpo dio mil y un señales de que no había vuelta atrás, tu mente comenzó a tambalearse. Tu alegría se quedó en aquella habitación oscura, el ritmo de tus latidos no pudo volver al que era antes. Tus sonrisas son escasas, difíciles.
Tu reloj se quedó estancado en esa tarde, en un repetitivo tic-tac de agujas que no avanzan, que luchan temblorosas. Te extrañas a ti misma, de alguna forma te has ido del todo. No estás aquí. Te has quedado en aquella habitación, con las manos en las mejillas, sorprendida y aterrada por el llanto, te has perdido. Te has vaciado. Tienes todos los espacios inundados de tu ausencia, inundados de silencio.
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Nota: No quise hacer algo de ausencias amorosas, ya lo hice en el anterior, así que probé con algo distinto. Me salió escalofriante :P