
Hasta que el Estado no se quede en el cascarón, como el caparazón de un molusco muerto, no se detendrán. Los vampiros de la especulación internacional, los fondos de inversión (hedge funds) que manejan cantidades ingentes de dinero, varias veces superiores a los Presupuestos Generales del Estado español, saben que España esconde mucha sustancia que sorber, es decir, mucho sector público que captar para la especulación privada: la sanidad, las pensiones, la educación, los transportes, el agua, las costas urbanizables, el juego, los astilleros, las fábricas de armas...
La intervención de España, como antes le sucedió a Grecia, Irlanda y Portugal, supondrá la venta a un precio irrisorio de todos estos sectores públicos para obtener liquidez. España se pondrá en almoneda y los especuladores internacionales se harán con todo. Lo que quede del estado del bienestar estará entonces finiquitado.
Sin sector público, con el Estado convertido en un puro cascarón vacío e inerte, carente de poder y de funciones, las autoridades de turno se verán incapaces de realizar políticas sociales, de hacer frente al ultracapitalismo rampante. Habrán vencido con la connivencia criminal de las autoridades comunitarias y de cada país.
Y después vendrán los demás países del euro, sin excepción. Incluida Alemania. Tarea de amplio recorrido, sí, pero rentable para los especuladores.