Relaciones hispanomarroquies
A lo largo de la historia, incluso en los tiempos prehistóricos, las dos partes eran inseparables en materia de cooperación bilateral, aunque con desequilibrio, o bien, de forma variante. Cuestión que pone de relieve el máximo interés que envuelve la historia de las relaciones hispanomarroquíes.La presencia musulmana en el Ándalus durante ocho siglos, fortaleció aun más dichas relaciones, y hizo que los lazos de intercambio cultural y económico, entre ambas orillas, fuese de mucha envergadura.España cruzaba por situaciones antagónicas, que se varían entre el auge y la precariedad; épocas de florecimiento socioeconómico y de reconocimiento político, y décadas de decadencia y de epidemias internas; conflictos políticos, problemas económicos, la pérdida del poder internacional, etc.Marruecos ha sido siempre el enclave de salvación para el vecino norteño, tanto a nivel económico como a nivel de recuperar el prestigio mundial como país colonialista: La época del protectorado español en Marruecos. Puesto que la pérdida de las últimas colonias ultramarinas: Cuba y Filipinas, provocó en España una sensación de alta perplejidad, una transición inaceptable comúnmente. Derramar las lágrimas en aquel entonces no era lo sensato ni aconsejable. El mundo estaba en mutación permanente y brusca, en algunos casos, las grandes potencias: Francia, Gran Bretaña, Alemana, Italia, entre otras, estaban en plena preparación para hacerse con el control de las zonas ambiciosas en el continente africano, entre ellas se encuentra Marruecos. España no se rindió ante el statu quo de la zona, y se aferró a su antigua-nueva ambición expansionista en el norte de África, pese a su enfermedad.El supuesto prestigio que vela por él España, se hizo realidad con la firma del protectorado que dividió a Marruecos en dos zonas bien distintas, una parte que incumbe a España su control y explotación, en su mayoría son zonas áridas, arenosas y montañosas: El Norte y el Sáhara marroquí. La otra parte corresponde a Francia y conoce el centro de Marruecos, con sus grandes ciudades, Casablanca, Rabat, Fez, etc. Evidentemente es la zona más fértil y poblada del país colonizado.Durante la época del protectorado, las relaciones hispano marroquíes se distinguieron por su carácter conflictivo; España se afana en imponer su presencia en Marruecos y el pueblo marroquí se aferra a la resistencia rechazando el colonialismo en busca de su independencia. Una vez se independizó Marruecos se plantearon serios problemas que han ido perturbando sus relaciones políticas, sobretodo la cuestión del Sáhara, de la cual el país ibérico mantiene una postura poco clara y oscilante, según las coyunturas y el interés.La muerte de Franco y la transición política llevaron a España a la democratización, y con ello abrazó a Europa fuertemente. La adhesión de España en la comunidad económica europea en 1986, supone una ruptura del aislamiento, la apertura de la economía y el abandono del proteccionismo. De esta manera España ascendió, sorprendentemente, en el escalón de la economía mundial y en especial la europea. El florecimiento económico perdurará hasta 2007, el año en que España empieza a hundirse en una crisis menos pensada por parte de los responsables. El mencionado cambio se agravó apocalípticamente en 2013, cuando la cifra del paro llegó a un número destructor, superó los seis millones de precarios.La difícil coyuntura que atraviesa el país ibérico, revela, cabalmente, la floja base económica del estado español. El derrumbe económico y la cifra catastrófica del paro, empujaron a España a que revisase sus relaciones con el vecino sureño, que posee considerables oportunidades de inversión y de intercambio comercial, un mercado abierto al consumo. Efectivamente, los gobernadores de la Moncloa multiplicaron sus visitas de trabajo a Marruecos y demostraron su buena cara de cooperación positiva, reposándose sobre las cuestiones problemáticas de la integración territorial de Marruecos. Y en un tiempo récord, España logró ser el primer socio de Marruecos en materia del intercambio comercial. Es una adquisición que corrobora otra vez más la indispensable cooperación bilateral y unas relaciones constantes, lejos de los altibajos, con el objetivo de favorecer el bienestar de los dos pueblos vecinos.