"Entrar en conversación con los antitaurinos es prácticamente imposible. Complicado de entender que trasladen el dolor físico del animal al ser humano. El toro no tiene síntoma de muerte como la conocemos nosotros. Hay que pedirles respeto ante el imposible entendimiento. Y no entiendo cómo pueden desear la muerte del ser humano como a veces argumentan. Decidir que el toro muera en la plaza, que para eso nace, con la bravura que posee por genética o decidir que no se lidie da lugar a que se desaparezca. Todo animal va a morir. Si encuentran alguna fórmula de salvarlos, yo me apunto".