Para conmemorar hoy 8 de marzo el Día de la Mujer os dejamos la crítica que en su día escribimos sobre una curiosa película que pasó más bien desapercibida. Se trata de una comedia romántica decimonónica y en uno de sus personajes quedan reflejados los momentos incipientes en que la lucha de la mujer empieza a luchar por equiparar sus derechos a los de los hombres. Se trata de una película ligera, a alguno podría parecerle frívola, pero creo que, en ocasiones, es el mejor medio para transmitir ideas profundas.
Desde vivazapata.net os pedimos disculpas, el especial sobre los Oscar 2014 tendrá su segundo artículo y culminación mañana.
HYSTERIA
Ni remotamente habría pasado por la cabeza del doctor Joseph Mortimer Granville que pasaría a la historia y mucho menos el hecho que le haría famoso entre sus contemporáneos, allá por 1880, y que esa notoriedad durase hasta dos siglos más tarde. En Hysteria se recrean de forma lúdica, simpática y escogiendo, acertadamente, la fórmula de la comedia romántica los avatares que pudieron dar lugar a la consecución de tan singular hallazgo. Basándose en un acontecimiento debidamente documentado se han sabido añadir los ingredientes suficientes para hacer atractiva la historia sin faltar a lo esencial de la Historia.
Puede resultar un tanto extraño ubicar una comedia romántica fuera de todo lo que no sea contemporáneo. Suele ser un género anclado a su tiempo, a la época en la que ha sido rodado, aunque excepciones haberlas, haylas. Kate y Leopold era un híbrido que jugaba entre dos épocas y dentro del cine español se encuentra la estupenda Inconscientes de Joaquín Oristrell, que tiene mucho, muchísimo en común con Hysteria, ya que aúna los principios del psicoanálisis con todas las referencias sexuales que brotaban al hilo de las revolucionarias teorías del doctor Freud dentro de una trama se suspense con toque de comedia romántica a principios del siglo XX.
En el caso que nos atañe retrocedemos hasta finales del siglo XIX y nos encontramos a un fracasado doctor, defensor a ultranza de los nuevos descubrimientos en materia de medicina que choca contra el muro de las convenciones de una profesión que se niega a abrirse al progreso y que sigue anclada en el pasado. El galeno, Mortimer Granville (Hugh Dancy), termina trabajando en la consulta de un médico que se dedica a tratar lo que entonces se conocía como histeria, y que dejó de considerarse una enfermedad en 1952, que no era sino un cajón desastre para diagnosticar a casi la mitad de las mujeres del Londres victoriano con síntomas de ansiedad, irritabilidad e incluso fantasías sexuales; cualquier comportamiento extraño era considerado un síntoma. El tratamiento, muy sencillo: un masaje estimulante que provocaba lo que en terminología científico-médica se conocía con el eufemismo (sí, el palabro de moda) de paroxismo histérico, y que, evidentemente, relajaba adecuadamente a la paciente.
La directora Tanya Wexler ha sabido hilar varias tramas paralelas para lanzar en un mismo relato un alegato en favor de avances de todo tipo en una sociedad anclada en el inmovilismo en una época de apertura. Logros científicos, con los experimentos con el teléfono y la electricidad del excéntrico personaje de un estupendo Rupert Everett afortunadamente recuperado para la comedia, y sobre todo conquistas sociales como la lucha de la mujer por su independencia, por el derecho al voto y reclamando un papel protagonista en los cambios que se estaban produciendo en la Inglaterra victoriana, que encarna la indómita Charlotte Dalrymple, la hija díscola del mentor de Granville interpretada por Maggie Gyllenhaal. De manera inteligente se han contrapuesto las personalidades más convencionales, por decirlo de alguna manera, del doctor Granville, de carácter excesivamente británico y reprimido, y de la hermana de Charlotte, Emily, más recatada y representando el ideal femenino, con el carácter extrovertido y la personalidad de una mujer sin miedo a serlo en una sociedad eminentemente masculina.
Todo esto contado con la simplicidad que le aporta una realización de corte clásico, con planos perfectamente encuadrados e iluminados, como si se tratase de cuadros de época, y movimientos de cámara suaves y elegantes, arropados por una dirección artística modélica y un montaje que, apoyado en la banda sonora, ha aportado agilidad a la narración. El guión se encuentra trufado de metáforas e insinuaciones sexuales introducidas con suma sutileza, con alguna que otra honrosa excepción. Lo cierto es que la historia fluye de manera perfecta y las piezas del mecanismo encajan sin que se aprecie el artificio que las sostiene. Agradable y notable esta comedia romántica en la que queda claro que la suma de circunstancias de diversa índole enfocadas en la dirección adecuada pueden dar lugar a un insospechado hallazgo que ponga tu nombre en los libros de Historia. Y ojo con los créditos finales porque ofrecen todo un abanico de posibilidades.
Copyright del artículo © Manu Zapata Flamarique. Reservados todos los derechos.
Copyright de las imágenes © Informant Media, Forthcoming Pictures, WDR/Arte, Canal+. Cortesía de Vértigo Films. Reservados todos los derechos.
Hysteria
Directora: Tanya Wexler
Intérpretes: Hugh Dancy, Maggie Gyllenhaal, Rupert Everett
Duración: 100 min.
Reino Unido, Francia, Alemania, Luxemburgo, 2012