Revista Deportes
La idea siempre ha sido la misma. Draftear un quarterback y prepararlo a la sombra de un mariscal de campo con experiencia. Aprenderá de él todas sus mejores armas, desarrollará las propias, pulirá sus defectos y evitará cometer los errores clásicos de un novato. Con suerte, dentro de unas cuantas temporadas, estará listo para tomar el relevo si el equipo lo necesita. Es la perfecta descripción, por ejemplo, del caso Aaron Rodgers. Sentado bajo el paragüas de Brett Favre desde el 2005, tras ser drafteado con el pick#24, aprendió durante tres años todos los secretos de mano de uno de los mayores mitos de este deporte. Y cuando llegó el momento de saltar al terreno de juego, estaba preparado.
Es cierto que otras veces, el camino más corto es el más sencillo. Uno acude al draft y elije con el número 1 al quarterback más prometedor del momento. Arriesgado, sin duda, pero tremendamente práctico si funciona; Drew Bledsoe (1993), John Elway (1983), Peyton Manning (1998), Michael Vick (2001) o Sam Bradford (2010) son buenos representantes de ello. En ocasiones, ni siquiera estás obligado a utilizar el pick#1 porque bajo cualquier rookie de apariencia despistada puede que se oculte un Joe Montana (pick#81 de 1979), Dan Marino (pick#27 de 1983), Steve Young (supplemental draft de 1984) o el propio Brett Favre (pick#33 de 1991).
Pero en el camino, centenares de quarterbacks son quemados en pos de las urgencias del equipo. Una mala planificación, una inoportuna lesión y, en la mayoría de las situaciones, unos resultados insatisfactorios unidos a la impaciencia por probar a una nueva promesa, a ver si suena la flauta, situarán al quarterback rookie frente a su momento decisivo. No hay nada tan peligroso para la carrera de uno de estos chicos como llegar al primer snap de su vida sin el debido perfeccionamiento de sus habilidades. El mundo NFL es exigente en grado sumo y nunca se perdona ningún error. En esos instantes, la distancia que separa el éxito del fracaso es tan corta que cualquier equivocación o carencia te conduce directamente al desastre. Y cuando apenas han tomado la medida a la liga, justo antes de sentirse con la suficiente confianza como para desplegar su propio juego, son mandados al frente como carne de cañón. Para la mayor parte de ellos, la experiencia significará una condena a perpetuarse en el rol de quarterback suplente, saltando de banquillo en banquillo. Los mejor parados conseguirán superar el momento y esperarán por una nueva oportunidad. ¿Os suena, entre otros, un tal Rex Grossman, verdad?.
Ciertamente todos los caminos conducen a Roma y no seré yo quien niegue el derecho que cada franquicia tiene a seguir la estrategia que estimen más conveniente; siempre que exista algún plan!. A principios del 2010, los Panthers habian llegado a la conclusión de que había llegado la hora de poner fin a la etapa de Jake Delhomme, un tipo en el que podías confiar hasta que las cosas se ponían demasiado serias. Así que imitando al experimento Favre en Minnesota, decidieron que si tenían ocasión, o bien se harían con un quarterback de experiencia, o acudirían al draft para hacerse con uno de esos prometedores jóvenes. Así fue como, en abril del año pasado, traspasaron al bueno de Jake a los Cleveland Browns y, como el mercado de Qb's ofrecía menos opciones que el actual, utilizaron su pick#48 para seleccionar a Jimmy Clausen, recién llegado desde Notre Dame. De la potencia del brazo de Clausen se escribieron ríos de tinta, unos afirmándola y otros negándola, aunque siempre se dió por cierta su gran capacidad para leer defensas y sus titubeos frente a los blitz contrarios. Bastaron ocho partidos como titular y ocho meses, con la temporada cerrada, para que en Carolina dedujeran que el resultado había ido a peor así que, esperando nuevamente a que sonara la flauta, los Panthers aprovecharon su Pick#1, no para entrar con el bisturí e intervenir otras debilidades del equipo, sino para ir a por otro quarterback, en esta caso, Cam Newton. El hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra.
Mi conclusión es que, en el breve plazo de apenas 13 meses, los Panthers han incurrido en dos errores de bulto. El primero fue prescindir del bagaje que Delhomme poseía y ese, hay que atribuírselo al head coach anterior, John Fox. Tras siete temporadas en primera línea de fuego, quizá Jake había demostrado suficientemente que no sería el líder de futuro que llevaría a la franquicia hasta otro nivel, pero a buen seguro que su amplia experiencia hubiera sido, para el joven Clausen, como el cofre del tesoro.
Todo apunta a que esta forma de actuar no será imitada por otros equipos igualmente apurados en la dirección de sus ofensivas. Por lo que sabemos a fecha de hoy, los Tennessee Titans concederán el mando a Kerry Collins y mantendrán en formación a Jacke Locker-, los Jacksonville Jaguars harán lo propio con el veterano David Garrard y Blaine Gabbert, los Vikings esperarán la apertura del mercado para contratar a Donovan McNabb, Kevin Kolb o cualquier otro quarterback con experiencia y mantendrán en segunda línea a Christian Ponder, los Cincinnati Bengals seguirán con Carson Palmer y Andy Dalton será copia, incluso los San Francisco 49ers darán continuidad a Alex Smith mientras atemperan las costumbres de Colin Kaepernick.
El segundo error es, a mi juicio, la selección de un nuevo quarterback aunque en su descargo entiendo que es el pago que Ron Rivera tiene que hacer frente como continuación al error anterior. El drafteo de Cam Newton convierte automáticamente a Clausen en aquella categoría de mariscales que salen trasquilados en su primera oportunidad de juego. Además, con el juego de carrera cubierto por DeAngello Williams y con un cuerpo de receptores simplemente modesto, las características de Newton no vendrían a cuadrar con la estructura del equipo. Tengamos también en cuenta que la opinión de los más entendidos es que ninguno de los quarterbacks drafteados estarían en condiciones objetivas de tomar el mando de ningún equipo profesional, siendo sencillo concluir que existen grandes posibilidades de que, nuevamente, el experimento acabe en fiasco. Y Cam llega a un equipo que ha mandado un claro mensaje a sus rookies: el tiempo de valoración no va más allá de los dos meses pues fueron únicamente 8 los partidos en los que Clausen inició como Qb#1. Sino suena la flauta -pues esa parece ser la única estrategia-, podemos contemplar como Carolina finaliza una nueva temporada con resultados decepcionantes.
Lo fantástico que tiene la NFL es que cualquier análisis como el que está leyendo puede quedar absolutamente roto por lo realidad. Un inicio fulgurante de los Panthers y un par de buenas actuaciones de Cam Newton pueden catapultarle al infinito y dejarme en muy mal lugar. Todo es posible. Pero si tenemos en cuenta que lo único que estoy haciendo es criticar una forma de actuar más basada en esperar un golpe de suerte que en el cuidado y preparación de un quarterback, aunque el futuro sea caprichoso y benéfico con los Panthers, nada desmecerá mi crítica.