Revista África

Esperando un avión que no llega a Bunia

Por En Clave De África

(JCR)
Un nuevo viaje de trabajo me lleva al Noreste de la República Democrática del Congo. En estos trayectos casi nada suele salir de acuerdo a lo previsto y ya es el tercer día que estoy en Bunia, donde según el plan deberíamos haber parado apenas unos minutos para cambiar de .vuelo. Salí, con mi compañero, de Libreville, el pasado miércoles 3 de septiembre y tras pasar una noche en Entebbe (Uganda) cogimos un avión de la MONUSCO con destino a Dungu. Ese día nos dejaron en Bunia, y ayer cancelaron otra vez el vuelo a causa del mal tiempo. Espero salir hoy, sábado 6.

Bunia fue, a primeros de los años 2000, el epicentro de una de las muchas guerras que han asolado el Este del antiguo Zaire desde 1996. Aquí campó por sus fueros el señor de la guerra Thomas Lubanga, que cumple condena en La Haya por crímenes de guerra, especialmente por reclutar a miles de niños soldado para su milicia del UPC (Unión de Patriotas Congoleños) en esta región del Ituri, donde bandas armadas de las etnias Hema y Lendu mataron a infinidad de civiles y destruyeron poblados. El que era entonces su número dos, Bosco Ntaganda, conocido como “Terminator” está hoy también en el banquillo de los acusados en la Corte Penal Internacional por cargos muy similares.

La ciudad de Bunia ofrece un aspecto tranquilo, y la inseguridad tiene que ver hoy más con la criminalidad común, una lacra de post-guerra de la que los congoleños de esta zona no consiguen librarse. Me hospedo en un albergue para personal de Naciones Unidas que tiene un aire de centro social de cuartel, todo muy funcional y austero, no en vano la misión de la ONU en este país es de mantenimiento de la paz, lo cual quiere decir que todo gira en torno a un componente militar. El contenedor donde duermo, las duchas en el exterior , las garitas con cascos azules que protegen el recinto, y el patio para hacer deporte podrían recordar a cualquier español de mi quinta el campamento donde hizo la mili en tiempos pretéritos. Uno duerme aquí arropado en una calma envuelta en la música sukús que suena durante la noche en las discotecas no muy lejanas.

Entre las idas y venidas al aeropuerto para acabar escuchando tras horas de espera que el vuelo ha sido cancelado, paso una buena parte del tiempo en el bar-restaurante del albergue, donde tienen una buena conexión a internet. Me sorprende lo bien que se come a cuerpo de rey en este lugar, donde uno puede elegir excelentes platos por baratísimos precios que giran en torno a los cinco dólares, con una buena sección de cocina india. No en vano la mayor parte de los soldados de la MONUSCO presentes en Bunia son de India o de Bangla Desh y ni que decir tiene que muchos de ellos son clientes habituales de esta cantina. Al terminar la tarde, aquí se junta una buena parte del personal de la ONU para cenar, tomar una cerveza, ver una película o hacer uso del gimnasio. Huelga decir que este tipo de centros sociales para el personal de la ONU en países como el Congo intenta evitar que su personal acabe yendo a pasar sus ratos de ocio en lugares poco recomendables.

En cuanto suba esta entrada al blog, cerraré la maleta y tomaremos de nuevo rumbo al aeropuerto. Espero escribir el próximo post desde Dungu.


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