Esperanza Aguirre “nos deja”

Dicen que lo último que se pierde es la esperanza. Aunque la señora Aguirre nos haya dejado (políticamente hablando, no seáis mal pensados) tendremos la “esperanza” de que consolarnos con que a peor no podemos ir.

Siempre me gusto Esperanza Aguirre. Me pareció una política por derecho y sin necesidad de egocentrismos baratos. De alta cuna con una clara vocación política. No sería la más ortodoxa de su profesión pero gracias a ello se hacía más cercana al pueblo. Seguramente será denostada y loada por igual. Azote del soberanismo catalán y probablemente la parte más radical de la “derecha” española.

Sus enfrentamientos han sido claros y señalados por todo su partido. Sabemos de sus infinitos enfrentamientos con Ruíz Gallardón o el último con el presidente por la subida del IVA. No se muerde la lengua delante de nadie y de sobra es conocida su amistad con el Rey.

A mí me da pena que se haya retirado porque me hubiera gustado que algún día optara a la presidencia del PP y por ende del gobierno. Me encantaban sus meteduras de pata, sus equivocaciones de nombres en actos oficiales o cuando apareció sin reparo con los calcetinillos en Bombay al sufrir un atentado. En fin, que me flipa como persona y como política aún más y mi más sincero pésame a la política española.

Según cuenta las razones son personales. El cáncer, 30 años en la brecha (42 en política) y una ristra de compañeros que ha ido defenestrando por el camino. Su discrepancia con el ejecutivo ha influido seguro aunque no sea esa una de sus razones. Por cierto, hoy se ha muerto Santiago Carrillo, fíjate tú, no hay mal que por bien no venga.