Revista Política

Espía como puedas y no mires a quién

Publicado el 26 junio 2013 por El Patíbulo

Política Edward Snowden

Publicado el 26 junio, 2013 | por Antonio Cruz

Uno de los fascinantes elementos sobre el que se construye la brillante y exquisita serie de televisión Homeland, es el del espionaje y el contraespionaje (lo uno lleva a lo otro); un tema fascinantemente atractivo al que recurre el mundo de la literatura y el cine cosechando –casi siempre– un gran éxito y con el que nuestra vida real y diaria está más en contacto de lo que creemos.

La manida expresión de “la realidad supera a la ficción” ha vuelto a hacerse realidad con el Caso Snowden, cuando el exagente ha hecho público que el Gobierno de EEUU ha solicitado –y recibido– información y datos por parte de empresas que funcionan en internet (Facebook, Google, Apple o Microsoft) con el supuesto propósito de localizar a enemigos y luchar contra el terrorismo, en un nuevo caso de espionaje y difusión de datos confidenciales cuando aún resuenan los ecos de WikiLeaks, la organización que publicó informes anónimos y documentos filtrados que tiene a su fundador Julian Assange refugiado en la Embajada de Ecuador en Londres desde hace un año.

Estar en la piel de Assange tiene que ser tan difícil como estarlo ahora en la de Edward Snowden, cuya vida, como la del propio Assange corre serio peligro. El exagente norteamericano contratado por el servicio de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), perseguido por EE.UU., ahora en el aeropuerto de Moscú (aunque en tierra de nadie) procedente de Hong Kong –esperanzado de que Ecuador le conceda asilo político– ha cometido el delito de entregar a diversos periódicos (The GuardianThe Washington Post) información clasificada en donde se detallaban programas secretos de espionaje del gobierno norteamericano. Estos informes apuntan que la Administración Obama habría accedido a fotos, e-mails, chats e información privada de Internet entre ciudadanos norteamericanos y de fuera de EE.UU.  Según ha confirmado Microsoft, el año pasado recibió entre 6.000 y 7.000 peticiones por parte del Gobierno para acceder a cuentas de sus clientes, mientras la red social Facebook ha informado que también recibió unas 10.000 de estas peticiones. La última información aparecida indica que asimismo se solicitó información a Apple de 5.000 clientes.

El espionaje y contraespionaje clásico que tuvo su punto álgido y romántico durante la Guerra Fría entre EE.UU. y la extinta URSS, con agentes secretos en uno y otro bando, ha dado paso a otro aparentemente más complejo; las novelas y películas sobre espionaje se quedan en mantilla con lo que sucede en la realidad. De las películas de James Bond y otras del género como Todos los hombres del presidente (Alan J. Pakula, 1976) o best sellers como El espía que surgió del frío de John le Carré se ha pasado a un espionaje más sofisticado y modernizado, en un paso más que ha dado lugar al ciberespionaje, pero los métodos no han variado tanto como pueda parecer, y no sólo EE.UU. sigue siendo un país con un potentísimo servicio de inteligencia, también otros como su aliado Israel. En 2010 apareció un vídeo en el que un agente del Mossad vestido de tenista asesinaba a un líder de Hamas. Décadas antes éstos habían escondido una pistola en una caja de bombones para hacer lo propio con un miembro de la OLP. El Mossad es enormemente innovador, tanto que tiene a su servicio palomas o buitres a modo de espías. El M16 británico sigue usando artimañas propias del agente 007, y prosigue trabajando en favor del contraespionaje. Por contra, Rusia ideó un paraguas que disparaba partículas de ricino, como con el que liquidaron al disidente búlgaro Markov. Los rusos también estuvieron detrás del asesinato de Litvinenko, pero no sólo los propios agentes rusos trabajan en profundidad su espionaje, el mismísimo Putin se ha arrojado literalmente a los brazos de éste, más en concreto a los de la espía rusa Anna Chapman, una agente que residía en EE.UU. y que según parece tiene algo más que amistad con el exagente del KGB. En en esto de fisgonear al enemigo tampoco los chinos son mancos –ni ciegos. En 2009 se infiltraron en la importante empresa armamentística Lockheed Martin, y curiosamente tras la experiencia versionaron su propio caza de combate con un parecido asombroso al F-35; eso de Made in China ya no conlleva un sentido peyorativo en la calidad del producto.

Volviendo al Caso Snowden, para algunos éste es contemplado como un héroe y para otros tantos un traidor, tal y como refleja una encuesta de la revista Time. Para un 54% el exagente ha hecho “algo bueno”, mientras para un 30% su acción fue todo lo contrario; un 53% de los encuestados afirma que debe ser procesado. Vuelve a reabrirse el debate sobre qué grado de libertad poseemos, qué cuota de control manejan los estados sobre los internautas y cuáles son los límites en la nueva fase del espionaje: el ciberespionaje. Para los gobiernos (aún más tras los atentados de la última década y tras el 11S), entre privacidad y seguridad la balanza se inclina hacia ésta última, pero no nos quejemos, en las redes sociales ya expresamos nuestras filias y fobias, lo que comemos y leemos, el lugar en el que veraneamos y el bar en el que bebemos vino, las borracheras y las tristezas. El Gran Hermano no lo ve todo; se lo contamos nosotros, y los servicios secretos (casi) se bastan con las redes sociales.

Si hace unas semanas mi artículo exponía las penosas vicisitudes por las que pasan los pobres norcoreanos en un país totalitario y policial, controlado hasta el milímetro en el que el famoso Gran Hermano de Orwell se había hecho carne a modo de terrible profecía creada por el escritor británico, éste y su famosa novela renacen otra vez con este nuevo caso de espías. En las últimas semanas su 1984 ha registrado un récord de ventas de un 337%. No hay mal que por bien no venga, o todo lo que no mata, engorda. Orwell sigue estando tan vigente como siempre;  Homeland y la agente Carrie Mathison más presentes de lo que creemos.


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