Revista Infancia

¿Espiritualidad y educación?

Por Aguamarina Maribel Jiménez

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Hoy en día hablar de espiritualidad provoca cierto rechazo a muchas personas. Algunas hacemos incluso un gesto como de echarnos hacia atrás al escuchar esta palabra, que aún es más evidente cuando la relacionamos con educación.

Podríamos decir que vivimos en una época anti-espiritual.

Y sin embargo por mucho que lo neguemos, somos seres espirituales. ¿Acaso los niños/as no merecen ser acompañados en esta dimensión del ser humano?

Todos tenemos dos esferas…

yo misma

Esta soy yo con unas preciosas gafas de sol dibujada por Sunflower. Imagina que hay dos esferas en el dibujo, una bajo mis pies y otra sobre mi cabeza. Imagínalas del color que tú quieras.

La esfera que hay bajo mis pies es el mundo material tal cual lo concebimos. Todas las personas dedicamos grandes esfuerzos cada día a cultivar esa esfera (nos preparamos duro para trabajar, para alcanzar el éxito, para ganar dinero, para acumular bienes, para tener, para aparentar, para creernos que somos alguien,…).

Desde bien pequeñitos nos han inculcado (familia, escuela, sociedad…) que la felicidad la encontraremos en esa esfera, en la material.

Y sin embargo somos más infelices que nunca. ¿Hay alguien, alguna sola persona en el mundo que haya encontrado la felicidad ahí, en lo material?

Dice Satish Kumar (te hablé de este gran maestro aquí) que la materia y el espíritu son dos lados de la misma moneda. Lo que medimos es materia, lo que sentimos, espíritu. Sin espíritu la materia no tiene vida.

Pero no nos han enseñado a cultivar nuestro espíritu (la otra esfera del dibujo), sino que lo sentimos como algo desconocido, y como lo desconocido nos asusta, lo rechazamos.

Espiritualidad no es lo mismo que religión

Muchas personas confunden dimensión espiritual con religión y no son lo mismo.

La religión es una práctica organizada en base a un credo, a unos conocimientos dogmáticos sobre una entidad divina y unos rituales y practicas determinadas.

En principio podríamos suponer que la religión debería facilitar el desarrollo espiritual, pero todos sabemos que en muchos momentos de la historia ha ocurrido todo lo contrario, y  las religiones se han convertido en una estructura ideológica y represora.

Yo personalmente no me identifico con la religión dogmática en la que me eduqué (fui a un cole de monjas de los 3 a los 14 años).

Es más, la sentí como muy represiva y culpabilizadora y hasta que no fui mayor de edad y empecé a construir mi propia vida, no pude ser consciente del alcance negativo que había provocado en mí y pude de alguna manera “liberarme”.

Pero tampoco me identifico con una concepción materialista del mundo en la que solo se acepta como real la ciencia empírica que afirma que todo lo que no puede ser observado, no existe.

El materialismo al fin y al cabo es igual de limitador que una religión, está lleno de dogmas e ideologías.

Pero la espiritualidad no es una idea, una ideología o una creencia, no es religiosa ni laica, ni se apoya en argumentos científicos o religiosos,  la espiritualidad es una experiencia.

Definiendo la espiritualidad…

La espiritualidad es una dimensión del ser humano que hace referencia a nuestro ser esencial, a lo sublime de lo que se nos presenta.

Es cierta clase de experiencia, un conocer, un vivir y un actuar sin creencias, que nos hace ir al encuentro de lo sublime.

Todos la experimentamos espontáneamente en aquellos momentos en los que sentimos algo esencial en nosotros mismos. Esos momentos mágicos en las que uno vive lo que se le ofrece y  se siente bien consigo mismo, dichoso.

Y a estos momentos los podemos llamar Dios, espíritu de la unidad, la fuente de la vida o como queramos denominarlo. Pero es lo esencial de lo que la vida nos presenta, y lo podemos encontrar en algo tan sencillo como un gesto, una mirada o un paisaje.

De repente una sonrisa de un bebé es como si te hablase, y entonces la agradeces y te la llevas contigo.

Es eso. Se trata de captar lo que es verdadero, lo que es bello e interiorizarlo.

Es desarrollar así nuestro ser interior para que podamos ir al encuentro del otro y encontrar en ese proceso nuestro propio yo.

Pero para ir al encuentro de lo sublime, se requiere un esfuerzo; es necesario tener una vida interior propia y libre, y estar bien presente.

¿Y cómo se puede desarrollar esa vida interior propia y libre siendo adultos?

La meditación es un buen comienzo, al meditar nos convertimos en mediadores para intentar captar lo esencial de lo que la vida nos presenta.

Ya lo he comentado alguna vez, pero para mí la meditación ha sido uno de los grandes descubrimientos de mi vida.

La espiritualidad en los niños y en la educación

¿Cómo acompañar y desarrollar la dimensión espiritual de los niños/as desde la educación?

El gesto natural del niño (sobretodo el primer septenio de vida) es percibir, vivir plenamente. Los niños viven de forma abierta, admiran el mundo, lo bello, se asombran llegando casi hasta la veneración, y además lo interiorizan.

La realidad es que los niños/as vienen de serie muy conectados con su ser esencial.

Y es importantísimo que no pierdan esa conexión con su interior, pues es lo que favorecerá la libertad para escoger su propio camino.

Sin embargo, el gesto pedagógico imperante es cerrarla, para acabar dejándolos cautivos en esa esfera materialista de la que te hablaba al principio.

Afortunadamente hay pedagogías alternativas que cuidan y preservan esta dimensión trascendental del ser humano en sus currículums, como la pedagogía Waldorf, la educación cósmica de Maria Montessori o la más reciente pedagogía holística.

Y muchas veces se malentiende, se tachan de religiosas, de esotéricas y de no sé cuántas cosas más y aunque no es mi intención defender ni tampoco convencer a nadie, a nosotros esta visión global del ser humano que tiene en cuenta su dimensión espiritual, nos encaja con nuestra visión de vida.

Sobre la espiritualidad y la pedagogía Waldorf

Para acabar me gustaría hacer una brevísima introducción a cómo se concibe la dimensión espiritual en  las escuelas Waldorf.

Para Steiner (fundador de la pedagogía) el elemento principal de la espiritualidad es su concepto de pensar.

La espiritualidad se trata de esculpir el pensar. Un pensar que nos permita buscar quiénes somos y conquistar nuestra propia libertad.

Es curioso que precisamente la palabra espíritu (en francés esprit) signifique “el trabajo de pensar” y que en cualquier diccionario se relacione con el concepto de “alma racional”.

Para Steiner pensar conduce al ser humano más allá de sí mismo y le conecta con el contenido del mundo.

La espiritualidad es un ejercicio de conciencia que es necesario para ser libre. Si no practicamos este tipo de pensar, no podemos saber quiénes somos y nos dejamos entonces arrastrar por costumbres, hábitos, rutinas, manías y automatismos que nos desconectan de nuestro propio yo, de nuestro ser esencial.

Para los alumnos, sentir una confianza sana en su poder individual de pensamiento es asentar toda su vida en tierra firme.

Les confiere la libertad para ser arquitectos de su propio desarrollo personal para que vayan por el mundo con una actitud de confianza, fuerte y positiva.

Como ves no tiene nada que ver con creencias religiosas, o dogmáticas, o de otro tipo. Y entiendo que si como madres, padres y/o profesionales de la educación no practicamos este tipo de pensar, es difícil que podamos transmitirlo…

Y sobre nuestras creencias sobre la muerte o la vida, que muchas veces asociamos a la esfera espiritual y no sabemos cómo acompañar a nuestros hijos en ellas, hablaré más adelante en otro artículo.

Termino con algunas preguntas: ¿Tienes en cuenta tu esfera espiritual? ¿La cultivas? ¿Preservas la de tus hijos?

(Para redactar este artículo me he inspirado en  varias personas que me han regalado palabras sabias en algún momento:

  • Guillem Ferrer, fundador de Poc a Poc,  un movimiento de activistas que impulsa el cuidado de la Tierra, el Alma y la Sociedad.
  • Satish Kumar, ex-monje yainista, pacifista, escritor,…
  • Didier Nuez, maestro Waldorf y terapeuta.
  • Pere Juan, el fundador de La Caseta, proyecto de escuela libre de Barcelona.
  • Jost Schieren, profesor universitario de Metodología Educativa especializado en la pedagogía Waldorf.
  • Daniel Gabarró, docente, pedagogo y sherpa espiritual.)

LA PARADOJA DE NUESTRO TIEMPO

Tenemos casas más grandes, pero familias más pequeñas;
Más comodidades pero menos tiempo.
Tenemos más títulos, pero menos sentido común;
Más conocimientos, pero menos criterio;
Más medicinas, pero menos salud.
Hemos ido a la Luna y hemos vuelto,
Pero nos cuesta cruzar la calle para conocer a los nuevos vecinos.
Hemos construido ordenadores que almacenan más información
Para reproducirla más que nunca,
Pero gozamos de menos comunicación.
Nos hemos excedido en cantidad,
Quedándonos cortos en calidad.
Es la era de la comida rápida y la digestión lenta;
De hombres altos pero de poco carácter;
De los grandes beneficios y las relaciones superficiales.
Es la era en que hay mucho en el escaparate,
Pero nada en el interior.  (- Satish Kumar)

Aguamarina

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