Giovanni Giaccio
Hace tres días que Massimiliano Latorre, infante de la Marina Militar italiana, está detenido en un hospital de Nueva Delhi por haber sufrido un ictus. Latorre, junto a Salvatore Girone, su compañero de trabajo, fue arrestado por la Policía india porque parece estar implicado en la matanza de dos pescadores que ambos militares confundieron con piratas.
Desde aquel 18 febrero de 2012 se ha llevado a cabo una larga lucha entre abogados, que incluye el estudio de leyes nacionales e internacionales. El hecho ha sido publicado en todos los periódicos italianos por un hecho claro: los italianos quieren ver a sus compatriotas libres.
El pasado lunes, cuando el asunto parecía haber desaparecido de la opinión pública, algo lo puso de nuevo sobre la mesa de debate. Después de haber sabido que su padre estaba enfermo, Giulia, hija de Latorre, publicó en su perfil de Facebook un mensaje donde se desfogaba por su angustia: “¡Qué buena noticia! Mi padre tiene isquemia. Por desgracia, las buenas noticias nunca llegan, sólo tenemos noticias de *****. Ahora [él] tiene que estar allí mientras que vosotros [los políticos] estáis diciendo siempre las mismas CHORRADAS y que estáis por la labor de traerlo aquí, a Italia”.
El día siguiente, martes, 2 de septiembre, Federica Mogherini, recién nombrada Alta representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad en Bruselas, declaró que “las condiciones de salud de Latorre preocupan mucho y modifican la situación. Por eso, el gobierno está trabajando para abrir nuevas vías diplomáticas con el gobierno indio”.
Sin embargo, estas declaraciones no son suficientes para los italianos, que, hoy en día, ya no confían en las promesas de los políticos. Toda Italia está asustada y preocupada, y este hecho es importante para la ciudadanía, pues a través de él puede corroborar la medida en que el gobierno se preocupa por sus ciudadanos y sus servidores.
Pero aún complica más las cosas el lugar donde Mogherini pronunció ese discurso: Bruselas. Para algunos italianos, eso significa hacer una promesa frente a toda Europa. No cumplirla significaría abandonar a sus soldados (y sus ciudadanos) frente a la UE, haciendo parecer, de nuevo, que los italianos no tienen sentido de la responsabilidad. Y, ciertamente, Italia no necesita más ridículos ni desplantes. Los italianos ya nos hemos avergonzado bastantes veces.
IMAGEN: Federica Mogherini, Alta representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad. European Parliament