Revista Cultura y Ocio

Esta entrada no tiene más propósito que el de daros envidia.

Publicado el 09 noviembre 2015 por Paula Lucas @letrasconlasopa
¡Libros!
¡Muchos libros!
¡Libros a mansalva!
Esta entrada no tiene más propósito que el de daros envidia.
Esta entrada no tiene más propósito que el de daros envidia.
Todo este botín es lo que he conseguido reunir como consecuencia de mi cumpleaños entre regalos de terceros, autorregalos y compras hechas con los fondos recaudados por el erario de la República independiente de mi habitación por ese día tan señalado.
El de la Mary Wollstonecraft, la mamá de Mary Shelley, es el texto con el que se inicia el pensamiento y movimiento feminista moderno (Hell yeah!), y el de Cómo ser mujer ya lo tengo leidísimo (¿Alguien dudaba de ello?) pero mis estanterías llevaban tiempo reclamándomelo para poder exhibirlo y fardar ante las visitas. Además, ahora ya puedo decir que tengo todo lo que Caitlin ha publicado (¡Doble hell yeah!).
Empty without you son las recopilaciones de las cartas entre Eleanor Roosevelt y Lorena Hickok. No había oído hablar de él hasta hace poco, pero a mí me pones a dos mozas dándose amor, aunque sea a través de misivas, y me tienes ganada.
El de Audrey en casa, un libro que recopila las recetas que Audrey preparaba en su morada, y el de 1001 películas que ver antes de morir fueron absolutas sorpresas. Muy gratas, por cierto. Aunque cuando me dieron el segundo, de forma totalmente inconsciente, puse cara de asco al ver su portada y en vez de un "Gracias", lo cual hubiera estado pero que muy bien, solté un "¿Y este cartel que pinta aquí?". Tras la confusión inicial de los presentes sobre si me había gustado o no, tuve que aclarar que sí. Que mucho. Yo soy así.
Al de mi tocaya, Paula Bonet, Qué hacer cuando en la pantalla aparece The End, le tenía echado el ojo desde hacía unos meses, concretamente desde la tercera semana de agosto de este año 2015 que está llegando a su fin, cuando me descubrieron la existencia de esta muchacha catalana mientras yo andaba por sus tierras. El flechazo con sus dibujos fue instantáneo, pero con el precio del libro ya no tanto. Finalmente, aprovechando esta ocasión tan especial, hice de tripas corazón y solté un par de billetitos. Ahora ya puedo proclamar que tengo su libro entre mis manos, y el otro que tiene publicado, fichado. Y me ha salido un pareado. Já.
Y por último... Sylvia. Sus diarios. Imprescindibles. Un must que era delito que no estuviera en mis superpobladas estanterías.
¿Qué? ¿Se os hace la boca agua? Bien. Porque eso pretendía. 

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