EtimologíaArribes, arribas y arribanzos, son vocablos en lengua leonesa, con derivación etimológica del latín «ad ripa-ae», que significa a la orilla. Arribas, en su forma femenina «las arribas» era usado en las comarcas de Sayago, Aliste y La Ribera, así como en la zona colindante portuguesa, para referirse a las depresiones geográficas del Duero, el Esla, el Huebra, el Tormes y el Uces. Para los zamoranos existía además el término «arribanzo», algo más conciso, con el que se referían a los enormes roquedos o gigantescas rocas graníticas que forman los valles. Posteriormente, Arribes, en su forma femenina «las arribes» comenzó a usarse por los naturales de la comarca salmantina de La Ribera para referirse a la misma geomorfología. En las últimas décadas, por influencia externa de la administración y de algunos medios de comunicación, se ha ido imponiendo la denominación «los arribes», en masculino. GeografíaLa orografía del parque se caracteriza por la existencia de arribes. Existen arribes del Águeda, arribes del Duero, arribes del Esla, arribes del Huebra, arribes del Tormesy arribes del Uces. Son el conjunto de la zona donde se manifiesta la erosión milenaria de estos ríos. Presentan una zona de depresión o de altitud más baja y otra de penillanurao de altitud más elevada. En algunos puntos existen desniveles de hasta 400 m.
Las profundas incisiones de los ríos Duero y Águeda que sirven de frontera natural entre España y Portugal, dividen una zona de idénticas características entre ambos países. El Duero y sus afluentes son el elemento común y nexo de unión de todo un territorio que se extiende linealmente a lo largo de más de 120 km. El Duero es internacional desde la presa de Castro hasta Barca d'Alva. En este lugar se le une el río Águeda, que es internacional desde esta aldea hasta el lugar donde se le une el río Turones, cerca de La Bouza. La parte española, declarada Parque Natural de Arribes del Duero, se extiende sobre una superficie de 106.105 hectáreas mientras que la parte portuguesa, declarada Parque natural del Duero Internacional, se extiende sobre una superficie de 85.150 hectáreas. Los dos parques suman una superficie de 191.255 hectáreas, lo que convierte a esta zona en una de las áreas protegidas más grandes de Europa. En los últimos años se está estudiando su declaración como reserva de la biosferaHidrografíaLa red hidrográfica de las arribes viene marcada de manera vertebral por el río Duero, siendo sus afluentes más importantes el Águeda, el Esla, el Huebra, el Tormes y el Uces. El fuerte desnivel provocado por el Duero y sus afluentes, unido a otros factores como la impermeabilidad del terreno, la escasa población y la alta rentabilidad económica de la energía hidroeléctrica, han provocado una inusual concentración de presas y embalses en este territorio. Entre ellas las españolas de Aldeadávila, Almendra, Castro, Ricobayo, Saucelle, Villalcampo y las portuguesas de Bemposta, Miranda y Picote. Las arribes constituyen una geografía a salvo del viento y más expuesta al sol debido a su menor altitud. Por ello, en el parque existen dos climas. En las zonas de valle se puede disfrutar de un microclimamediterráneo que suaviza las temperaturas, mientras que en las zonas de penillanura incluidas dentro de la demarcación, se puede observar ya el clima continental propio de la penillanurazamorano-salmantina, donde los inviernos son más fríos y acusados. Demarcación, municipios y localidadesLa demarcación del parque comprende (total o parcialmente) la superficie de 37 términos municipales:
- 24 pertenecientes a la provincia de Salamanca: Ahigal de los Aceiteros, Aldeadávila de la Ribera, Almendra, Barruecopardo, Bermellar, La Bouza, Cabeza del Caballo, Cerezal de Peñahorcada, La Fregeneda, Hinojosa de Duero, Lumbrales, Masueco, Mieza, La Peña, Pereña de la Ribera, Puerto Seguro, Saldeana, San Felices de los Gallegos, Saucelle, Sobradillo, Trabanca, Villarino de los Aires, Vilvestre y La Zarza de Pumareda
- 13 pertenecientes a la provincia de Zamora: Argañín, Fariza, Fermoselle, Fonfría, Gamones, Moral de Sayago, Moralina, Pino del Oro, Torregamones, Villadepera, Villalcampo, Villar del Buey y Villardiegua de la Ribera
La diversidad animal es uno de los motivos más importantes por los que la zona se declaró parque natural. Destaca el elevado número de aves, tanto nidificantes como hibernantes. Los arribes de los ríos, las grandes masas forestales y los numerosos cursos fluviales, constituyen en conjunto, el hábitat perfecto para numerosos animales, especialmente para las aves. En España existen 465 tipos, en Castilla y León 334 y en este parque al menos 200. AvesLa cigüeña negra es el ave más emblemática. Los huecos y recodos del arribanzo son el lugar elegido para la nidificación de esta ave que en España está incluida dentro de las especies con posible peligro de extinción. Es por tanto este espacio natural, un punto clave para la conservación de esta especie. Junto con la cigüeña negra, las grandes rapaces constituyen las otras nidificantes más significativas e importantes del parque. Entre ellas, la forma del buitre leonado es la más sencilla de reconocer, pues campea a sus anchas por toda el área. En 2005 tenía una población de 550 parejas. También destacan y son relativamente fáciles de reconocer las siluetas del alimoche (75 parejas en 2005), el búho real(25 parejas en 1992), el águila real (24 parejas en 2005), el águila perdicera (17 parejas en 2005), el milano real (9 parejas en 2005) y el halcón peregrino (6 parejas en 2005).[3 Menos insólitas, destacan las poblaciones de chova piquirroja (159 parejas en 2005) y cigüeña blanca (115 parejas en 1999). MamíferosDe las noventa especies de mamíferos existentes en la península Ibérica, al menos cuarenta y cinco se han observado en esta zona. Es destacada la presencia de murciélagos, de los que se calcula la presencia de catorce tipos. En su proliferación ha tenido especial trascendencia el abrigo proporcionado por los roquedales de los acantilados y el especial clima benigno de la zona.Pasando a enumerar las especies terrestres, reseñar la presencia de ejemplares tan escasos como son el gato montés y el tejónUno de los mamíferos cuya presencia despierta un especial interés, por su escasez y galopante regresión en el continente europeo, es la nutria. La construcción de numerosos embalses fue antaño la principal causa de su casi completa desaparición en el Duero, de la que escasamente se ha ido recuperando con el paso del tiempo.El lobosigue presente aunque en menor medida que antaño debido al temor que produce en los ganaderos, ya que de vez en cuando se producen ataques a ovejas y otros animales. Al sur del Duero está protegido por la Unión Europea y se prohíbe completamente su caza para favorecer la recuperación. Hace unos años estaba prácticamente extinto y sólo se avistaba alguna vez que cruzaba desde el norte zamorano o portugués. Otros mamíferos, ya relativamente más abundantes, serían el zorro, jabalí, jineta, conejo, liebre, erizo, comadreja, garduñay lirón careto
PecesLa actual diversidad de peces es consecuencia directa de la intervención humana pues la mayoría han sido introducidos, no pertenecen al ecosistema original. De las cincuenta y seis especies que habitan las aguas continentales españolas, en las arribes están presentes dieciséis. Entre los ejemplares que se encuentran en las aguas del parque natural hay especies autóctonascomo el barbo común, boga, colmilleja, la pardilla y calandino, gallego, bermejuela, escallo y especies exóticascomo el lucio, carpín, carpa, gobio, tenca, gambusia, percasol, black-bass. Anfibios y reptilesDe las veintisiete especies contabilizadas en suelo español, al menos dieciocho están en Castilla y León y once en los arribes, de las que al menos dos son endémicas: tritón ibérico y sapo partero ibérico. Son abundantes el sapo común, sapo corredor, tritón jaspeado, rana de san Antonio y la salamandra común. De los cuarenta y un tipos de anfibios presentes en suelo español y los treinta en suelo castellanoleonés, en las arribes se han contabilizado hasta diecisiete especies. Los más abundantes son el lagarto ocelado, la lagartija colilarga, el bastardo y la culebra escalera. Estos a su vez se han convertido en elementos clave de la alimentación de las rapaces diurnas, por la disminución progresiva de otros animales como conejo y perdiz. Vegetación La importante diversidad vegetal existente en el parque es consecuencia directa de la peculiaridad geográfica y climática de la zona, y es que el clima mediterráneo presente en los arribes permite por ejemplo cultivar variedades no habituales en la meseta. A finales del siglo XIX se llegó a ver incluso caña de azúcar. Esto es posible debido a que los inviernos son más cortos y por tanto el periodo libre de heladas es más amplio. En las arribes y a pesar de esto, todavía se conservan numerosos bosques de gran valor ecológico debido a que la dificultad para cultivar en las pendientes escarpadas, frenó la realización de las faenas del campo en ellas. La mayoría de los bosques del parque están compuestos por robles. Coexisten con los de alcornoques, almeces, encinasy enebros. Las extensiones de matorral están formadas por chumberas, jaras, piornos, retamas y tomillosEl bosque más importante del espacio natural protegido es el almezal de Mieza pues se establece en una superficie superior a las 250 ha y se considera el más extenso de Europa. También destaca el enebral de la Peña del Águila en Cozcurrita, donde se conserva una subespecie de enebro única en Europa. La vid es el cultivo más extendido. Destacan las catorce bodegas que elaboran los vinos de la Denominación de Origen Arribes en Aldeadávila, Ahigal de los Aceiteros, Fermoselle, Fornillos de Fermoselle, La Fregeneda, Pereña de la Ribera y Villarino. Además de esto, se pueden ver algunas extensiones importantes de olivos en Aldeadávila, Ahigal de los Aceiteros, Fermoselle, La Fregeneda, San Felices, Mieza, Vilvestre y Villarino. Así mismo, quedan varios campos de almendros en Hinojosa de Duero, Mieza, Saucelle y los más importantes en Fermoselle, La Fregeneda y Vilvestre. Los naranjos también tienen presencia en esta misma zona, sobre todo en Vilvestre. La cultura celtaLa cultura celta irrumpe en estas tierras hacia el primer milenio antes de Cristo. Los numerosos castros, verracos, estelas, fíbulas, broches, anillos y cerámicas encontrados nos remiten al pueblo vetón, aunque su presencia al norte delTormes pudo ser compartida con otro pueblo celta, el vacceo.
La dominación romanaLas calzadas romanas son el legado más característico del imperio romano. Por el norte existían la que unía Zamora con Fermoselle y la que unía Pereruelacon Miranda do Douro atravesando los arribes. Por el sur existían la que unía Salamanca con Ledesma y Ledesma con ZamoraLa dominación árabeLa presencia árabe fue notoria en los arribes. Existe un tramo de cercas árabes del siglo X junto a la Ermita de la Santa en Aldeadávila de la Ribera así como otros vestigios junto a la ermita de Nuestra Señora del Castillo en Pereña de la Ribera. Reconquista e integración en el Reino de LeónLa época clave para la organización demográfica del área que ocupa el parque natural se da en la Alta Edad Media, cuando se emprende la conquista y repoblación de la zona por parte de los monarcas del Reino de León, reino que surge a partir del Reino de Asturias de Don Pelayo y del que luego se subdividirían y/o desgajarían el Condado de Castilla, el Reino de Galicia y el Reino de Portugal. La repoblación planteó una disposición muy distinta de la actual, basando su desarrollo en el modelo repoblador gallego, que consistía en disponer muchas aldeas de pequeño tamaño y muy próximas entre sí, esquema que a la larga hizo insostenibles a muchas de ellas. Edad Moderna A partir del siglo XV, con la reducción de los concejos que tenían derecho a voto en las Cortes de Castilla y León, se empieza a configurar el espacio provincial que separará esta zona en las provincias de Zamora y Salamanca. De este modo, las localidades que hasta entonces dependían de los concejos de Ledesma y Ciudad Rodrigo para el voto en Cortes, pasaron a hacerlo del de Salamanca. Las provincias que se crean para las Cortes de Castilla y León de 1425 hacen frontera en esta zona en base a los límites eclesiásticos que establecieron los monarcas leoneses en la Alta Edad Media al instaurar las diócesis de Zamora y Salamanca, con el río Tormes como frontera entre ambas. DemografíaEn 2010, la población total de los términos municipales incluidos (total o parcialmente) en la demarcación del parque, era de 16.514 habitantes (INE 2010), mientras que en el año 2000, era de 19.718 habitantes (INE 2000). Lugares de interés Fermoselley San Felices de los Gallegos están declaradas conjunto histórico-artístico. Fueron fortificadas debido a su situación estratégica y pronto se constituyeron como dos importantes baluartes defensivos de la frontera. Actualmente son dos ejemplos de conservación de la arquitectura tradicional.De los cuatro castillos con los que cuenta el parque, el mejor conservado es el de San Felices de los Gallegos. Más deteriorados se presentan los de Fermoselle y Vilvestrepuesto que sólo quedan algunos restos. Del castillo de Sobradillo persiste la torre del homenaje, en la que hoy se ha instalado la casa del parque de la zona salmantina. El Fuerte Nuevo de Torregamones es otro ejemplo de edificación militar defensiva. Al margen del patrimonio con protección legal específica, existen otros bienes que también reflejan esos rasgos diferenciadores de la identidad cultural de la comarca natural de los arribes. Entre ellos, destacan las bodegas subterráneas de Fermoselleque, labradas sobre la propia roca subterránea, forman una ciudadela sumergida, con entradas angostas que desembocan en enormes galerías, sostenidas por arcos de medio punto. La importancia que tienen las obras de ingeniería civil modernas como referencias históricas y turísticas de la zona es muy relevante pues no sólo la antigua infraestructura ferroviaria atrae numerosos turistas, también las centrales hidroeléctricas. La presa de Aldeadávila, la presa de Almendra, la presa de Castro, la presa de Ricobayo, la presa de Saucelle y la presa de Villalcampo son especialmente visitadas por la espectacularidad de sus obras y las vistas que ofrecen.
«La Peña Gorda» es una gigantesca roca granítica de más de 40 metros de altura y 70 de diámetro, situada en la localidad salmantina de La Peña. Es singular por sus dimensiones pues desde ella se pueden obtener unas vistas muy amplias y hacen que sea perfecta para practicar la escalada.Paisajísticamente destaca el valle donde confluyen los ríos Duero y Tormes, situado entre Fermoselley Villarino, que se conoce popularmente como el paraje de Ambasaguas o Las Dos Aguas, así como los valles en los que desembocan dos de los afluentes del Duero en la parte salmantina. El de Barca d'Alva es muy visitado por ser el lugar donde se sitúa el muelle de Vega Terrón, a donde llegan desde Oporto los cruceros por el Duero portugués. En este punto confluyen los ríos Águeda y Duero y destaca también por ser el punto donde se sitúa el puente internacional ferroviario de la vía verde de las Arribes. El otro valle del parque que destaca por sus paisajes es el de la presa de Saucelle, en donde el Huebra se une al Duero.(De Wikipedia y otras fuentes)...Después de un buen descanso en el hotel “Corazón de les Arribes” y de un buen desayuno continental, al medio despedirnos de Elvira, al parecer la propietaria y responsable (iba a ser más tarde la guía en la excursión fluvial), charlamos algo sobre la actual situación de la hostelería y turismo en la zona de Aldeadávila, que no acaba de asentarse, en buena parte por la falta de profesionalidad de muchos de los que pretenden ser empresarios turísticos sin la menor capacitación para ello. Todo lo contrario comprobamos en nuestra interlocutora, quien además de denotar una buena cultura y un muy buen lenguaje, había demostrado sus expertas cualidades, ya que el hotel se presentaba muy limpio y adecuado para su finalidad, con un servicio más que correcto y con un ambiente propicio al descanso, abundando en ello la cordialidad del personal. Tras el desayuno nos dirigimos, por Corporario, a la playa del Rostro, a la que se accede por una asfaltada carretera, con la bajada hasta el río mediante varias curvas casi de herradura.
La llegada a la playa y al río ofrece la belleza del Duero casi salvaje, como aprehendido en lo bajo de las arribes, ofreciendo sus aguas calmas y abundantes entre recodos y brindando una especial sensación de natural paz. El barco anclado en el embarcadero anunciaba la posibilidad de la excursión que íbamos a realizar. Y como el paraje estaba desierto (solamente estaba en el barco y alrededores Manolo, quien después sería el piloto de la singladura), nos regocijamos paseando por la playa y observando el verde de las arribes y los tornasoles en las aguas del río. Ya habíamos reservado nuestros pasajes (a precios razonables) y por ello esperamos a que apareciera Elvira –la del hotel de nuestra pernocta— quien abrió la taquilla. Fue significativo que de las cien plazas con que contaba el barco, solamente quedaban sin reservar unas diecisiete, para las que ya esperaban nuevos turistas.
Una vez en nuestro transporte, analizamos que se trataba de un barco con cubierta transparente y ventanales que podían abrirse y dotado de un sistema de refrigeración tan natural como pequeñas rachas de lluvia artificial. La guía, nuestra conocida Elvira, se asentó al frente de la nao y comenzó a explicar con detalle y culta dicción todo lo atinente a la zona, denominaciones, etcétera (ya recogido ello antes de este comentario), no sin haber de salvar la falta de educación de un pequeño grupo de personas maduras, vociferantes y nada simpáticas, que llegaban a irritar al pasaje. De esta guisa, acallados en cierta forma los incordiantes, recibimos amplias explicaciones sobre vegetación, fauna, flora y curiosidades, mostrándosenos los nidos de cigüeñas, águilas, buitres y algunas otras especies, y señalándosenosel microclima de algunas zonas en las que incluso llega a cultivarse (en la orilla portugués, más soleada) el limonero, la vid, el olivo y algunos vegetales.
Comprobando las preciosas y armónicas figuras pétreas, el periplo alcanzó las aguas próximas a la presa de Aldeadávila, que permite una profundidad de unos cuatrocientos metros, y emprendimos el regreso, observando la orilla o arribe opuesto. Todo de una extraordinaria belleza, que por sí misma ya demanda una visita a la zona y el disfrute del paseo fluvial.Hubimos de despedirnos de tanta maravilla, porque todavía nos restaba desplazarnos, en la siguiente etapa de nuestro viaje, hasta Manzaneda, en las tierras Trives, Galicia.Pero eso requerirá otra crónica y otros detalles.SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA