“Defendiendo nuestra nación. Asegurando el futuro”. Ese es el lema de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), la encargada de espiar a todo el planeta para defender a los ciudadanos norteamericanos de potenciales actos terroristas. Cualquiera suscribiría ese objetivo, pero el problema es que, para conseguirlo, la agencia estadounidense no sólo viola leyes de protección a la intimidad y derechos que parecían consolidados, sino que también está saturando Internet y poniendo en peligro el funcionamiento de la red.
La NSA ha desplegado el mayor y más sofisticado sistema de espionaje que se pueda imaginar. Por sus servidores pasa más información en una hora que la que puede procesar Google cada día. En un mes son capaces de registrar datos de 70 millones de comunicaciones de los franceses, alemanes o españoles. Cuentan con máquinas que interceptan los datos que pasan por los mayores cables submarinos. Infectan con virus espía ordenadores de diplomáticos y de instituciones estatales y hasta pueden escuchar lo que dice la canciller alemana Angela Merkel por su móvil.
“La NSA se ha apropiado de internet”, escribía en su blog Bruce Schneier. Este experto en seguridad informática está ayudando a varios medios, en especial a The Guardian, a valorar el alcance de los distintos programas que está usando la NSA para conseguir cumplir con su lema. El primero del que se tuvo noticia fue PRISMA, pero ese programa es ya una reliquia superada.
Los programas actuales, desconocidos por el gran público y probablemente exclusivos de la NSA, funcionan con múltiples sistemas de alerta, el principal de los cuales siguen siendo palabras y conceptos claves. Si usted escribe un mail en el que dice, por ejemplo, "La novia ya está dentro", una típica frase en clave utilizada por los grupos secretos, el sistema salta y su mensaje será analizado por el Gran Hermano. Lo mismo ocurre si usted escribe en sus mensajes o menciona en sus conversaciones palabras claves como "Obama", "Al Queda", "ataque", "terrorismo", "imperialismo", "gringos" y otros centenares previamente calificados como sospechosos o peligrosos.
Algunos expertos en informática afirman, con cinismo y con conocimiento de los sistemas, que la mejor manera de burlar, saturar e inutilizar el sistema de espionaje norteamericano es ponernos de acuerdo los ciudadanos celosos de nuestros derechos e intimidad para incluir esas palabras claves sospechosas en todos nuestros mensajes habituales. Si usted se acostumbra a mencionar a Obama en todos sus correos o si utiliza frases típicas de los servicios secretos como "el ave ya está en el nido", o introduce palabras como "ataque" o "terorrismo", el ordenador de la NSA procesaría tanto volumen confuso de información que terminaría por volverse loco.
El mundo está estremecido y escandalizado ante el fenómeno del espionaje norteamericano, una actividad que según ellos realizan todos los países que pueden pero que ellos lo hacen con especial dedicación y capacidad, comandando la oscura alianza de los "Cinco Ojos", integrada también por británicos, canadienses, australianos y newzenlandeses, una especie de consorcio de poder anglosajón cuyo objetivo es dominar el mundo dominando la información.
Otro problema de envergadura es que las modernas tecnologías utilizadas por los espías permiten espiar hasta los últimos rincones de la intimidad del ciudadano, lo que implica violaciones continuas a los derechos humanos fundamentales. El hecho de que se atrevan a espiar sin controles judiciales y sin freno ético alguno, convierte a los espías en gente peligrosa, en enemigos de la democracia, de los derechos, de las libertades y hasta de la misma civilización humana.
Las modernas tecnologías, todavía al alcance sólo de algunas grandes corporaciones estatales, permiten ver a través de las paredes, espiar desde satélites, matar desde aviones teledirigidos, envenenar, inocular enfermedades, utilizar las redes wifi para captar información de los entornos, pinchar teléfonos móviles, analizar millones de mensajes en Internet y, con la ayuda de ordenadores de gran potencia, señalar a los sospechosos, los posibles conspiradores y los potenciales terroristas. Según los expertos, miles de inocentes aparecen identificados, por error, como peligrosos y no hay ya un solo activista en Europa que no esté fichado y sea seguido electrónicamente por la NSA. Mas difícil lo tienen los norteamericanos con gente como los talibanes, poco dados a utilizar equipos tecnológicos, pero hasta ellos llegan con drones, satélites y visores sofisticados que hasta penetran en cuevas no demasiado profundas.
La gran pregunta que muchos norteamericanos se hacen es si el Estado es ya capaz de espiar a los propios ciudadanos, como muchos sospechan, siguiendo esa terrible corriente mundial que conduce a identificar a los propios ciudadanos descontentos y rebeldes como el mayor peligro para los políticos gobernantes.
El gran problema del espionaje quizás sea que confirma la tesis de que el peor invento del hombre es el Estado y también que la peor pesadilla del ser humano es el político con poder.
Aunque poco podamos hacer para erradicar esa jauría de miserables, ¡Bueno es sabe como piensan y funcionan!