Revista Psicología

Estafa y Poesía

Por Yanquiel Barrios @her_barrios
Estafa y Poesía

Lacan habla de esto en un momento de su enseñanza en el cual vincula al psicoanálisis con la estafa. Con esto no dice que los analistas somos estafadores y debemos cobrar a los analizantes por no escucharlos. Lamentablemente algunos así lo creen.

Léanlo y verán que en realidad propone una estafa tal como la misma poesía: un chanchullo vinculado al significante, el cual produce efectos de sentido. Asimismo aclara que "no hay más que la poesía, se los he dicho, que permita la interpretación. Es por eso que yo no llego más, en mi técnica, a lo que ella sostiene". Del mismo modo sostiene que "la metáfora, la metonimia, no tienen alcance para la interpretación más que en tanto son capaces de hacer función de otra cosa, por la cual se unen estrechamente el sonido y el sentido. Es en tanto que una interpretación justa apaga un síntoma que la verdad se especifica por ser poética".

Siguiendo esta línea, nos hace una grata invitación a leer La Escritura Poética China, libro escrito por François Cheng, quien en realidad se llama Cheng-Tai-Tchen, pero se afrancesó para sumergirse en la cultura y poder parar la olla en su estadía parisina. Es un trabajo muy exhaustivo para dar cuenta de lo que los chinos hacían a la hora de escribir.

Me deslumbró de estos poetas que tenían un claro esbozo del nudo borromeo ya que su producción se basaba en caligrafiar un poema en el espacio en blanco de una imagen. Esto se debía a que "en China, las artes no están divididas en compartimientos: un artista se dedica a la práctica triple poesía-caligrafía-pintura como a un arte completo en el que se ejercen todas las dimensiones de su ser: canto lineal y figuración espacial, gestos de encantamiento y palabras visualizadas".

Cheng comienza su libro hablando de los ideogramas. Los define como:

"...trazos imbricados con otros trazos, sentidos implícitos en otros sentidos. En cada signo el sentido codificado nunca logra solapar del todo otros sentidos más hondos siempre dispuestos a brotar".

No es muy lejana esta enunciación a lo que Lacan nos transmite en el Discurso de Roma, en tanto a la letra concierne, nos sugiere detenernos "en el carácter fundamentalmente equívoco de la palabra, por cuanto la función es la de ocultar tanto como la de descubrir".

Es muy claro que, nutriéndonos de la invitación, la cuestión del inconsciente reglado por las normas de la homonimia sigue en pie tal como la importancia de la letra, aquella que hace de litoral entre saber y goce, y sirve de puente entre lo necesario y lo imposible.

En la introducción Cheng da cuenta de cómo se constituyen los ideogramas. La fórmula es radical más signo fonético: el primero aporta la idea y el segundo el sonido. Del mismo modo nos aclara que la elección del carácter fonético para el radical no es gratuita, sino que aporta un sentido. Avanza el texto y dice que "eliminar lo gratuito y lo arbitrario de todos los niveles del sistema, un sistema semiótico que radica en una relación íntima con lo real, de modo que no haya ruptura entre signos y mundo y, por ende, entre hombre y universo; tal es al parecer, la orientación constante de los chinos".

La no ruptura entre hombre y universo se plasma en la temática de la poesía. Todo giraba en torno a enriquecer los mitos: la caligrafía, los poemas y las imágenes apuntaban establecer el vínculo filial con el Universo Originario.


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