Revista Opinión

Estamos fracasando, pero nadie lo admite

Publicado el 26 enero 2012 por Franky
Estamos fracasando, pero nadie lo admite Estamos creando un mundo desigual y desquiciado. Avanzamos en tecnologías y nos fascina Internet, pero escupimos sobre la ética, retrocedemos en valores y construimos un mundo desigual, injusto y desquiciado. Nunca antes tuvimos tantas tecnologías y recursos para ser mejores y más felices, pero nunca antes existió tanta injusticia y angustia. Nuestro fracaso nunca fue tan notable y doloroso.

Estamos fracasando, pero nadie lo admite. Tenemos tecnologías fascinantes y disponemos de Internet, la mejor herramienta para comunicarnos de toda la historia, pero escupimos sobre la ética, retrocedemos en valores y estamos construyendo un mundo injusto y desquiciado.

Tenemos los recursos para mejorar el mundo, pero nunca habíamos acumulado tanta soledad, injusticia y sufrimiento en nuestras sociedades, donde cada día hay más desempleados, desahuciados, desesperados y nuevos pobres sin orgullo, que duermen en las calles y hacen cola en los comedores sociales. La mentira tiene ya el mismo valor que la verdad. Los gobernantes mienten e incumplen sus promesas, sin que paguen por ello, mientras otros dirigentes roban sin ir a la cárcel. El Estado se ha convertido en el peor pagador y es el causante del cierre de miles de empresas. La gente ha dejado de fiarse del poder y el foso que separa a los políticos de los ciudadanos crece tanto o más que el que separa a ricos y pobres. Las facturas de la crisis las pagan los más débiles y los que mandan prefieren subir impuestos a liquidar sus propios privilegios y ventajas. Llaman democracia a lo que es una vulgar oligocracia de partidos. Sin coraje y sin una verdadera revolución ética, no habrá salida.

Si hablamos de impuestos, cabe gritar: ¡Bendita época feudal, cuando lo que único que se pagaba era el diezmo del señor y el de la Iglesia...! Entonces te quedaba el 80 por ciento para ti, pero ahora, nuestros políticos llegan a embolsarse más de la mitad de lo que ganas con tu trabajo. Si a los impuestos que pagamos ahora los españoles, después de la injusta y abusiva subida del IRPF decretada por Rajoy, agregamos las subidas en impuestos de lujo, matriculaciòn, IBI, notarios, etc., por cada 10 euros que podemos disfrutar, papá-Estado se ha embolsado 15. Encima si los ahorras también te penaliza; cuando donas algo a tus hijos, el Estado reclama su parte; cuando te mueres también pone la mano...etc. Para el señor feudal trabajabas en la época de la cosecha, pero para el Estado actual trabajas más de seis meses al año. No hay comparación y uno se pregunta si el feudalismo era más humano y justo que la actual "democracia" española.

Todo es surrealismo, mentira y engaño en esta España de opereta, donde la "democracia" es "oligocracia", donde al ciudadano se le considera "soberano" del sistema, pero se le trata como "esclavo", donde la derecha sube los impuestos mas que la izquierda, donde los partidos políticos se perdonan mutuamente los delitos y se condecoran, donde todos incumplen sus promesas electorales y en la que ni una sola regla básica de la democracia es respetada: poderes básicos del Estado bajo control político, Justicia desigual, al servicio de los poderosos, elecciones manipuladas por listas cerradas y bloqueadas, en las que quien elige es la élite de los partidos, no el ciudadano, prensa sometida y bajo control, sociedad civil en estado de coma, partidos y gobiernos sin controles ni contrapesos, gobiernos que mienten sin tener que pagar por ello, políticos que roban sin ir a la cárcel, donde se pagan más impuestos a cambio de menos servicios públicos, un país donde el que peor paga es el Estado, convertido en maquinaria morosa que arruina y cierra empresas... y un largo etcétera que convierte a la nación más antigua de Europa en una verdadera y despreciable piltrafa, campeona continental en drogas, alcoholismo, prostitución, blanqueo de dinero, fracaso escolar, desempleo, avance de la pobreza y mil desastres y canalladas mas, todas ellas fraguadas por una clase política deplorable, sin prestigio y fracasada, pero atrincherada como ninguna otra en el poder y en los privilegios, ejerciendo sobre el frustrado ciudadano un ineficaz gobierno y un dominio que es indecente, antidemocrático y obsceno.


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