Lavrinovic celebra en el banquillo una canasta de su equipo -ACB Photo.
Tiene Messina tantas posibilidades en su plantilla que se permite ciertas licencias, pues tener calentando la silla a Bullock y Vidal sería un sacrilegio en cualquier equipo. En el Real Madrid puede llegar a ser una anécdota. De hecho, ambos jugadores tuvieron que esperar a semifinales para debutar en esta edición de la Copa del Rey, que tendrá la final mediática, pues el conjunto blanco se enfrentará al Barça a partir de las 19.00 horas de mañana domingo (TV3, La 2). Los dos clubes más poderosos económicamente y que más veces han ganado dicho torneo (22 el Real Madrid por 20 los azulgrana) opositarán por la Copa como anticiparon los expertos desde el sorteo de cruces. Una cita a la que el conjunto de Messina llegará con la convicción y la seguridad que le reportó su arrolladora victoria sobre el Caja Laboral (50-78), pura estampida en la que, volviendo a hacer referencia al amplio armario del que dispone su entrenador, destacaron tres jugadores que en el encuentro anterior ante el DKV Joventut tan sólo habían sumado seis puntos en total. Lavrinovic (21), Kaukenas (15) y Velickovic (10) se repartieron más de la mitad de los puntos de un Real Madrid coral y en el que Jaric, máximo anotador en el partido precedente con 26 puntos, se quedó en un tanto.
“Estoy muy contento por el partido. Ha sido un buen encuentro”. Así empezó su discurso para TVE Kaukenas, que tuvo un inicio fulgurante anotando los siete primeros puntos de su equipo en los primeros tres minutos, en el primer cuarto, el único igualado y ganado por el Caja Laboral (18-17), impulsado por San Emeterio y con Barac autoritario en las alturas, dos noticias excelentes y necesarias que necesitaba el grupo de Ivanovic para olvidarse de la baja de Splitter. El problema es que ni uno ni otro tuvieron continuidad. Así, San Emeterio tan sólo aportaría tres puntos más (acabó con diez) y Barac se quedó con los que tenía: siete.
No encontró réplica alguna el Real Madrid en cuanto empezó a anotar desde la línea de tres (8/19), con Lavrinovic y Hansen como primeros protagonistas. El grupo de Ivanovic, incapaz en la zona, intentó responder con triples, pero como ya le pasó al DKV Joventut no sacó provecho alguno desde esa distancia (2/15). Pálido y con más prisa que orden el Caja Laboral se deshizo ante un rival infinitamente superior, más fluido, mejor en el rebote (35 por 26) y en la estadística que tanto gusta a aficionados y entrenadores como es la de balones recuperados y perdidos. La proporción, 12-6, resume la seriedad e intensidad del grupo de Messina y la frustración de los vitorianos, mermados siempre ante la ausencia de un base revolucionario. Ni Singletary, sorprendentemente titular, ni Huertas, sorprendentemente irrelevante, consiguieron dirigir a un Caja Laboral muy débil. Si acaso se salvó Ribas, que pese a su nefasto porcentaje desde más allá de 6’25 (1/6) le puso coraje y redujo la diferencia hasta los diez puntos robándole un balón a Prigioni para anotar a aro pasado (34-44 a los 22m 55s). Una acción muy celebrada por el jugador y el público que no representó una vuelta de tuerca para un encuentro que no tendría historia alguna hasta el final.