«Las declaraciones de los políticos estadounidenses, occidentales y de otros países constituyen un insulto al sentido común y una expresión de desprecio por la opinión pública de sus pueblos. Es algo que no tiene sentido: se acusa primero y después se reúnen las pruebas. Eso lo está haciendo un país poderoso, Estados Unidos (…) Son acusaciones exclusivamente políticas, responden a la serie de victorias registradas por las fuerzas gubernamentales sobre los terroristas.»En Rusia, el presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Parlamento ruso, el periodista y especialista en geopolítica Alexei Pushkov comentó a través de su cuenta deTwitter: «Washington y Londres han declarado a Assad culpable antes de las conclusiones de los inspectores de la ONU. Sólo aceptarán un veredicto de culpabilidad. Cualquier otro veredicto será rechazado.» El principio de una nueva guerra en Siria no se ajusta a los problemas económicos de Estados Unidos y los europeos. Vender armas es una manera de ganar dinero pero destruir un Estado sin esperanzas de recuperar la inversión a corto o mediano plazo sólo puede agravar una situación económica ya muy difícil. Según un sondeo Reuters/Ipsos realizado después de las informaciones sobre el ataque del 21 de agosto más de 60% de los estadounidenses se oponen a una intervención en Siria y sólo un 9% sería favorable. Aún si estuviesen convencidos del uso de armas químicas por parte de Siria, un 46% de los estadounidenses seguirían oponiéndose a una intervención que sólo contaría con un respaldo del 25%. Ese mismo sondeo indica que los estadounidenses respaldan todavía menos la guerra secreta: el 89% declara que tampoco se debe armar a los rebeldes, contra un 11% que prefiere seguir armándolos. Los encuestadores propusieron a las personas interrogadas 4 opciones: golpes aéreos (respaldados por un 12%), creación de una zona de exclusión aérea (11%), financiamiento de una fuerza multinacional (9%) o una intervención directa de Estados Unidos (4%). En Francia, el diario Le Figaro, propiedad del fabricante y vendedor de armas Dassault, también sondeó a sus lectores. Al cabo de un día, el 79,6% se había pronunciado contra la guerra, respaldada solamente por un 20,4%. Será por lo tanto muy difícil para los occidentales invertir radicalmente el sentir de su opinión pública y entrar en guerra. También es posible otra interpretación de los hechos. Ya que varios videos de víctimas de los ataques químicos fueron publicados en internet horas antes de los ataques, siempre cabe la posibilidad de que los occidentales «descubran» el engaño en el momento adecuado para dar marcha atrás. El escándalo de las supuestas armas químicas en Irak demostró, sin embargo, que los occidentales pueden darse el lujo de mentir a la comunidad internacional y reconocerlo ulteriormente –y sin mayores consecuencias– luego de haber cometido la fechoría que querían justificar. Las acusaciones de los yihadistas y de sus padrinos occidentales se producen en medio de una vasta ofensiva del Ejército Árabe Sirio, bautizada «Escudo de Damasco» y destinada a limpiar los alrededores de la capital. El lanzamiento de los dos obuses de la «Brigada del Islam» tuvo lugar en respuesta al inicio de esa ofensiva, que se desarrolló durante 5 días y ocasionó grandes pérdidas a los yihadistas –al menos 1 500 bajas entre muertos y heridos. La agitación de los occidentales puede por lo tanto ser una forma de guerra sicológica tendiente a ocultar esa derrota y a paralizar a la vez la ofensiva siria. Para Washington es en todo caso una forma de poner a prueba la respuesta iraní después de la elección de Hassan Rohani como presidente. Y ahora se sabe claramente que este último no podrá oponerse a la política del Guía de la Revolución, el ayatola Ali Khamenei. En el momento de la guerra contra Libia subestimé la capacidad de Estados Unidos para violar todas las reglas, incluyendo las de la OTAN. Basándome en el contenido de los documentos de la propia OTAN, insistía yo en la larga capacidad de resistencia de la Yamahiriya ante su oposición armada. Yo no sabía en aquel momento que una reunión secreta había tenido lugar en la base de la OTAN en Nápoles, a espaldas del Consejo de la alianza atlántica. Estados Unidos, el Reino Unido, Francia, Dinamarca y Turquía, con Israel, Qatar y Jordania estaban planificando en secreto el uso de los medios de la OTAN para bombardear la capital de Libia [1]. Excluyeron de aquella reunión a los aliados que se oponían a un ataque tan costoso en vidas humanas. La OTAN había dejado de ser una «alianza» en el sentido real de la palabra para convertirse en una coalición de circunstancia. En pocos días, la toma de Trípoli dejó un saldo de 40 000 muertos, según los informes internos de la Cruz Roja. Un dispositivo similar puede estar organizándose en este momento ya que los jefes de estado mayor de prácticamente los mismos países –a los que se unen ahora Arabia Saudita y Canadá– están reunidos, desde el domingo y hasta esta noche [martes 27 de agosto de 2013] en Amman, bajo la presidencia del comandante delCentCom, el general Lloyd J. Austin III. Los participantes estudian 5 opciones: entrega de armas a los Contras, imposición de una zona de no sobrevuelo, creación de zonas-tapones e invasión terrestre. La prensa atlantista está llamando a la guerra. En Londres,The Times ya la anuncia. El presidente Barack Obama podría seguir, de esa manera, el plan de guerra ya establecido por su predecesor George W. Bush desde el 15 de septiembre de 2001, plan que además de los ataques contra Afganistán e Irak preveía también las agresiones contra Libia y Siria, como ha revelado el general estadounidense Wesley Clark [2], ex comandante de la OTAN. Problema: por primera vez, el blanco seleccionado dispone de muy serias alianzas. Esa variante contradice, sin embargo, todos los esfuerzos que la administración Obama había venido realizando desde hace un año para eliminar los obstáculos a la celebración de la conferencia Ginebra 2: dimisión del general David Petraeus y de los partidarios de la guerra secreta; no renovación del mandato de Hillary Clinton y de los ultrasionistas; acusaciones legales invalidantes contra los opositores irreductibles de toda alianza con Rusia, esencialmente en el seno de la OTAN y del escudo antimisiles. Y también contradice los esfuerzos de John Brennan, el ahora jefe de la CIA, por provocar enfrentamientos en el seno de la oposición armada siria, por exigir la abdicación del emir de Qatar y amenazar a Arabia Saudita. Mientras tanto, Siria se prepara, en la medida de lo posible, para cualquier eventualidad, incluyendo un bombardeo de la OTAN contra los centros de mando y los ministerios, acción que puede estar coordinada con un asalto de los yihadistas contra la capital. Pero la opción más probable no es el inicio de una guerra regional que escaparía al control de las potencias occidentales sino un ataque –en otoño– bajo la supervisión de Arabia Saudita y concretado por los combatientes que ese reino está reclutando actualmente, operación que se desarrollaría con el posible respaldo de la Liga Árabe. [1] Entre las decisiones de aquella reunión había una larga lista de blancos y de medios a desplegar para abatirlos. Estaba previsto el envío de un comando encargado de eliminarme en el hotel Radisson, donde yo residía. Pero en el momento del ataque yo me encontraba en el centro de prensa, en el hotel Rixos. [2] Ese plan prevé también la destrucción del Líbano, Sudán y Somalia antes de terminar con Irán.
Revista América Latina
¿Están dispuestos los occidentales a bombardear Siria?
Publicado el 28 agosto 2013 por Jmartoranoster
por Thierry Meyssan
Fingiendo creer en la existencia de un ataque químico del gobierno sirio contra su propio pueblo, Washington, Londres y Paris hacen sonar los tambores de guerra. ¿Hay que tomar en serio esas amenazas provenientes de los mismos Estados que llevan 2 años anunciando la caída inminente de Siria? Aunque es una opción que no puede excluirse, Thierry Meyssan piensa que es menos probable que una intervención organizada por Arabia Saudita. Toda esta agitación tendría como objetivo poner a prueba las respuestas de Rusia e Irán.