Nos adentramos en la franja llamada Sierras Centrales de la República Argentina. Área que comprende las regiones serranas de Córdoba y San Luis por el noroeste y la región de Mar Chiquita por el este.
Abarca una longitud de 490 km y en esta oportunidad hablaremos especialmente del lugar que actualmente se denomina valle de traslasierra, cuyo centro es Mina Clavero. Los habitantes de este valle de raza ándida, de mediana estatura, promedio 1,63 cm con deformación craneana tabular erecta y con la particularidad de ser barbados, están ubicados temporalmente en el periodo tardío 900-1573. Los españoles le dieron el nombre de comechingones a los originarios de estas tierras que llevaban "barbas como los cristianos".
Esta región presenta un suelo semiárido, regado por algunos ríos que permiten una vida relativamente sedentaria por lo que el pueblo que lo habitó se dedicó a la caza, recolección e incipiente economía agrícola. Cultivaba pequeñas parcelas diseminadas, practicaba una agricultura estacional mudándose de un lugar a otro. Este uso temporal del suelo le permitió asentarse en primavera-verano para el cultivo principalmente de maíz, poroto, quínoa, zapallo y otros vegetales y la recolección de frutos silvestres como algarroba y chañares, o la recolección de miel , "son grandes labradores, que en ningún caso hay aguas o tierra bañada que no la siembren por gozar de las sementeras de todos los tiempos." Terminada la siembra y cosecha se refugiaba en aleros para realizar la caza de animales como llama, venado de las pampas o guanacos y otros más pequeños como armadillos, cuises, perdices, rata-nutria, o lagarto, también allí se encontraron restos de consumición de huevos de ñandú.
Cuando la sequía o la invasión de langostas u otro fenómeno natural destruía las cosechas, los habitantes " se sustentan de grandísima suma de algarroba, la cual cogen por los campos todos los años al tiempo que madura y hace della grandes depósitos; y cuando no llueve para coger maíz o el río no sale de madre para poder regar la tierra, pasan sus necesidades con esta algarroba" dice una Relación Anónima.
Estos "agricultores móviles" preparaban también bebidas fermentadas con molle y mistol, algarrobo, piquillín y chañar siendo la más destacada la chicha, bebida alcohólica distintiva de los pueblos originarios que se fabricaba con maíz.
Habitaban en aleros y casas semi-subterráneas, cuadrangular o rectangular, aproximadamente de 6,10 m de largo por 4,70 m de ancho, con una rampa para descender como sótano. El cronista español Cieza de León comenta "...cavaban la tierra hasta que ahondando en ella quedaban dos paredes, poniendo la madera armaban las casas, cobijándolas de paja a manera de chozas..." Los pisos están a una profundidad de 0,60 m a 1,20m a partir del nivel del terreno, de suelo consolidado igual que las paredes, no tenían revoques ni listones de sostén, algunos agujeros para sostener la madera de los techos. La casa, de características transitorias y de bajo costo, no estaban construidas para perdurar un largo tiempo. En la Relación Anónima de fines del siglo XVI hecha por los conquistadores españoles dicen: "son bajas las casas, y la mitad de la altura que tienen está debajo de la tierra, y entraban en ellas como a sótanos, y esto hácenlo por el abrigo para el tiempo frio y por falta de madera que en algunos lugares de por allí tienen" y agrega con respecto a la distribución: "Tienen los pueblos puestos en redondo y cercados con cardones y otras arboledas espinosas, que sirven de fuerza, y esto es por las guerras que ellos tienen."
En este ambiente socioeconómico encontramos una expresión artística ligada al chamanismo como son las estatuillas de cerámica y piedra sapo esquematizadas, antropomorfas, de pequeño tamaño entre 5 y 20 cm de alto.
En ellas se observa la posición erecta en su mayoría, sólo algunas están sentadas, generalmente asexuadas, caras sin expresión, pero acentuada la nariz, y una línea horizontal para los ojos. Sobresalen especialmente los adornos en la cabeza como gorros y vinchas, la cabeza está unida al cuerpo sin presentar cuello y no hay evidencia de brazos.
La mayoría de las estatuillas que se han encontrado están desmembradas, pocas están completas y es por ello que se supone que podrían haber sido usadas para ritos mágico-religiosos.
Entre las muestras que presenta el Museo Arqueológico de Mina Clavero, hay una de piedra sapo erecta, le faltan los pies, la cara presenta los ojos marcados y sobre la nariz aparece una banda que termina en la frente; en cada carrillo se observan dos orificios. Tiene el faldellín o delantal con dibujos de grecas en la parte delantera y en el torso la incisión en V que corresponde a la camisa de uso común entre estos habitantes.
Parece una escultura para colgar usada como amuleto protector de la caza, quizás corresponda a un chamán o jefe, debido al material empleado, piedra sapo, y los rasgos de la cara.
La vestimenta era similar a la de los aborígenes de la zona andina del Perú con una camiseta tejida de lana de camélidos, teñida de varios colores que llevaba faldellines o delantales en la parte delantera de lana o cuero que llega hasta los muslos, adornada con chaquiras de caracol y mica. La Relación Anónima dice: "De verano traen unas camisetas no muy largas y en invierno mantas cumplidas de lana basta; las mujeres también andan vestidas de estas ropas". La parte posterior del cuerpo, las nalgas permanecían al descubierto. Las piedras semipreciosas como las turquesas también formaban parte de su ornamentación.
En otras estatuillas fragmentadas se aprecia igualmente, el torso con incisiones en V desde el cuello hasta la cintura. Estas franjas que aparecen en casi todas las figurillas se refieren a la forma de escote de la camisa comechingón, no a los collares como algunos han afirmado. El arqueólogo Antonio Serrano atestigua citando un documento histórico, que los collares usados eran de cuero y estaban alrededor del "pescuezo".
Es muy frecuente encontrar sólo cabezas entre las estatuillas; las que podemos apreciar en la colección del museo de Mina Clavero tienen los rasgos de la nariz aguileña acentuados; el grabado de grecas escalonadas en cada mejilla desde los ojos hasta el cuello está pintado de blanco, el color es un símbolo de comunicación o identidad dentro del grupo y los orificios en los carrillos señalan que son para colgar y llevar como amuleto. En otra mascarilla se aprecia el tocado o vincha que generalmente es de lana: "Tienen, todos los mas, en las tocas de las cabezas y tocados, que de lana hacen ".
Otra tiene en la cara incisiones de triángulos en zigzag, o bandas paralelas verticales y dentro de las bandas más triángulos en zigzag. Algunas poseen un cinturón entre la falda y el torso, otra tiene en el delantal un dibujo esquematizado de un jaguar. Hay una sentada, no es una posición frecuente, ella tiene un gran tocado en la cabeza que llega hasta la cintura con adornos de metal y completa su vestimenta con una vincha con orificios; en la cara grecas escalonadas como las anteriores que se repiten en el faldellín. Las imágenes sentadas generalmente pertenecen a mujeres embarazadas.
Estas estatuillas fragmentadas se han encontrado en basureros considerados como centros de culto ceremoniales a cielo abierto por lo que se supone que estaban hechas para ceremonias mágico-religiosas. Es posible que estas fracturas sean intencionales para producir la ceremonia ritual de invocación ya sea de auspicio para una caza fructífera, o la fertilidad de la tierra o la fecundidad.
Se presume que las esculturas responden a personajes individuales como jefes, chamanes o guerreros, mujeres púberes o embarazadas o retratos de personas fallecidas.
La simbología mágico-religiosa en los pueblos antiguos siempre está en contacto con la naturaleza, por ello las máscaras y los amuletos propios de los pueblos agro -alfareros es la imagen esquematizada de sus diseños, siempre geométricos. El culto a los antepasados y las evocaciones auspiciadoras para la caza, recolección, cosecha, fertilidad, fecundidad, y uniones, son conceptos permanentes en esta sociedad. Por esto es que recurren a las estatuillas pequeñas y fragmentadas como una protección para enfrentar los peligros y accidentes del hábitat.
Como rescate cultural de este pueblo originario podemos valorar la técnica de la cerámica negra, rescatada por descendientes que aun conviven y fabrican alfarería en diferentes zonas del valle, reconocida como de alto valor artístico.