Ya veremos a dónde llegaremos, pero por ahora lo que se vislumbra es que muy pronto, cuando desaparezca todo indicio de justicia social, y sólo quede la justicia penal, vendrá el llanto y el crujir de dientes. Cuando el estado se dedique solamente a velar por la seguridad pública y que deje los demás servicios a cargo de los mercados, veremos más pobres, esos pobres que ahora son vistos como fruto de su ineficiencia y no de la injusticia; esos que señalamos porque no trabajan, porque no estudiaron y que dejamos abandonados a su suerte sin tener en cuenta que no han tenido las mismas oportunidades; les llamamos fracasados en lugar de dar este calificativo a los gobernantes que no han sabido hacer bien su trabajo; son ellos quienes tienen la culpa de que el mundo esté al revés. Miro hacia arriba, hacia los que ostentan el poder y pienso en los paraisos fiscales que, para ellos, son paraisos, pero para el resto del mundo son infiernos. Lugares como Suiza son las cuevas de los ladrones, de los dictadores, de los artistas de la evasión fiscal, de los traficantes de drogas y de armas. Hoy un gobernante sube al poder prometiendo empleo, pero que me parta un rayo si mañana no estaremos lamentando sus hechos en los que los trabajadores son los perjudicados. Los medios de comunicación hablarán de cifras, pero en las calles veremos personas. Pasará esta crisis, pero después vendrá otra, y luego otra y otra más, en una serie imparable, ya que la codicia y la avaricia de los mercaderes no tiene límites. Los gobernantes prefieren ser los títeres de los mercados, perder cualquier ápice de dignidad que aún tengan y verse despreciados por el pueblo que les ha votado, antes que doblegar su avaricia. Pocos son los que gobiernan hoy día en el mundo, la inmensa mayoría solo desempeñan un papel que le imponen otros más poderosos; por eso en la calle tanto se habla de que la democracia ha muerto, ha muerto porque ya no existe la democracia política, se ha convertido en democracia económica, y ya todos sabemos que la economía es una tirana, que los dictadores de hoy son dictadores financieros, que -como bien dijera Bertolt Brecht- es más delito fundar un banco que robarlo.
